Una bodega que viene creciendo a lo largo de cuatro generaciones

Bodega López: un estilo inigualable

Martes, 8 de noviembre de 2022

A partir de hoy, Fondo de Olla © publicará algunas de las notas del colega Ángel Ramos, en un acuerdo de complementación entre nuestro sitio y el blog "angelyvino". Y el debut es nada menos que sobre la visita que Ángel realizó a Bodega López.

Hace años que tenía ganas de visitar la tradicional bodega, hoy manejada por la cuarta generación de la familia López, que ya es un clásico ineludible para el vino argentino.

Actualmente Eduardo y Carlos Alberto López -este último como enólogo-, siguen el camino que la hizo grande. Y "grande" es la palabra justa, especialmente cuando se puede llegar a la bodega ubicada en Maipú y apreciar en persona no solo su magnitud sino también su rica historia.

En el camino, por un error al elegir entre dos posibles direcciones en Google Maps para "Bodega López", la confundimos con su champañera y, aunque no ingresamos dado que nos esperaban en la bodega, quedamos impresionados también por su tamaño, de varios cientos de metros.

Finalmente logramos llegar a la bodega, donde lo primero que llama la atención es el enorme movimiento turístico, que llega para realizar la visita guiada. Y hay una razón: López es una de las pocas bodegas que todavía ofrece esta visita guiada sin cargo, así que los micros llenos de turistas ingresan en el amplio estacionamiento y son invitados a hacer un recorrido por la misma.

Se trata de la llamada "visita general", e incluye un clásico recorrido por la bodega donde se conoce su historia y el proceso de elaboración de los vinos.

Durante la visita asombran los volúmenes y los tamaños, tanto de las distintas naves como de los tanques y toneles, que dan una idea de la cantidad de vino que se elabora en este establecimiento, de más de 26.000 m2 cubiertos.

El recorrido incluye todas las etapas: se visitan las zonas de lagares y molienda, los tanques de fermentación, las prensas neumáticas, las salas de añejamiento en grandes toneles y de estiba de vinos de guarda, la planta de fraccionamiento y se observa la gigantesca cantidad de botellas esperando ser llenadas de vino.

Además de la inmensidad general de tanques y cantidad de toneles, el sector de embotellado es quizá, por su dinamismo, el lugar donde más se "vive" el volumen de producción de López: una vorágine interminable de botellas en circulación que van siendo etiquetadas, llenadas, encorchadas y encapsuladas, a la par que en el otro extremo se observa el armado de las cajas de cartón, la colocación de separadores, la introducción de las botellas en las mismas, el cierre de las cajas y el ensamblado final en tres filas de altura, cargando pallets que son envueltos en nylon resistente; todo ello en forma automatizada. Allí uno comprende cabalmente la magnitud de lo que se hace en Bodegas López.

La visita gratuita (de una hora de duración) continúa recorriendo el Museo de la Familia López, donde se aprecian 120 años de patrimonio histórico, cultural y regional, y finaliza con la degustación de un vino blanco y un vino tinto, después de lo cual la mayoría de los visitantes adquiere vinos o recuerdos en la enorme sala de ventas. Los grupos pueden alcanzar hasta 50 personas y está disponible todos los días hábiles de 11:00 a 17:00; sábados, domingos y feriados de 10:30 a 12:30.

Hay otras opciones más completas, con costo, que pueden consultarse y reservarse en la página web de la bodega: tour privado para dos a diez personas, degustación vertical Montchenot para grupos de hasta 10 personas y, finalmente, la "Experiencia completa estilo López" (que recomendamos) que fue la que gentilmente nos invitó, como prensa, Eduardo López, para poder apreciar a fondo la bodega y describirla en esta nota.

Incluye el recorrido completo, entrando en cada uno de los espacios y recovecos de la gigantesca bodega, acceso exclusivo a la sala de estiba de cosechas especiales y cierre estelar con degustación de vinos y el menú Casona López en el restaurante.

Nosotros empezamos la recorrida por el edificio más antiguo, que data del año 1898, del cual hoy sólo quedan los techos. Todo el resto ha sido renovado, e impresiona por la interminable hilera de tanques y toneles. Además, tiene dos subsuelos.

La bodega fue fundada por José Gregorio López Rivas, quien llegó a la Argentina en 1886, proveniente de Málaga, España, donde tenía viñedos que fueron exterminados por la plaga de la filoxera.

En 1898 nace José Federico López, segunda generación, quien en 1922 se hizo cargo de la empresa. Él fue quien trajo el roble francés y algunas variedades. La historia de la bodega está muy bien contada en su página web y llega hoy a la cuarta generación de la familia.

Sus viñedos superan las 1.100 hectáreas, distribuidos en doce fincas ubicadas en el Alto Valle del Río Mendoza, en los departamentos de Maipú y Luján de Cuyo, denominada Primera Zona y en el Valle de Uco, departamento de Tupungato; cuentan entre las tintas con Malbec, Cabernet Sauvignon, Sangiovese, Merlot, Pinot Noir y Syrah, y en blancas con Chardonnay, Semillón, Chenin Blanc y Sauvignon Blanc.

Si bien destacan las grandes cubas de roble, donde antes se hacía la fermentación porque aguantaban bien la presión, luego ha pasado a hacerse en piletas de concreto y tanques de acero inoxidable.

Uno de los pasos que ha distinguido siempre a López es que luego del proceso de elaboración, los vinos tintos se añejan en vasijas de roble francesas de Nancy, con capacidades que van de 5.000 a 35.000 litros, contando con 440 en total, entre toneles y cubas.

Ese añejamiento otorga a sus vinos su clásica suavidad y untuosidad, ya que la madera les suaviza los taninos, engrosa su estructura y prolonga su vida, favoreciendo una estiba posterior en botella por varios años, lo que agrega complejidad.

Una de las cosas que impresiona lo largo del recorrido es el tonel más viejo, que tiene la enorme capacidad de 337.700 litros y cien años de antigüedad, normalmente lleno con Cabernet Sauvignon. ¡No se lo pierda!

La capacidad total de almacenamiento orilla los 40 millones de litros, distribuidos de esta manera: 5,7 millones en toneles y cubas de roble francés, 15 millones en tanques de acero inoxidable y 19,3 millones en piletas de hormigón epoxipadas. Se utiliza un 60 al 70 % en forma simultánea de dicha capacidad, mientras que el resto se encuentra en limpieza y mantenimiento, el cual actualmente se realiza con personal propio.

La producción actual alcanza los 15 millones de litros. Se exporta el 15% principalmente a los Estados Unidos y Canadá. Actualmente el enólogo a cargo del día a día de la bodega es Juan Pablo Díaz, mientras que Carlos Alberto López lleva la dirección enológica de la bodega.

Sala de estiba privada

Allí, los López atesoran sus clásicos vinos, desde sus inicios: gran reserva, partidas limitadas y cosechas especiales, unos 165.000 litros en 195.000 botellas de 750 ml, 1,5 y 3 litros.

Cada vez que nace un familiar, la familia regala 500 botellas de Montchenot de la cosecha que nació, las cuales se encuentran guardadas a su nombre en la sala de estiba de añadas antiguas. El vino más caro allí guardado es un Chateau Vieux tinto gran reserva cosecha 1938 cuyo valor supera los $ 500.000.

La degustación

Nuestro guía nos ofreció abrir boca con una copita del Jerez Federico López, añejado en soleras de roble, que alcanza 15,3° y es un blend de cosechas elaborado con uva Pedro Giménez.

Luego probamos la champaña Montchenot Brut Nature Rosé: elaborado bajo método Charmat con Pinot Noir y Chardonnay de Finca los Maitenes. Fresco, rico, con leve dulzura y de nariz austera, su fuerte está en la boca. Cabe destacar que López puede seguir usando las palabras "jerez y champaña" para porque lo hace desde antes de la creación de las respectivas denominaciones de origen europeas.

Y si bien fue durante el almuerzo, destacamos ahora el Montchenot Chenin Blanc 2022, que fue el acompañante ideal de las entradas.

A continuación, avanzamos con el tinto más joven que, tratándose de una bodega como López que hace gala de ser una de las pocas que asumen el costo de guardar los vinos por nosotros, es el Petit Montchenot 2019 Reserva (obsérvese cómo en la contraetiqueta se esfuerzan por mostrar su juventud) que es un blend en partes iguales de Malbec y Cabernet Sauvignon, con la exacta combinación entre las dos cepas y la tersura del tonel dada por un año de paso un roble.

El cierre fue con los hermosos "viejitos"

Montchenot 10 años Gran Reserva 2012

Compuesto por 70% Cabernet Sauvignon, 20% Merlot y 10% Malbec y con un paso de cinco años en roble. Con la fruta del Malbec, el Cabernet Sauvignon redondeado en sus piracinas y el Merlot aportando suavidad en boca.

Montchenot 15 años Gran Reserva 2007

Qué más decir que es uno de esos vinos que me hacen sentir que estallan "estrellitas" en la cabeza. Una preciosura.

Rincón de López Restaurante

Para finalizar, la bodega nos agasajó con un almuerzo, que a esa hora ya pedíamos a gritos, en el luminoso espacio del primer piso que cuenta con grandes aberturas y terrazas con vista panorámica hacia la Cordillera de los Andes, la bodega y los jardines.

Allí se puede disfrutar tanto de su menú a la carta u opciones de pasos acompañados de los vinos clásicos, varietales y espumantes. En nuestro caso elegimos como entradas las rabas apanadas, con bouquet de hojas y aderezo casero y la provoleta a la chapa, gremolata, verdes y tomates cherries que acompañamos con el ya nombrado Chenin.

El plato principal fue una jugosa entraña de ternera grillada, con papines rústicos y dips con lactonesa, que fue gran complemento a lo que quedaba de los Gran Reserva.

El postre final: flan mixto casero de vainilla y caramelo, fue el cierre perfecto no solo de nuestra visita a Bodegas López (me acompañó el amigo y colega bloguero Nicolás Orsini), sino también de un hermoso e ilustrativo viaje a Mendoza donde recorrimos un total de diez bodegas, para obtener información y poder seguir escribiendo notas propias, contándoles las experiencias de primera mano.

En esta ocasión López no solo cumplió todas nuestras expectativas, sino que las superó ampliamente. Todo lo aquí contado se puede disfrutar a un precio muy acomodado (equivalente a unos 35 dólares) lo que la convierte en un espacio a tener en cuenta en cualquier visita a Mendoza. Tiene y ofrece todo lo que uno espera de una bodega que ha sabido, a lo largo de los años, ganarse el corazón de los argentinos.

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