Anasagasti acaba de presentar su nueva propuesta de Omakase, que funciona en el segundo piso de la elegante casona de estilo Tudor, ubicada a metros del Shopping Alto Palermo. La degustación consta de ocho pasos muy bien nutridos, a un valor de $ 50.000, más bebidas.
Omakase Buenos Aires - Dirección: Pasaje Anasagasti 2067, Palermo. Horarios: martes a domingos, desde las 19:00. Precio: $$$.
La casa, que cuenta con un bar de luces tenues, música fuerte y coctelería de gran nivel en la planta baja, y un restaurante de cocina de autor en el primer piso, completa ahora su propuesta general con su omakase, ubicado en el segundo nivel, una terraza casi totalmente cubierta y debidamente climatizada.
En ese lugar ya se ofrecía un menú de sushi, pero ahora y a tono con la nueva moda -definitivamente instalada- del omakase, se ha crecido con la puesta en valor del ambiente y de la degustación de ocho pasos que cada día queda a criterio del sushiman.
Lo que se denota de la experiencia, en primer lugar, es la calidad de la materia prima, además de no escatimarse productos como pulpo, navajas, la pesca que se consigue cada día en el mercado, incluidas variedades poco usuales como el tiburón, y sorpresas que irán apareciendo durante la noche.
Otro detalle que diferencia a este omakase es que, si bien hay tres butacas en la barra, el servicio se hace en las mesas (hay alrededor de 30 posiciones para atender), y no es necesario llegar a un horario fijo como suele ocurrir en otros lugares de este tipo.
Lo que podemos describir como opciones que nos tocaron en suerte, pueden variar al día siguiente y por tanto las mencionamos solo para dar una idea de lo que se ofrece. Es que uno de los secretos de cualquier omakase es el factor sorpresa, de manera que no hay carta y en cada paso aparecerá la explicación de rigor por parte del camarero y/o el sushiman.
Así fueron desfilando pasos como vieiras, tiraditos (en este caso de salmón blanco), nigiris (cuatro unidades por persona), navajas, rolls (seis unidades), ceviches, geishas y langostinos en panko.
Este omakase tiene un valor de $ 50.000 (muy buen precio, por cierto), a lo que hay que sumar las bebidas. Está la opción de pedir cócteles del bar, vinos (si blancos y rosados, o Pinot Noir, mejor) y agua mineral envasada (afortunadamente nada de la filtrada).
Resulta destacable que hoy el comensal encuentre opciones de precio accesible, ya que hasta hace muy poco tiempo, cualquier omakase tenía un costo que no está al alcance del grueso del público. Y este es uno de esos casos sui generis, lo que mucho se valora.
No siempre los restaurantes gozan de nuestra preferencia de manera total y absoluta. Puede ser por la relación precio calidad, porque nos atienden muy bien, porque los productos que utilizan son de la más alta calidad, por su estilo de cocina, por la ambientación. Pero son pocos, para nuestro gusto personal, los que reúnen todas esas condiciones. La Pescadorita es uno de ellos.
Leandro Leyell es una especialista en cocina de mar. Como si estuviéramos a orillas del Cantábrico o de la ría de Bilbao, el chef reproduce con su impronta platos típicos españoles. Y, donde también el vermú -de elaboración propia- con soda de sifón, nos invita a desandar el camino de estos sabores tan afines a los argentinos.
Cumplir más de medio siglo en el negocio gastronómico, en un país cuya economía es caótica e impredecible, suena más a milagro que a otra cosa. Fermín Uriona y su familia lograron superar los 55 años de trayectoria, con distintos nombres y locaciones, hasta el actual Iñaki, ubicado en la Recova de Posadas desde febrero del año pasado. ¿El secreto?: dar de comer rico y abundante, a precios lógicos, basándose en el protagonismo de la cocina vasca, extendida por qué no al resto de la península ibérica, y con adaptaciones a veces necesarias al paladar argentino.