La Brigada

23 años con la mejor carne del mundo

Viernes, 27 de marzo de 2015

Hoy, 27 de marzo, se cumplen los primeros 23 jóvenes años de La Brigada, casi una segunda casa para el autor de esta nota. No han sido tiempos fáciles para Hugo y su gente, un penoso y reciente hecho de inseguridad empaña el festejo, pero vale la pena de todas maneras alzar la copa para brindar con el verdadero maestro de la parrilla.

Parece que fue ayer, desde aquel 27 de marzo de 1992. El mismo Hugo lo recuerda con una sonrisa, que por entonces no lo era tanto: “abrimos muy entusiasmados, pero la verdad es que el primer día no entró nadie”. Era un grupo armado cooperativamente, pero la realidad indicó que nadie podía seguirle el tren a Hugo Echevarrieta, un “bolichero de alma”, como él mismo se define, mendocino de Godoy Cruz al que un despistado periodista catalogó como “uruguayo”.

Fueron pasando los días y recuerdo ser uno de los primeros que entró al pequeño y queridísimo local de la vieja Brigada. Ni facturas tenían, por lo que fuimos acumulando deudas porque no podíamos pasar los almuerzos en la empresa sin comprobantes que los acreditaran. ¿Raro no? Desde el primer momento contamos con la confianza del dueño de casa, el que armó un éxito en base a mucho trabajo y habilidad para manejar el negocio, casi tanto como el talento con el que manejaba la parrilla.

Pasó el tiempo y ya no había necesidad de pedir el punto de cocción, ni siquiera decir lo que queríamos comer. Todo estaba sobreentendido. Muchos asociaron el nombre de la parrilla con alguna cuestión militar, pero nada más alejado de la realidad: el término “brigada” alude al equipo que trabaja en la cocina, según un sistema ideado por Auguste Escoffier  en el Siglo XIX, que determina las tareas que realiza cada persona en el restaurante.

Hugo Echevarrieta fue un precursor en San Telmo, cuando nadie apostaba al barrio, hoy atiborrado de buenos restaurantes, comederos y lugares poco recomendables también. ¿Secretos del éxito? Estar al pie del cañón, todo el tiempo. Pero también el sacrificio para ir a buscar la mercadería muy temprano en la mañana. Solo carne proveniente de animales que se alimentaron con pasturas naturales, nada de feed-lot, ni tampoco de engañas pichangas como el Kobe Argentino, ni la maduración que se justifica únicamente cuando a la carne hay que ayudarla para que sea tierna o para apelar al marketing que sirve para vender espejitos de colores. Y la búsqueda constante de los mejores chinchulines de chivito y de cordero, mollejas de chivito, creadillas, achuras más tradicionales, como riñones, mollejas y chivitos vacunos. Hay más: los cortes exclusivos como el “Especial” para compartir, el baby beef (que de baby no tiene nada precisamente). La tapa de ojo de bife, otra creación de la casa que después apareció copiado por otros lados. Asado especial, que es del grueso, asado tipo banderita (del fino), vacío fino, entraña con o sin piel, bife de chorizo, ojo de bife. Y dos maravillas que pocos saben de su existencia: la mejor milanesa a la napolitana, de lomo, como debe ser. Y el pollo deshuesado entero, que nos deslumbró hace 23 años y que pocas veces, confieso, hemos repetido.

Imposible contar la trayectoria de La Brigada sin recordar hechos felices y no tanto de nuestra vida personal. Fuimos uno de los primeros clientes y también hemos ganado uno de los grandes amigos que nos dio la profesión de periodista.

Otro aspecto esencial es el respeto por el cliente, el habitué que es un amigo al que Hugo recibe con afecto, sin dejar por eso de atender con esmero a los turistas extranjeros, que quizá no volverán nunca más, pero es seguro que se llevarán un gran recuerdo y lo recomendarán a sus amigos que lleguen a Buenos Aires a comer la mejor carne del mundo. Hemos llevado amigos italianos, daneses, de otras nacionalidades y todos quedaron encantados. No todos se han animado a las achuras, pero cómo no hacerlo si es uno de los grandes soportes del lugar.

Otro motivo de atracción son las paredes de La Brigada, con fotos de grandes deportistas, camisetas firmadas de Messi y Maradona, entre otros; banderines y bufandas de los clubes extranjeros. Gente del ambiente artístico internacional, como Joan Manuel Serrat y Sabina, expresidentes como Lula, todos pasan por la parrilla de San Telmo.

La Brigada ha crecido mucho más que lo que soñaba Hugo cuando abrió sus puertas en 1992. Hoy su casa es referente indiscutida entre las parrillas de Buenos Aires. Aún cuando los jurados de guías poco serias rumbeen para otro lado. Pero eso poco importa; lo que vale es el veredicto del público, el “puto amo” como diría Pep Guardiola, uno de los tantos que han pasado por la parrilla de color verde.

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