Fuimos a Burgio, tras su celebrada reapertura después de un año en que parecía que todo estaba perdido. Pero nos encontramos con una propuesta que se parece más a la de la cadena Kentucky, que a la tradicional pizzería belgranense de otros tiempos.
La verdad es que teníamos muchas expectativas por comprobar cómo había quedado el local de Burgio, tras la reapertura ocurrida semanas atrás. Y por supuesto, también probar sus pizzas y empanadas que tanto recordábamos.
Pues bien, el resultado fue una mezcla de sensaciones encontradas. Fuimos un mediodía de viernes, con el local repleto y observando una renovación no solo edilicia, sino también de personal.
Hoy, las que atienden las mesas son jóvenes mujeres, en contraste con los viejos mozos de a la vieja usanza. Las paredes conservan el estilo de aquellos tiempos, en tanto se han colocado austeros mostradores en los que se puede comer de parado alguna porción de pizza al corte, empanadas que pueden ser al horno o fritas, beber un moscato o una bien cerveza tirada.
Quienes no se sientan a una de las mesas ubicadas unas junto a otras, sin demasiada separación debido a la estrechez del local (largo pero angosto), deberán sacar ticket, esperar que les sirvan las porciones pedidas, mientas que a la derecha, una amable señora nos entrega las empanadas y las bebidas.
Luego, habrá que buscar espacio entre los mostradores y una mesa alta, en la que los comensales apurados deglutirán la pizza de doble masa, un estilo que enseguida nos llevó a pensar qsue estábamos en cualquiera de los locales de Kentucky, la cadena en amplia expansión en toda CABA, el Gran Buenos Aires y cada vez más lejos de su ubicación original, en la esquina de Godoy Cruz y Santa Fe, en elPuente Pacífico.
De manera que Burgio ha vuelto a abrir sus puertas y eso hay que celebrarlo. Las instalaciones han sido renovadas preservando su estilo. El horno parece ser el mismo de siempre. Todo eso va en el haber.
Pero..., siempre existe un pero. La pizza ya no rebosa de "muzza" ni aceite, sino que ahora ha ganado en pan, y perdido en queso y demás ingredientes. Y las empanadas, mejor si las pedís al horno, porque la frita -si bien es más rica-, nos cayó un poco pesada, tal vez por el aceite reutilizado.
Los precios, sin dudas, son muy razonables. Una porción de "muzzarella" está a $ 250; una empanada de carne frita a $ 225. El chopp lo pagamos $ 400. Todo eso en la barra y comiendo de parado.
Burgio volvió y todo parece más higiénico que el de antes. Se cambió el mobiliario, se remodelaron las instalaciones y el público dio el visto bueno. Eso sí, la sensación que nos quedó es que ahora copiaron a Kentucky. Y la pérdida de identidad en la propuesta gastronómica, ya sabemos que no es un buen indicador.
Con la llegada de los días cálidos y la energía renovadora de la primavera, La Casona de Belgrano, presentó los nuevos platos de su carta primavera-verano 2025/2026.
La semana pasada, se conoció la noticia de que 15 cocineros argentinos, habían logrado ser reconocidos por la lista "Best Chefs Awards", que los distingue con uno, dos o tres cuchillos. Hay un hecho que nos llamó la atención, y que demuestra a las claras lo poco serias que son las guías Michelin, los 50 Best Restaurants y también esta otra que nos ocupa y que, a diferencia de las dos anteriores, premia a los cocineros y no a los restaurantes. La misma m..... con distinto olor.
En Buenos Aires, y con un eco que llega hasta Miami, la pasta encuentra en esta fecha un escenario ideal para reafirmar su presencia en las mesas argentinas. Entre clásicos consagrados y nuevas propuestas, diferentes restaurantes celebran este símbolo de la cocina italiana con platos que mezclan tradición, producto local y la mirada personal de cada casa.