Un debate imprescindible

La futura comunicación del vino

Viernes, 21 de agosto de 2020

Pruebas al canto. Por razones económicas indudablemente, pero también debido a una comunicación sofisticada e inentendible para la mayor parte de los consumidores, el consumo de vino cayó en forma drástica aún debajo de los 20 litros per cápita anuales. Frente a una pandemia que ha cambiado las reglas de juego a nivel global, consideramos que es hora de pensar una nueva forma de comunicar al vino.

CONSUMO PER CAPITA DE VINOS - AÑOS 1963-2018 - ARGENTINA Año Litros por año por habitante*

1963 82,9 1964 86,8 1965 85,8 1966 80,2 1967 82,8 1968 87,5 1969 88,5 1970 91,8 1971 85,3 1972 79,7 1973 72,5 1974 77,2 1975 83,7 1976 84,8 1977 88,5 1978 81,6 1979 76,3 1980 76,3 1981 74,7 1982 73,6 1983 71,1 1984 66,3 1985 60,1 1986 59,2 1987 58,1 1988 55,9 1989 53,7 1990 54,2 1991 52,4 1992 49,5 1993 44,4 1994 43,2 1995 41,1 1996 41,1 1997 40,3 1998 38,8 1999 38,7 2000 37,8 2001 36,3 2002 32,9 2003 33,7 2004 29,9 2005 29,2 2006 29,2 2007 29,1 2008 27,8 2009 26,7 2010 24,9 2011 25,0 2012 25,1 2013 25,6 2014 23,3 2015 23,8 2016 21,6 2017 20,2 2018 18,9 2019 19,6

¿Cifras elocuentes, no? En poco más de medio siglo, el consumo de vino en la Argentina cayó a menos de una cuarta parte. Es verdad que no existe una sola causa. Y el factor económico (léase: la gente no tiene plata para comprar) es el principal.

Pero en esa conjunción de factores gravitantes, tenemos que pensar seriamente cómo nos hemos comportado los comunicadores. Es por lo menos curioso. Cuanto más difícil se hizo el mensaje, menos se vendió. Aparecieron los sommeliers de "escuelas", al principio con un alto grado de soberbia (pretendían hacernos creer que ellos sabían más que los propios enólogos), pero luego la cosa se fue atenuando y fueron surgiendo sommeliers ubicados en su lugar y bajados del pedestal.

También ocurrió que aparecieron los enólogos como figuras mediáticas y superpromocionadas. Laburadores de la enología de toda la vida, fueron reemplazados en algunos casos por hijos de "dueños" de bodegas, que pasaron a ser referentes y motivo de adulación de una parte de la prensa. Es verdad que también surgieron grandes profesionales jóvenes, que escapan a estas generalizaciones.

Por otro lado, también aparecieron los "sommeliers periodistas" y los "periodistas que estudiaron enología". Como periodista de carrera, uno no se molesta que otros comuniquen, si al fin y al cabo nuestra profesión no está colegiada.

Pero claro que cambió el mensaje. Si hasta algunos se atrevieron a puntuar vinos, como si ello significara que el consumidor va a hacerles caso alguna vez. Eso solo ocurre en otro nivel, el de los países económicamente más poderosos, y solo si los gurús del vino (a veces "comprados") son los que otorgan cifras elevadas.

En el orden personal, mucho de lo que sabemos lo hemos aprendido del único colega que nos provoca admiración. Se llama Gustavo Choren y hoy ya no trabaja como periodista, lamentablemente. No nos imaginamos a Gustavo poniendo puntajes, y eso que es el más calificado de todos, sin dudas. 

Cuando nos iniciamos en el rubro de la enogastronomía, el referente entre nuestros colegas era Miguel Brascó. Quizá sus conocimientos técnicos hoy serían limitados respecto de lo que hoy se observa, pero tenía algo que actualmente no existe: carisma. Su mensaje era entrador y te llegaba a convencer de que había que probar determinado vino o no. Ahora muchos se autoproclaman como "el nuevo Brascó" del periodismo gastronómico argentino, pero nadie tiene con qué.

Como quedó dicho, sobrevino en los últimos quince o veinte años un tiempo en el que el mensaje se puso difícil de comprender para ese consumidor promedio que compra los vinos de menos precio (que al fin y al cabo son los que sostienen a las bodegas). Y que representan más del 90% de las ventas.

A todos nos encantan los vinos premium, esos grandes exponentes de cada bodega que si tuviéramos que comprarlos no estarían al alcance de nuestros magros bolsillos de periodistas independientes. Son la imagen de las bodegas y hay un público ABC1, si bien minoritario, pero que se puede dar el lujo de pagar cifras obscenas. Pero de eso no sale el dinero para pagar las cuentas y esperar una ganancia acorde al capital invertido. 

Pero llegó el 2020 y cayó la pandemia. De aquí en más nada será igual. Ni en la viña, ni en la bodega, ni en la distribución, menos aún en las vinotecas y supermercados, y por ende en nuestras mesas. 

Las ventas online a través de tiendas propias aparecieron para llegar al público en tiempos en que no podemos ir a un local y elegir. La inversión en las bodegas se aquietó, salvo algún privilegiado que por razones de afinidad ideológica recibe determinado subsidio o un préstamo a tasa ridícula por parte del Estado.

Ya superamos los seis meses sin restaurantes, bares ni hoteles. El público local, en su gran mayoría, ha perdido parte o todos sus ingresos. Los turistas extranjeros no llegan al país.

La pregunta que cabe es, sin este contexto inédito, deberemos continuar con el mensaje incomprensible y burdamente sofisticado. O si hay que cambiar para llegar a nuestros lectores de manera más amena y fácil de captar.

En los últimos años, los periodistas (especializados solo en vino, sommeliers que escriben, o simplemente para los que el vino es solo una parte de nuestro metier), nos hemos acostumbrado a participar de reuniones donde se habla de todo lo que al público en general no le interesa (o les es imposible de comprender) y mucho menos de lo más simple, que es lo que al fin y al cabo resulta de mayor utilidad. 

Los descriptores que van de la humedad subterránea a la montura de cuero transpirada, o de la violeta del desierto al umami, no sirven más que para confundir o hacernos parecer excéntricos. Ni hablar de aquel colega que lo único que preguntaba era por la acidez volátil.

Foto: COVIAR.

A todo esto les respondemos con una frase del recordado Ricardo Santos: "¿a vos qué te importa si el vino tiene sangría o no: te gusta o no te gusta?".

En Fondo de Olla © hemos adoptado un nuevo formato para las notas de vinos. Primero contamos un poco la historia, si es que nos parece interesante. Luego describimos el producto. Y al final bajo el subtítulo "Palabra de Enólogo", reproducimos lo que el hacedor del vino tiene para decir. Que seguro es mucho más valedero que lo que nosotros podemos opinar.

A lo sumo, lo que nos queda para decir es si el vino nos gustó o no. Si nos parece que la relación precio calidad merece una recomendación. Información pura, mensaje sencillo y evitar caer en las adjetivaciones exageradas y los elogios facilongos.

Y si de algo estamos convencidos, es que la comunicación del vino debe cambiar. Por el bien de todos. La pandemia implica un cambio de paradigma, y el vino no estará al margen de esta nueva historia que nos tocará escribir.

Recomendamos leer el texto adjunto en el link, si fuera el libro que ilustra esta nota mucho mejor aún:  http://www.delascosasdelcomer.com/2017/11/27/26146/ 

Más de Bebidas
 Viñavida y un Blend Bien Nacido
Bebidas

Viñavida y un Blend Bien Nacido


Dicen que cada final es un comienzo, una historia que nace una y otra vez, y éste es el caso de Viñavida. Un legado de Oscar Marcovecchio, quien
imaginó una viña única con un concepto diferente. El diseño de sus hileras, visto desde lo alto, revela formas sorprendentes inspiradas en las figuras de Nazca (como un sacacorchos, una copa y una botella), añadiendo así una dimensión emocional única a la viña. Y de ese lugar con misterio, nace este blend Bien Nacido 2022, elaborado por el enólogo Karim Mussi.
Memoria italiana y sabor argentino
Bebidas

Memoria italiana y sabor argentino

Con el Blend Gran Corte 2022, el Rosé Fumé Incoronata y el Gran Malbec, CUPRA continúa celebrando el legado familiar que comenzó Don Remo Angelici en Italia y, que hoy, está unido al corazón del Valle de Uco.
Errante, Gosedera, Isabella y LIT
Bebidas

Errante, Gosedera, Isabella y LIT

Comprometido con su espíritu innovador, Peñón del Águila continúa proponiendo ideas y productos que enriquecen nuestra experiencia de beber. Es por eso que Gin Errante, cerveza Gosedera, Isabella vermú con soda y cerveza LIT llegan a los bares para sumarse a las nuevas tendencias de consumo.