Ni uno menos

Un nombre perfecto para identificar lo que para nosotros, herencia de los italianos, significa la amistad y el placer de juntarnos alrededor de una mesa. Es "Amici Miei" o sea "Amigos Míos" en la traducción literal. Y alude a un restaurante que penoso es anunciarlo, ya forma parte del pasado de la gastronomía de Buenos Aires.

También es el título de una película de Mario Monicelli, con la actuación de Ugo Tognazzi, Philippe Noiret y Gastone Moschin, entre otros. Alude a cuatro amigos entrados en años que no tienen otra cosa que hacer que juntarse todos los días para hacer bromas que pongan en ridículo a los demás.

Los personajes son el periodista Giorgio Perozzi (maltratado por el hijo y su exmujer; el arquitecto Rambaldo Melandri (una especie de putañero con el sí fácil); el barman Guido Necchi, dueño del lugar de la juntada diaria; y un conde venido a menos de apellido Mascetti, que vive en un sótano, pese a lo cual disfruta de su joven amante (Titti).

Lo cierto es que allá por 2008 fue el nombre elegido por el chef Sebastián Rivas Proia, para su restaurante de San Telmo, en los altos de un viejo caserón ubicado justo frente a la concurrida Plazoleta Dorrego.

Hablamos con el chef hace unas semanas, nos contó que ya el negocio era suyo en forma exclusiva y que estaba haciendo grandes esfuerzos para sobrevivir. Pero el tiempo pasó, la cuarentena sigue firme, no hay una luz al final del túnel y por desgracia no queda otra que el cierre.

El título de esta nota lo tomamos como una metáfora de lo que está pasando. No queremos el cierre de ni uno más. Es decir, queremos que se acabe esto de "uno menos" a cada rato.

Es triste ver cómo el esfuerzo de tantos años se viene a pique ante la indiferencia de los que tienen que dar soluciones. No se puede parar un país durante medio año (que como viene la mano será más tiempo aún). No importa el signo político, no interesa especular sobre qué hubiera hecho Macri si le tocaba la pandemia. 

Importa sí que los que están ahora en el poder, legítimamente votados por mayoría, actúan con coherencia para salvar a los empresarios (en este caso gastronómicos) y las fuentes de trabajo que ellos generan.

Sebastián abrió su restaurante para dotar a la ciudad de un lugar en el cual la cocina italiana del norte (particularmente de la zona de Parma), exhibiera las nuevas tendencias que modernizan las recetas ancestrales sin traicionar su espíritu.

Rivas Proia pasó por varias cocinas antes de emprender su experiencia europea. Estuvo en esa cocina - escuela maravillosa hoy dejada a la deriva por sus actuales dueños que tres años después aun no han comenzado la etapa de restauración que habían prometido. Nos referimos al Grill del Plaza Hotel, que languidece con su ruinoso abandono.

Estuvo también en el ex Hyatt (hoy Four Seasons), en el restaurante Galani, que luego pasó a llamarse Le Mistral donde actualmente está el Pony Line. Allí conoció a Dante Quaglieri, discípulo nada menos que del gran Gualtiero Marchesi, el primer italiano en obtener 3 Estrellas Michelin, que también tuvo el coraje de renunciar a ellas como los Bras, y está considerado como el padre de la Cocina Italiana Moderna.

En Italia trabajó en Dolce Vita, Parma, nombre de otra película precisamente, del gran maestro Federico Fellini. Ese nombre parece que estaba registrado.

Amici Miei se suma a la ya larga lista de cierres definitivos. Penoso. Inconcebible. Inaudito. Innecesario. Muchos calificativos que no tienen razón de ser. Pero son una realidad, debido a estrategias mal urdidas por quienes deberían ser más científicos de lo que dicen ser.