Cristal de cara al Puerto Martes, 17 de noviembre de 2015Puerto Cristal es un referente del barrio más joven de la ciudad. Puede ostentar lo que pocos han logrado en Puerto Madero: una trayectoria sin sobresaltos y fiel a la esencia impuesta por su fundador.
Puerto Cristal - Alicia Moreau de Justo 1082 - Tel.: 4331-3669. Abierto todos los días mediodía y noche. Principales tarjetas.
Cocina: Porteña
Barrio: Puerto Madero
Precio: $$$$$
Puerto Cristal es un lugar como les gusta a los porteños. Cómodo, con la vista espectacular de los docks y el río, un servicio profesional de mozos “como los de antes” y la carta “kilométrica”, donde cuesta una enormidad decidir lo que uno va a comer.
Festejando sus 20 años (de hecho es pionero en la zona), el restaurante está en plena reforma para modernizarse, tal como lo imponen los nuevos tiempos. Dos españoles fueron responsables de visualizar que se abría un nuevo polo gastronómico en la ciudad donde antes solo había docks portuarios casi en estado de abandono.
Puerto Cristal cuenta con disponibilidad para 350 comensales. Su carta es una amplia lista de platos porteños, de las diferentes colectividades que dejaron su impronta en nuestra forma de comer. Y con algunas opciones únicas, que ya no se encuentran en los restaurantes porteños.
Un caso emblemático es la langosta (que sale a la Termidor o al Champagne), que no sabemos cómo lo hacen pero la consiguen y es muy pedida por el público de edad media alta, que tal vez añore a Veracruz, aquel restaurante de la calle Uruguay, en la zona de Tribunales, que se especializaba en estos crustáceos.
En Puerto Cristal, los precios son altos pero los platos rotundos. Una carta “kilométrica”, en la que es posible encontrar hasta langosta a la Termidor y las ancas de ranas.
Hemos oído algunos comentarios sobre los precios de la carta, que son elevados en verdad, pero esto no significa que la relación calidad no sea buena, sino todo lo contrario. Como siempre ocurre, las cosas dependen del cristal con que se las mire. Una buena recomendación es hacerles caso a los mozos, que la tienen clara, y sabrán asesorar convenientemente.
Para los almuerzos, se ofrecen menús muy convenientes, de lunes a sábados al mediodía. Uno de ellos incluye entrada y principal a elección, postre o café, más servicio de mesa y bebidas. El otro menú es una opción más general con entrada, plato principal, postre, copa de espumante, una botella de agua por persona, café o té, y servicio de mesa.
Habría que extenderse demasiado si quisiéramos detallar al menos una buena parte de la carta, de modo que preferimos ofrecerles a los lectores solo algunos ejemplos a tener en cuenta. Entre las sugerencias, por caso, la cocina propone champiñones farci; linguini nero di seppia; risotto con cordero braseado; torre de mariscos, y las ancas de rana con tomate concassé, finas hierbas en Sauvignon Blanc con tuille de queso con verduras a la manteca.
Hay además pulpo a la gallega, fettuccine misto di mare; merluza negra Vizcaya; lomo “Puerto Cristal”; solomillo de cerdo con salsa de arándanos y mucho más.
Los postres son clásicos: helados en numerosas opciones; panqueque de manzana al rhum; natillas madrileñas; frutillas Vendôme; crêpes Tafí del Valle.
Muy valorable la decisión de ofrecer una carta de platos para celíacos, incluyendo postres, como la degustación de crème brûlée. Al fin y al cabo un menú pantagruélico, como prefieren los argentinos en general y los porteños, en particular.
Y algo poco habitual en los restaurantes porteños. Los baños son un lujo, un dato que muchas veces pasa inadvertido, pero que por lo general los clientes padecemos.
Puerto Cristal es un referente del barrio más joven de la ciudad. Puede ostentar lo que pocos han logrado en Puerto Madero: una trayectoria sin sobresaltos y fiel a la esencia impuesta por su fundador.
Barrio: Puerto Madero
Precio: $$$$$
Puerto Cristal es un lugar como les gusta a los porteños. Cómodo, con la vista espectacular de los docks y el río, un servicio profesional de mozos “como los de antes” y la carta “kilométrica”, donde cuesta una enormidad decidir lo que uno va a comer.
Festejando sus 20 años (de hecho es pionero en la zona), el restaurante está en plena reforma para modernizarse, tal como lo imponen los nuevos tiempos. Dos españoles fueron responsables de visualizar que se abría un nuevo polo gastronómico en la ciudad donde antes solo había docks portuarios casi en estado de abandono.
Puerto Cristal cuenta con disponibilidad para 350 comensales. Su carta es una amplia lista de platos porteños, de las diferentes colectividades que dejaron su impronta en nuestra forma de comer. Y con algunas opciones únicas, que ya no se encuentran en los restaurantes porteños.
Un caso emblemático es la langosta (que sale a la Termidor o al Champagne), que no sabemos cómo lo hacen pero la consiguen y es muy pedida por el público de edad media alta, que tal vez añore a Veracruz, aquel restaurante de la calle Uruguay, en la zona de Tribunales, que se especializaba en estos crustáceos.
En Puerto Cristal, los precios son altos pero los platos rotundos. Una carta “kilométrica”, en la que es posible encontrar hasta langosta a la Termidor y las ancas de ranas.
Hemos oído algunos comentarios sobre los precios de la carta, que son elevados en verdad, pero esto no significa que la relación calidad no sea buena, sino todo lo contrario. Como siempre ocurre, las cosas dependen del cristal con que se las mire. Una buena recomendación es hacerles caso a los mozos, que la tienen clara, y sabrán asesorar convenientemente.
Para los almuerzos, se ofrecen menús muy convenientes, de lunes a sábados al mediodía. Uno de ellos incluye entrada y principal a elección, postre o café, más servicio de mesa y bebidas. El otro menú es una opción más general con entrada, plato principal, postre, copa de espumante, una botella de agua por persona, café o té, y servicio de mesa.
Habría que extenderse demasiado si quisiéramos detallar al menos una buena parte de la carta, de modo que preferimos ofrecerles a los lectores solo algunos ejemplos a tener en cuenta. Entre las sugerencias, por caso, la cocina propone champiñones farci; linguini nero di seppia; risotto con cordero braseado; torre de mariscos, y las ancas de rana con tomate concassé, finas hierbas en Sauvignon Blanc con tuille de queso con verduras a la manteca.
Hay además pulpo a la gallega, fettuccine misto di mare; merluza negra Vizcaya; lomo “Puerto Cristal”; solomillo de cerdo con salsa de arándanos y mucho más.
Los postres son clásicos: helados en numerosas opciones; panqueque de manzana al rhum; natillas madrileñas; frutillas Vendôme; crêpes Tafí del Valle.
Muy valorable la decisión de ofrecer una carta de platos para celíacos, incluyendo postres, como la degustación de crème brûlée. Al fin y al cabo un menú pantagruélico, como prefieren los argentinos en general y los porteños, en particular.
Y algo poco habitual en los restaurantes porteños. Los baños son un lujo, un dato que muchas veces pasa inadvertido, pero que por lo general los clientes padecemos.