Vinos fantasmas

Días pasados, un amigo nos comentó con mucha indignación que se había enterado de que una bodega de la zona en la que desarrolla su actividad, ha estado mintiendo sobre el origen de los vinos que comercializa. Y nos dio datos que son fidedignos, a los que si uno les ata algunos cabos se dará cuenta de inmediato que esto es absolutamente cierto e irrefutable.

Este es apenas un ejemplo de lo que podemos denominar "vinos fantasmas". ¿Por qué? Simplemente porque se miente, o cuanto menos se omite información. No sabemos quién lo elabora, dónde está el origen de las uvas.

Muchas veces, pretenden hacernos creer que son propios, cuando en realidad lo único que hacen es construir una bodeguita para la gilada de manera que, con una hectárea de viñedos, un salón de fiestas, un restaurante y una sala de degustación alcanza y sobra para venderles un buzón a sus clientes.

Hasta llegan a decir que son biodinámicos, como si esta fuera la panacea universal y no esoterismo puro como lo indica la realidad.

¿Acaso no sería más ético y transparente dar a conocer toda la información necesaria para conocer la trazabilidad del vino? 

Hay bodegas que no tienen problemas en poner en la contraetiqueta si el vino fue añejado con chips o duelas, pero muchas otras lo omiten para justificar un precio muy elevado como si se hubieran utilizado un 100% barricas de primer uso.

Se nos ocurre otro caso emblemático, como es el de personajes famosos (del medio artístico, del deporte, el fútbol en particular), que venden sus propios vinos y solo ellos saben quién y dónde los elaboran. 

Otros, más avispados, autorizan el uso de su nombre y, en ese caso, sabemos qué bodegas elabora los vinos. Un caso emblemático y que aporta claridad y transparencia, es el acuerdo de Lionel Messi con Bodegas Bianchi. 

Hay gente con dinero para invertir, que se ha puesto a producir sus propios vinos por hobby. Así, contratan un enólogo y lo elaboran donde pueden. Repetimos, esto no es ilegal, pero qué bueno sería que tuviéramos más información cada vez que compramos y bebemos un "vino fantasma".

Se nos viene el caso ahora a la memoria, de la época en que todas las bodegas querían tener su propio Torrontés, pero ante la imposibilidad de contar con uvas de calidad en sus viñedos, terminaban comprándolas en Salta o La Rioja. Y a veces adquirían alguna pequeña finca.

Algunas adquirían solo la uva y elaboraban ellas; otras el vino directamente y se "olvidaban" de aclararlo. Al fin y el cabo, uno que anda en esto desde hace tiempo se termina enterando.

Como ha pasado días atrás con un emprendimiento en el norte de la provincia de Buenos Aires, donde todo está armando para hacer actividades sociales, dicen que cuentan con viñedos y uvas de cepas no tradicionales, y que elaboran ellos mismos. Salvo que nos enteramos, casi de casualidad, que los vinos se los compran a un viticultor que cometió la "imprudencia" de mandarlos al frente en un momento de distracción durante un vuelo.

Hay "vinos fantasmas" que nos gustan mucho, otros menos, algunos son imbebibles. Pero si bien omitir información no es un delito, no habla muy bien de la transparencia que debe existir en el comercio justo.

Va de suyo que omitimos dar nombres para evitarnos problemas legales. Pero, amigo lector, casi siempre basta con leer la contraetiqueta, porque ahí de inmediato se observará que faltan datos o que éstos se escudan en números de inscripción ante el I.N.V., que en definitiva nos llevarán a saber cuál es la bodega donde se elaboró ese vino.

Se dice comúnmente que "no creo en fantasmas pero que los hay, los hay". Y eso no ocurre solamente en viejas casonas embrujadas, sino en el propio mundo del vino.