No es que uno sea adivino o mago. Hace pocos días publicamos la noticia del cambio de carta en Alo's Bistró, señalando que cada menú supera al anterior. Ahora lo probamos y se certifica lo dicho. Comer sentados a la barra interactuando con la brigada es un lujo, tanto como lo es este restaurante para la Zona Norte. No hay con qué darle.
Alo's - Avenida Almirante Blanco Encalada 2120, Boulogne Sur Mer, San Isidro. Teléfonos.: +54 9 11 2874 7432 / 4737-1246 / 4737-0248. Horarios: martes, miércoles y domingos de 10 a 16; jueves, viernes y sábados de 10 a 23. Principales tarjetas.
Tipo: Alta Cocina
Barrio: La Horqueta
Precio: $$$$
No hemos descubierto nada nuevo, ni tampoco inventamos la pólvora. Alo's Bistró es el único restaurante de Alta Cocina en la Zona Norte, y está a años luz de cualquier comparación que se quiera hacer, excepción hecha de Bestia, que este año cambió su propuesta por el mismo camino, de la mano de Nacho Trotta.
Tartar de ciervo.
No fuimos audaces al decir hace algunos días en la nota titulada "Alo's, donde cada menú supera alanterior", ya que pese a no haber probado los nuevos platos la sola lectura de sus ingredientes y conocedores del nivel del restaurante, sobraban y bastaban para aventurar tal definición.
Esta vez sí que fuimos. Y la experiencia de comer sentados a la barra, en ubicación privilegiada para interactuar con el jefe de cocina, Lucas Canga, encargado de elegir los pasos de la degustación, resultó todo un plus para realzar la experiencia.
Kombu, shitake y katsuobuchi.
El chef propietario, Alejandro Feraud, sí que la tiene clara. Cuando abrió este bistró a su imagen y semejanza, no solo eligió a su equipo (Yamila Di Renzo, a esta altura nos ha demostrado que es la mejor pastelera del momento) sino que también armó una brigada con gente joven a la que ver desarrollar su trabajo da gusto.
El local estaba repleto de gente en la noche de miércoles. Buena señal. Los precios son muy accesibles y cada peso invertido cuesta lo que vale. Un menú degustación como el que probamos a $ 5.000 es una bicoca, si los lectores pueden pagar esa suma pues no pierdan más el tiempo: reserven ya su lugar y si es la primera visita hágannos caso, pidan la barra.
Trucha con ñoquis y huevas.
Como siempre hacemos, ausente Alejandro por compromisos en el otro restaurante de San Isidro, Bestia, donde es uno de los socios, fue Lucas Canga quien nos dirigió la degustación.
Tras el appetizer del día y el pan de masa madre (entre los mejores que hemos probado últimamente), fuimos preparando las papilas gustativas para un producto del mar poco frecuente de encontrar: la panopea. Este molusco es traído especialmente de Las Grutas. Una delicadeza que acaricia el paladar y al que no es fácil encontrarle el acompañamiento adecuado. En este caso manzana, pepino y apio.
En simultáneo, nos sirvieron el tartar de ciervo, coronado por quinua frita y que dejó en otro lado ese sabor salvaje que a muchos molesta. Sin embargo, la carne tiene una consistencia que delata su tipicidad. Ambos platos contaban con un picor que realzaba el sabor, aun apto para paladares argentos poco dispuestos a ello.
Ojo de bife y linguini.
Un paso increíble fue el siguiente: kombu, shitake y katsuobushi, para dar lugar a un dashi de sabor intenso. Solo apto para paladares audaces. Un plato inolvidable.
Inesperado resultó el paso siguiente, fuera de carta o plato del día, como se quiera decir. Una trucha apenas cocida que venía con sorpresita: unas huevas que sirvieron para potenciar el sabor de los ñoquis de ricota y nero di seppia que acompañaban al pescado.
No podía faltar la carne, claro está. El ojo de bife en su punto de cocción bien jugoso, como debe ser, junto con una combinación no muy italiana que, de todos modos, maridaba a la perfección: linguini con colatura que elabora Hernán Viva en Mar del Plata.
Panchito de mar.
Ante el ofrecimiento de Lucas de probar algo más, la gula pudo más y nos trajo el panchito de mar, de pan elaborado con tinta de calamar, con langostinos y papada de cerdo. Un panchazo más que un panchito.
Mientras se degustaban estos platos, veíamos marchar los cappellacci de espinaca y vainilla; los tortellini de mortadela, parmesano y pistacho; la pesca del día con zucchini, azafrán y almendras; pato y su alimentación; el cordero PAC, y su majestad el pulpo.
Sandía, frutilla y hierbas.
De la barra de cócteles se probaron un pisco sour diferente al tradicional, y un daiquiri de membrillo con ron dorado, membrillo, cassis y lima.
Costó elegir el postre entre tanta creatividad de Yamila Di Renzo. Finalmente fueron la sandía, frutilla y hierbas; y el chocolate, café, cerezas y curry.
Vale la pena echarle un vistazo con tranquilidad a la carta de vinos, muy completa y elegida según criterios aconsejables en torno a cepas, regiones y métodos de elaboración.
Lo dicho: Alos' Bistró es un must absoluto. Y pronto habrá un local vecino donde comprar los productos que se utilizan en la preparación de los platos. No nos vengan con eso de que La Horqueta queda lejos.
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