Toda bodega tiene precio

¿Cómo hace una bodega familiar a resistir la tentación de vender (a veces hasta su apellido) a poderosas empresas del exterior o bien a fondos de inversión de dueños desconocidos? "No escuchamos ofertas", nos decía años atrás alguien de una bodega que aún permanece en manos de los fundadores originales. Es decir que aún hay excepciones que confirman la regla.

No es lo que ha pasado con Luigi Bosca, que a fines del año pasado anunció su "alianza" con el fondo de inversión L Catterton Latin America. Lo de "alianza" no es otra cosa que la venta de parte de las acciones de la compañía de la Familia Arizu.

Decirlo de esta manera no deja de ser un eufemismo. Es como ocultar que la madera de un vino proviene de chips o de duelas, como si esto fuera un pecado o algo ilegal. En el fondo, la venta es un negocio y no está mal que eso haya ocurrido. Pero las cosas como son, no como pretenden hacernos creer. 

La historia oficial dice que "un fondo inversor propiedad del grupo francés Louis Vuitton Moett Hennessy (LVMH) acaba de ingresar al capital de una de las principales bodegas de la Argentina. Se trata del fondo L Catterton Latin América que adquirió una participación accionaria en Luigi Bosca de la familia Arizu".

En nuestro país, además de su injerencia en la Bodega Chandon (a la sazón perteneciente al grupo LVMH), tiene intereses en el rubro de la vestimenta, ya que son dueños de las marcas Rapsodia, Caro Cuore y Baby Cottons.

No se sabe cuánto pagaron ni por cuánto capital accionario de Luigi Bosca, pero se aclaró que los Arizu seguirán a cargo de la gestión de la bodega. Y que el "acuerdo" les permitirá "impulsar el crecimiento de sus marcas y expandirse en los mercados más importantes del mundo".

Una "bomba" más reciente es lo que ha ocurrido con Pernod Ricard Argentina, que decidió desprenderse de la Bodega Graffigna y todas sus marcas originadas en la provincia de San Juan (Graffigna, Colón y Santa Silvia).

Dicen que cuando el río suena, agua trae (o lleva). Se decía que tal vez los compradora sería Molinos Río de la Plata, pero finalmente y como dos puntas tiene el camino, fueron los chilenos del grupo VSPT (aquí en el país tienen la cervecera CCU, y los vinos Tamarí y Finca La Celia) los compradores de la histórica bodega sanjuanina.

La noticia se supo de propios voceros del Estudio de Abogados Pérez Alati, Grondona, Benites & Arntsen, que participó de la operación. Los chilenos compran la bodega y sus viñedos ubicados en Pocito y Cañada Honda (Sarmiento), La Consulta (Valle de Uco, Mendoza) y también las marcas ya citadas.

Una vez más se desconoce el monto de la transacción que terminará de concretarse este año. Pernod Ricard Argentina se queda con sus bodegas de Cafayate (Etchart) y Mendoza, y la producción y comercialización de bebidas espirituosas.

Otro golpe de efecto vino del sur. Allí se separaron las aguas (en realidad, los vinos). La familia Viola se separó del Holding Corporación América con el que se había asociado en 2009 para compartir la gestión de las bodegas Del Fin del Mundo y Malma.

A partir de ahora los Viola continuarán en el negocio del vino con Malma (ex NQN), en tanto que los Eurnekián se quedan con Bodega del Fin del Mundo. Ambas están en San Patricio del Chañar, provincia del Neuquén.

Viola fue pionero en la región cuando en 1999 plantó los primeros viñedos y generó el sistema de riego con agua del río Neuquén que da vida a la región. Fundó la Bodega del Fin del Mundo dando inicio al polo vitivinícola de San Patricio del Chañar.

El complejo tiene una superficie de 5800 m², conformados por la bodega, las oficinas, Malma Restaurante, la casa de huéspedes y el centro de visitas. Los vinos que componen actualmente el portfolio de la bodega, son Malma Universo, Malma Reserva de Familia, Malma Finca La Papay y P15, entre otras.

"Hoy estamos de remate" diría Gerardo Sofovich. Es eso o no escuchar ofertas. Sólo que a veces es muy difícil hacer oídos sordos.