Lima para Gourmets (7)

Canta Rana

Jueves, 18 de septiembre de 2014
De Avellaneda a Barranco, tal la travesía que realizó el racinguista Vicente Furgiuele, propietario de Canta Rana, un huarique (bodegón) limeño del distrito de Barranco, donde comer es lo mismo que chuparse los dedos.




“Warique” (en quechua) o “huarique”, es la palabra con la cual los peruanos designan a lo que serían nuestros típicos bodegones.

Canta Rana es uno de los huariques más populares de Lima, está en el distrito de Barranco y para más datos su dueño, Vicente Furgiuele, es argentino y fana de Racing, lo cual es muy fácil descubrir

; sólo basta mirar las paredes donde decenas de imágenes reproducen a futbolistas, camisetas, fotografías de jugadores que han pasado por el club de Avellaneda. Al ingresar a Canta Rana, uno no pudo dejar de recordar a aquel fenomenal jugador peruano, Ramón Mifflin, de paso efímero por La Academia. Pero de los seis viajeros, el único que parecía ocuparse por estas cuestiones anecdóticas futboleras era quien suscribe. Los demás, únicamente se mostraban interesados en probar los platos de la carta, donde como es lógico el predominio se lo llevan los pescados y frutos de mar.



A Canta Rana hay que llegar temprano, no toman reservas y siempre está lleno. A poco que se tome nota de la relación precio calidad, esto quedará sobreentendido; no hay misterios sobre el por qué un lugar como éste tiene tanto éxito. Tras una recorrida por el barrio, la plaza, el mirador, las escaleras que tanto cuesta subir, llegamos a Canta Rana, donde uno de los mozos se encargaría de hacernos más placentero el almuerzo (por su simpatía y voluntad, aunque como se verá más adelante no todo fue perfecto). No pudimos conocer a Vicente, enfrascado en sus tareas de la cocina, sí a uno de sus hijos, también racinguista (al fin y al cabo esto se hereda). Una de las mesas vecinas estaba ocupada por las familias de dos casamenteros; de hecho los habíamos visto a los novios un rato antes, sacándose fotos por la zona.



Barranco es a Lima lo que San Telmo a Buenos Aires. Como en La Brigada porteña, Canta Rana tiene sus paredes atiborradas de fotos, banderines, camisetas y demás objetos futboleros, con Racing como protagonista.


La historia dice que todo comenzó en “Donde canta la rana”, un restaurante familiar en Venezuela, donde Teresita comandaba las ollas. Vicente, uno de sus hijos, abre su Canta Rana en Barranco, con apenas 600 dólares que le había prestado su hermana Raquel. Increíble pero real, ése fue el capital inicial con el que contaba quien convirtió a su huarique en un lugar de “comida testarudamente sencilla, enigmáticamente elemental, brutalmente deliciosa, extraordinariamente abundante, adjetivos que también definirían a Perico, su papá”. No somos afectos a las adjetivaciones exageradas, pero después de comer en Canta Rana, podemos decir que todo esto es una verdad absoluta.





Para acompañar la comida, nada mejor que unos Piscos Sour de rigor y cerveza Cusqueña. Ceviches y tiraditos para comenzar. Los primeros son 17 opciones, a cual más tentadora. Desde la clásica de pescado blanco, o el mixto, hasta los más raros, como el especial (con erizo y conchas negras). El “Guardia Imperial” sale con lenguado y pulpo a la parrilla; el de pescado y pulpo con ají amarillo, y el sorpresivo “Beso de mar”. Los tiraditos en seis versiones, como el de pejerrey o el “Apaltado especial”, con crema de ají amarillo y chicharrón de calamar. Hay varias entradas calientes, pero los compañeros se orientaron para los caldos y sopas, pese a lo caluroso del día y el sol, que casi nunca aparece en Lima, pero que esta vez fue la excepción que confirma la regla. Parihuela especial, chupe de camarones, “Lázaro levántate” (que lo recomendamos si andan por Barranco). Nos quedamos con las ganas de probar el tacu tacu con picante de mariscos, que el mozo olvidó de traer (mi pedido fue víctima de la gran cantidad de gente, y seguro que de la mala memoria del camarero y/o de lo caótica que se pone la cocina cuando el local está atiborrado de gente y las comandas superan la capacidad humana.



Los platos de fondo son de pescados, picantes, arroces, tortillas, hueveras y tacu tacu; también las carnes, como el lomo salteado y por ser un argentino el dueño, milanesa de lomo, a la Napolitana y de pollo. Hay platos especiales, como el seco de cabrito, pastas artesanales también; pero quién en su sano juicio podría omitir el rubro marítimo en este lugar. Los postres, como suelen ser los más clásicos del Perú, no terminan de convencernos: suspiro limeño, torta tres leches y chocotejas. Canta Rana es desde 1985 un lugar emblemático de Barranco y de toda Lima. La Guardia Imperial está atenta, y si sos del Rojo (como

Julián De Dios

, autor de las fotos que ilustran esta nota), mejor no lo digas.



Canta Rana - Genova 101, Barranco (Lima, Perú) - Teléfono 247-7274. Todos los días mediodía y noche. Tarjetas. 






 

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