¿Alfajor o champú?Lunes, 4 de noviembre de 2019Hace rato que se viene insinuando la necesidad de buscarle una identificación al espumoso (qué palabreja horrible) argentino. Los españoles lo han resuelto con un nombre simple y efectivo: cava. Aquí no le encontramos la vuelta y encima ahora le quieren poner nombre de alfajor.
Al Gato Dumas le gustaba decirle "champú", una manera lunfa de llamar al vino espumoso argentino. Al chef más mediático de la gastronomía argentina, le gustaba ponerle hielo, lo que para muchos es un sacrilegio. Excentricidades de un personaje que hizo historia.
Los más puristas no aceptan el término "espumante", el que todos solemos usar porque suena mejor que la denominación correcta: espumoso. Lo cierto es que carentes de imaginación e ideas, han surgido pocas iniciativas para encontrar una denominación apropiada.
Pero si hay disparates propuestos, el más reciente llega al absurdo. En la edición 2019 de las Jornadas de Gobiernos Locales, que tuvo lugar en la localidad de Guaymallén, Mendoza, el historiador Pablo Lacoste (tiene apellido de ropa francesa encima) propuso que de aquí en más, al espumoso argentino se lo nombre como si fuera un alfajor. En efecto, Guaymallén.
Ocurre que desde hace tiempo se está proponiendo que ese departamento mendocino sea considerado "Capital del Espumoso". Eso se debe a que el empresario Carlos Kalloss elaboró en 1902 la primera bebida equiparable a un champagne francés o un cava español y lo hizo en Guaymallén.
Fue en la Bodega Santa Ana y tiempo después Luis Tirasso hiciera popular a la bebida a través de la Revista Caras y Caretas, según expuso Lacoste en las jornadas. Para el historiador, el nombre es distintivo porque "remite a los habitantes originarios que son quienes crearon los sistemas de riego".
Sin embargo, para Adrián Vilaplana, ingeniero agrónomo que goza del respeto por su labor profesional de quienes hacemos Fondo de Olla ©, si bien está totalmente de acuerdo en que el espumoso argentino debe tener su nombre distintivo, no es partidario de esta propuesta ridícula. El adjetivo es nuestro.
Y lo fundamenta en estos términos: "no me gusta para nada Guaymallén, por más que sus antecedentes históricos y todo eso; creo que el nombre debe ser fácil de pronunciar en cualquier idioma como champagne, cava o sekt".
"¡Andá a hacerle decir a un gringo Guaymallén!", asegura Vilaplana. Y tiene razón. Quizá habría que pedirle a Bodegas de Argentina, que tiene los recursos, que organice un concurso nacional y acabar así con esta asignatura pendiente.
Hace rato que se viene insinuando la necesidad de buscarle una identificación al espumoso (qué palabreja horrible) argentino. Los españoles lo han resuelto con un nombre simple y efectivo: cava. Aquí no le encontramos la vuelta y encima ahora le quieren poner nombre de alfajor.
Al Gato Dumas le gustaba decirle "champú", una manera lunfa de llamar al vino espumoso argentino. Al chef más mediático de la gastronomía argentina, le gustaba ponerle hielo, lo que para muchos es un sacrilegio. Excentricidades de un personaje que hizo historia.
Los más puristas no aceptan el término "espumante", el que todos solemos usar porque suena mejor que la denominación correcta: espumoso. Lo cierto es que carentes de imaginación e ideas, han surgido pocas iniciativas para encontrar una denominación apropiada.
Pero si hay disparates propuestos, el más reciente llega al absurdo. En la edición 2019 de las Jornadas de Gobiernos Locales, que tuvo lugar en la localidad de Guaymallén, Mendoza, el historiador Pablo Lacoste (tiene apellido de ropa francesa encima) propuso que de aquí en más, al espumoso argentino se lo nombre como si fuera un alfajor. En efecto, Guaymallén.
Ocurre que desde hace tiempo se está proponiendo que ese departamento mendocino sea considerado "Capital del Espumoso". Eso se debe a que el empresario Carlos Kalloss elaboró en 1902 la primera bebida equiparable a un champagne francés o un cava español y lo hizo en Guaymallén.
Fue en la Bodega Santa Ana y tiempo después Luis Tirasso hiciera popular a la bebida a través de la Revista Caras y Caretas, según expuso Lacoste en las jornadas. Para el historiador, el nombre es distintivo porque "remite a los habitantes originarios que son quienes crearon los sistemas de riego".
Sin embargo, para Adrián Vilaplana, ingeniero agrónomo que goza del respeto por su labor profesional de quienes hacemos Fondo de Olla ©, si bien está totalmente de acuerdo en que el espumoso argentino debe tener su nombre distintivo, no es partidario de esta propuesta ridícula. El adjetivo es nuestro.
Y lo fundamenta en estos términos: "no me gusta para nada Guaymallén, por más que sus antecedentes históricos y todo eso; creo que el nombre debe ser fácil de pronunciar en cualquier idioma como champagne, cava o sekt".
"¡Andá a hacerle decir a un gringo Guaymallén!", asegura Vilaplana. Y tiene razón. Quizá habría que pedirle a Bodegas de Argentina, que tiene los recursos, que organice un concurso nacional y acabar así con esta asignatura pendiente.