Osaka, la Revolución NikkeiViernes, 25 de enero de 2019Fue una experiencia distinta. Por primera vez, los periodistas comparten la mesa con el chef de la casa, el itamae, el gerente general y el propietario del restaurante. Fue en Osaka Puerto Madero. Y pucha que valió la pena.
Se sabe, hay muchos mitos acerca de Osaka. Nadie en su sano juicio diría que se come mal, porque sin dudas se trata de uno de los mejores restaurantes de la Argentina, al igual que Osaka Lima y Osaka Santiago de Chile (que tienen un nivel superlativo). Pero, porque siempre hay peros, se habla de otras cosas que no tienen que ver con nada.
Una de las críticas frecuentes es que se trata de un restaurante costoso. Y sí, lo es, pero los mejores cuestan y lo que importa en realidad es que valgan lo que cuestan.
Lo son Chila y Aramburu, por caso. O Cabaña Las Lilas entre las parrillas. Y son extraordinarios. Hay otros, en cambio, que cuestan mucho y te dejan con rabia porque te cobran la fama del chef. Andá a Tegui, andá a Patagonia, andá a Narda Comedor, andá a Orilla y después hablamos.
Osaka te hacer vivir una experiencia inolvidable. No te defrauda nunca. Vale cada centavo de lo que cuesta. Y si encima, privilegios de periodista aparte, te sentás a la mesa con sus hacedores, la experiencia se potencia a los más altos niveles de excelencia.
En el Encuentro con los Chefs en Puerto Madero, compartimos el almuerzo con Eddie Castro (chef ejecutivo), Rodrigo Ferrer (itamae), Christian Gallego (manager) y Agustín Latorre, propietario de ambos Osaka Buenos Aires.
Fue un encuentro válido para conocer los entretelones de lo que significa manejar un restaurante de esta calidad, y compartir con los creadores de los platos los secretos de los platos que fueron llegando a la mesa y que los clientes pueden encontrar en la carta del restaurante.
Del Nikkei Bar llegaron en primer lugar cortes de pescados y pulpo. Parece mentira que el sashimi pueda ser tan diferente según quien lo prepara. A eso sumemos los aderezos que acompañan al pescado y tendremos uno de los mayores placeres gastronómicos. En Osaka, el Sashimi Platter es un camino de ida.
Luego siguió un Ceviche Kiiro con salmón, palta, skin y ají amarillo, de gran
sutileza en sus sabores. Y el sushi al estilo de Osaka que Rodrigo Ferrer transforma en pequeños nigiris que nos dejan siempre con ganas de más.
En los Especiales de Osaka, comenzamos con Umi Mentaiko, es decir almejas gratinadas en crema de ajíes asados, sake y tobiko (huevas de pez). Uno de los puntos más altos para el paladar. Lástima que fuera un menú degustación porque aquí también pedirías más almejas.
El menú fue casi enteramente marítimo. Y el casi es porque el paso siguiente fueron los Yakiniku Avocado, rollos de lomo sellado al fuego, rellenos de palta, kyuri (pepino japonés) y lima. Delicados.
Shiromi Brasa es pescado (en este caso mero) marinado en soja, con salsa de ajo crocante. Y para el final a toda orquesta, Tako Chimiyaki: pulpo grillado con chimichurri Nippon, ají amarillo, papa amarilla y togarashi. Pulpo tiernísimo realzado por los ingredientes incorporados al plato por Eddie.
La degustación de postres también salió de lo normal. Sabores dulces pero también ácidos, nada empalagosos, creativos.
Un privilegio tener a dos profesionales de la talla de Eddie y Rodrigo, que han logrado lo que parecía imposible: elevar la cocina de Osaka cuando ya estaba en su techo.
Rodrigo Ferrer partirá de regreso a Lima en marzo próximo, para ocupar un cargo de mayor envergadura en la compañía. Habrá que aprovecharlo al máximo en esta última etapa en Buenos Aires, adonde llegó en 2014 para dejar su sello en el Nikkei Bar de Osaka. A Eddie Castro lo seguiremos teniendo entre nosotros, afortunadamente.
Como decía aquella vieja publicidad de los televisores Grundig: "caro pero el mejor". Le cabe a Osaka, porque "caro" también es una palabra que significa "amado" y "querido". Y Osaka lo es para nosotros.
Nota de la Redacción: se agradece al colega Carlos Joseph por las fotos del menú.
Fue una experiencia distinta. Por primera vez, los periodistas comparten la mesa con el chef de la casa, el itamae, el gerente general y el propietario del restaurante. Fue en Osaka Puerto Madero. Y pucha que valió la pena.
Se sabe, hay muchos mitos acerca de Osaka. Nadie en su sano juicio diría que se come mal, porque sin dudas se trata de uno de los mejores restaurantes de la Argentina, al igual que Osaka Lima y Osaka Santiago de Chile (que tienen un nivel superlativo). Pero, porque siempre hay peros, se habla de otras cosas que no tienen que ver con nada.
Una de las críticas frecuentes es que se trata de un restaurante costoso. Y sí, lo es, pero los mejores cuestan y lo que importa en realidad es que valgan lo que cuestan.
Lo son Chila y Aramburu, por caso. O Cabaña Las Lilas entre las parrillas. Y son extraordinarios. Hay otros, en cambio, que cuestan mucho y te dejan con rabia porque te cobran la fama del chef. Andá a Tegui, andá a Patagonia, andá a Narda Comedor, andá a Orilla y después hablamos.
Osaka te hacer vivir una experiencia inolvidable. No te defrauda nunca. Vale cada centavo de lo que cuesta. Y si encima, privilegios de periodista aparte, te sentás a la mesa con sus hacedores, la experiencia se potencia a los más altos niveles de excelencia.
En el Encuentro con los Chefs en Puerto Madero, compartimos el almuerzo con Eddie Castro (chef ejecutivo), Rodrigo Ferrer (itamae), Christian Gallego (manager) y Agustín Latorre, propietario de ambos Osaka Buenos Aires.
Fue un encuentro válido para conocer los entretelones de lo que significa manejar un restaurante de esta calidad, y compartir con los creadores de los platos los secretos de los platos que fueron llegando a la mesa y que los clientes pueden encontrar en la carta del restaurante.
Del Nikkei Bar llegaron en primer lugar cortes de pescados y pulpo. Parece mentira que el sashimi pueda ser tan diferente según quien lo prepara. A eso sumemos los aderezos que acompañan al pescado y tendremos uno de los mayores placeres gastronómicos. En Osaka, el Sashimi Platter es un camino de ida.
Luego siguió un Ceviche Kiiro con salmón, palta, skin y ají amarillo, de gran
sutileza en sus sabores. Y el sushi al estilo de Osaka que Rodrigo Ferrer transforma en pequeños nigiris que nos dejan siempre con ganas de más.
En los Especiales de Osaka, comenzamos con Umi Mentaiko, es decir almejas gratinadas en crema de ajíes asados, sake y tobiko (huevas de pez). Uno de los puntos más altos para el paladar. Lástima que fuera un menú degustación porque aquí también pedirías más almejas.
El menú fue casi enteramente marítimo. Y el casi es porque el paso siguiente fueron los Yakiniku Avocado, rollos de lomo sellado al fuego, rellenos de palta, kyuri (pepino japonés) y lima. Delicados.
Shiromi Brasa es pescado (en este caso mero) marinado en soja, con salsa de ajo crocante. Y para el final a toda orquesta, Tako Chimiyaki: pulpo grillado con chimichurri Nippon, ají amarillo, papa amarilla y togarashi. Pulpo tiernísimo realzado por los ingredientes incorporados al plato por Eddie.
La degustación de postres también salió de lo normal. Sabores dulces pero también ácidos, nada empalagosos, creativos.
Un privilegio tener a dos profesionales de la talla de Eddie y Rodrigo, que han logrado lo que parecía imposible: elevar la cocina de Osaka cuando ya estaba en su techo.
Rodrigo Ferrer partirá de regreso a Lima en marzo próximo, para ocupar un cargo de mayor envergadura en la compañía. Habrá que aprovecharlo al máximo en esta última etapa en Buenos Aires, adonde llegó en 2014 para dejar su sello en el Nikkei Bar de Osaka. A Eddie Castro lo seguiremos teniendo entre nosotros, afortunadamente.
Como decía aquella vieja publicidad de los televisores Grundig: "caro pero el mejor". Le cabe a Osaka, porque "caro" también es una palabra que significa "amado" y "querido". Y Osaka lo es para nosotros.
Nota de la Redacción: se agradece al colega Carlos Joseph por las fotos del menú.