En las últimas semanas, la prensa que busca destacar únicamente lo frívolo y lo esnob, puso el foco en un postre de Molusca Bar, que poco aporta a la realidad de este restaurante. Lo cierto, es que no podemos quedarnos en un Don Pedro para evaluar la cocina de mar puesta en valor por el chef Dante Liporace.
Todo nació de una especie de joda interna, dado que uno de los propietarios, Leandro Caffarena, es conocedor y, sobre todo, gran consumidor de whisky. Y Dante Liporace, también socio y chef de Molusca Bar, creó su propia versión de un clásico postre porteño: el Don Pedro.
Y entonces "inventaron" tres opciones distintas: una con whisky de precio regular, otro también escocés de otro valor más alto y, finalmente, un japonés cuyo precio es de 40 lucas. Va de suyo que darle trascendencia a esto, omitiendo lo más importante que es la comida, suena a esnobismo extremo.
Al regresar a Molusca para probar algunos nuevos platos de la carta invernal, nos encontramos con que el chef decidió que todos los platos sean "de mar", por lo que sacó del menú la milanesa, un "sapo de otro pozo" entre pescados y mariscos. Una decisión que es lógica y coherente.
Observamos también que las ostras exhiben cambios en algunas de las preparaciones, pero siguen siendo un must de la casa (porque si tomamos al pie de la letra la palabra en lengua inglesa, es un "deber" pedir esos moluscos recién extraídos del piletón instalado en el subsuelo, que tiene el know how de Roberto Gallina, otro de los socios del emprendimiento).
Salen de a tres unidades, con tabasco y limón; manteca de algas y huevas; thai; salsa ponzu, y gratinadas. Una degustación de las cinco no es mala idea, precisamente., que es lo que pedimos y nos concedieron el deseo.
Por otra parte, hay asimismo un terceto de entradas frías, entre las cuales la novedad es la pesca blanca marinada en lima, tomate y albahaca. Las otras opciones son el tartar de salmón y yema curada, y el carpaccio de langostinos con huevas de pescado.
Las entradas calientes son las rabas con mayonesa de kimchi; croquetas de mejillones con miso y mostaza; y bum de boquerones y cornalitos (salen dos unidades).
Las mayores novedades del menú están en los principales. Muy buenos ravioles de corvina, de masa negra perfectamente acompañados por una suave manteca de hierbas. Y la fideúa, plato valenciano que suele asociárselo con la cocina catalana (una especie de paella con fideos en lugar de arroz), y que aparece bien nutrida de pescado y mariscos.
También hay un lenguado entero, con morrones, hierbas y puré; o la pesca del día con caldo de escalibada y arvejas.
Ya hablamos de los postres, donde claro que están los tres Don Pedro: con Johnnie Walker, Caol Ila o Hibiki japonés. También créme brulée con infusión de frutillas, y torta de chocolate con pistachos y salsa de yerba mate.
Y por la noche hay valet parking, un dato a tener en cuenta dada la ubicación del restaurante, sobre la calle Salguero pasando el Shopping Alcorta.
Si te gustan los frutos de mar, éste es el lugar sin dudas. Una cocina creativa con el sello de Dante Liporace, que rinde homenaje a nuestro olvidado Mar Argentino.
El Alvear Grill nació el 16 de julio de 2018 para reemplazar nada menos que a La Bourgogne, que apagó sus fuegos tras la cena de la Revolución Francesa, dos días antes y luego de una larga trayectoria en ese lugar. Es uno de los espacios históricos y más elegantes de la gastronomía porteña, ubicado dentro del Alvear Palace Hotel. Hoy el restaurante aparece renovado, a través de la incorporación del chef Leandro Di Mare y de la gerente de AA&BB, Gabriela Troncoso. Su propuesta conlleva una dualidad positiva: las carnes argentinas y una cocina de elaboración puntillosa y creativa.
Pocos días después de su apertura, Kuro Kuma ("Oso Negro" en japonés) aparece poblado de comensales en una fría noche de miércoles. Se trata de uno de los espacios más llamativos de VíaViva, el pasaje debajo del viaducto del tren a Tigre, que nace en la calle Juramento, en la entrada al Barrio Chino. La propuesta es de cocina asiática, garantizada por la sapiencia de Oscar Lin, propietario y chef de Síntesis Tapas Asiáticas, en Palermo. Para quienes prefieren la comodidad de un salón cómodo y climatizado, antes que la comida callejera al paso, sin dudas éste es el lugar a elegir.
En los confines de Villa Urquiza, Bonario es un nuevo pequeño restaurante ubicado en una estratégica esquina del barrio, sobre la Avenida Congreso. Su propuesta -creada por el chef Sebastián Iraola-, se basa primordialmente en la cocina mediterránea, con platos simples, ricos y abundantes. Está abierto todo el día y funciona además como cafetería.