TURISMO GASTRONÓMICO Y MUCHO MÁS

Un fin de semana en Santa Fe

Viernes, 2 de febrero de 2024

Hace rato que el chef Lucio Marini nos insistía en que fuéramos de visita a Santa Fe, la capital de la provincia homónima. Sin dudas que una de las deudas pendientes era conocer su pizzería Fortis, la primera de estilo napolitano en la ciudad. Pero había mucho más que hacer: probar sus delicias más famosas, como los pescados de río y los alfajores santafesinos, las frutillas que llegan de la vecina Coronda y bebernos un liso de cerveza (o varios), otra tradición local. Y, desde hace algunos pocos meses, está funcionando el Bus Turístico, que nos permite hacer un recorrido geográfico e histórico de esta ciudad que nos sorprende en cada viaje por su paulatino crecimiento.

La tarde es calurosa, pero no tanto como uno suponía para este mes de enero, que nos dejó con algo de calor benévolo respecto de otros años. Subimos en el Puerto (algo así como el Puerto Madero santafesino), al lugar del cual sale el bus turístico que comenzó a funcionar hace algunos pocos meses y que cuenta con el auspicio de Turismosantafe.com.ar, para lo cual no tuvimos más que recorrer 100 metros desde nuestro lugar de alojamiento, el Hotel Los Silos.

Lo curioso de este lugar es que uno se siente como dentro de los viejos silos portuarios, como si fuéramos granos almacenados en esos enormes tubos que hoy se vislumbran desde el puerto mirando a la ciudad.

Se trató de una breve visita a Santa Fe de la Vera Cruz, fundada el 15 de noviembre de 1573 por Juan de Garay, emplazada a orillas del río San Javier en la zona de Cayastá, a unos 80 kilómetros de la ubicación actual de la ciudad capital de Santa Fe. Por orden del Cabildo, en 1651 Santa Fe debe ser trasladada hacia el sur (dado que se inundaba recurrentemente), cerca de la unión entre el Paraná y del Salado, tarea que demandó nada menos que diez años.

Cuenta nuestro guía que algunos historiadores sostienen que la denominación de esta ciudad, estaría vinculada a la devoción del vasco Juan de Garay por la fe católica. 

Y agrega que también se dice que Santa Fe de la Vera Cruz alude al Viernes Santo, relacionando una reunión del Cabildo que por aquellos años se realizó durante los días de Semana Santa.

Sea como fuere, la capital santafesina tiene una historia digna de conocer y que difiere de Rosario, la ciudad más grande y poblada de la provincia, que fue surgiendo de forma espontánea.

Por ello, no tiene fecha de fundación, aunque se considera que nació en el año 1725, es decir 74 años más tarde que Santa Fe.

Si bien esta ciudad no está ubicada a la vera del río Paraná, nadie podrá negar que está rodeada de cursos de agua. Algo que puede observarse claramente desde la ventanilla del avión cuando se está acercando a destino, el Aeropuerto de Sauce Viejo, situado a 17 kilómetros del centro urbano.

Allí nos espera Lucio Marini, el chef que aun habiendo nacido en Cruz Alta (provincia de Córdoba) está afincado en Santa Fe desde hace muchos años y está considerado como un embajador de la cocina santafesina y es un experto en reivindicar las virtudes de los pescados de río, cuyos secretos conoce como nadie.

Él también incluye en sus menús el arroz de San Javier, las frutillas de la vecina Coronda, y por qué no un asado con las mejores carnes (que esta vez nos ofreció Lucio en su propia casa). Con algunos nombres de cortes que difieren de los que usamos en Buenos Aires.

Nos sorprende que, en la mayoría de los restaurantes de la ciudad, la pesca de río esté en las cartas apenas en cuentagotas. Es una asignatura pendiente reivindicar las cualidades de estas especies que, por una mala información, está subestimada por los consumidores. Que eso del supuesto gusto a barro es pura mentira, un mito urbano.

Nos alojamos en el Hotel Los Silos, donde ya habíamos estado en otra oportunidad. Allí mismo funciona el Casino, sobre el puerto que vemos que hoy cuenta con mayor cantidad de edificios en torre y otros más en plena construcción. Desde la habitación, uno se da cuenta de que está alojado dentro de los viejos silos portuarios donde se almacenaban granos. Toda una curiosidad.

Hace pocos días, a fines del año pasado, se cumplió el primer aniversario de Fortis, una audacia de Lucio Marini, que decidió abrir una pizzería de estilo napolitano en la ciudad. De hecho, ahí ya había estado nuestro colaborador Sergio Choren, quien escribió su crítica en Fondo de Olla ©: https://www.fondodeolla.com/nota/18507-fortis-la-pizzeria-que-rompe-los-esquemas/

Parar llegar a ella no hizo falta caminar demasiado, solo unos 300 metros desde el Hotel Los Silos. Qué buena combinación la pizza de Fortis con varios lisos santafesinos.

Recordemos que en el centro de la ciudad se encuentra la Cervecería Santa Fe, fundada por Don Otto Schneider en el año en 1912, otro de los pasos obligados del bus turístico.

Enfrente de las instalaciones de la fábrica, se encuentra el Patio Cervecero al cual llega el noble líquido a través de un cervezoducto de 400 metros, que inclusive cruza la calle y es único en el país. Allí se sirven los lisos (de 250 cc) y los chopps. Hoy en algunos lugares te pueden hablar de pinta o media pinta.

Pero atención, porque si uno escucha hablar de un porrón de cerveza, no se trata del envase más pequeño como lo conocemos en Buenos Aires, sino que aquí es la botella de un litro.

Otro de los lugares que nos sorprendió (y que muy pronto nos ofrecerá grandes buenas nuevas, es el Restaurante One Six Roof Bar que, como su nombre lo indica, está ubicado en el piso 16 de la Torre Uno, situada a pasos del Hotel Los Silos, siempre dentro de la zona portuaria.

La vista nocturna de la ciudad resulta impactante. El lugar cuenta con buena coctelería, música que acompaña y no perturba, un ambiente muy cómodo con mesas bien separadas e ideal para cenas románticas.

Pero lo mejor de todo está por venir. Y no falta mucho. Habrá en pocos días nuevo chef y un menú más moderno, a tono con lo que pretendemos de una ciudad tan pujante como Santa Fe. Por ahora no les decimos mucho más, un poquito de paciencia y tendrán novedades.

Mientras tanto volvemos al bus turístico, que partió desde el puerto y dará una vuelta de una hora y media por el centro histórico de la ciudad, pasará frente al Museo de la Constitución y hará una parada en la Cervecería Santa Fe donde la empresa agasajará a los pasajeros con unas latas de cerveza.

El bus sigue su recorrido tomando luego la costanera de la laguna Setúbal, con su famoso Puente Colgante renovado, que solo pueden atravesar vehículos chicos. Nosotros cruzamos a la otra margen por el puente más nuevo, pero eso ya en el regreso.

Por el momento seguimos por la costanera y aún unos metros más allá para observar dos estatuas que rinden homenaje a Estanislao López, considerado el patriarca del federalismo argentino, quien fuera 20 años gobernador de la provincia, y la del caudillo oriental José Gervasio Artigas.

Pero hay otra estatua de grandes dimensiones que nos llama la atención. Santa Fe respira fútbol y los colores de los dos clubes de la ciudad (el negro y rojo de Colón que apasiona a otro amigo, Mario Bianco, de Segafredo, y el rojo y blanco de Unión se van alternando según sea el barrio que atravesamos), pero también boxeo tiene lo suyo. 

Y es que, si bien nació en San Javier, es la capital donde se formó el boxeador argentino más famoso de la historia: Carlos Monzón.

El campeón solía comer pescados de río en el lugar que está detrás de su estatua: El Quincho de Chiquito. No hubo tiempo esta vez, pero ya hemos pasado por este verdadero paraíso del pescado de río años atrás.

Cerca de las 20:00 volvemos al lugar de partida. El guía nos acompañó durante todo el recorrido aportando con muchos datos históricos de la ciudad, y nos enseñó las particularidades y características de cada uno de los edificios emblemáticos que íbamos conociendo.

El bus turístico es muy recomendable, porque nos enriquece acerca de los conocimientos indispensables para conocer esta ciudad en toda su dimensión. 

Nos vamos de Santa Fe de la Vera Cruz, después de un fin de semana algo extendido, no sin antes pasar por las dos tiendas donde venden los alfajores santafesinos y sus marcas más conocidas: Merengo y Gayalí.

Si ustedes pensaban que la capital dela provincia no era una ciudad turística, pues estaban equivocados. Y ni siquiera les recordamos que a pocos kilómetros está una de las maravillas de la ingeniería argentina: el Túnel Subfluvial inaugurado en 1969 y que une las ciudades de Santa Fe y Paraná, a través de una extensión de 2.937 metros.

Vayan a Santa Fe Capital que vale la pena. Por su gastronomía que se renueva y por sus múltiples atractivos turísticos.

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