Los lugares en los que el verdadero protagonista es el vino, y a partir de él se elige lo que se va a comer, no es novedad en Buenos Aires. Así lo propone Trova Bar de Vinos, con tapas, picadas y “vuelos” degustación.
El estilo lo inició (y luego lo abandonó) la cadena de vinotecas Winery. Luego siguieron otros emprendimientos, entre ellos alguno que otro en el que la política (o el diablo) metió la cola. Pero hoy vamos a hablar de Trova Bar de Vinos (y Vinoteca), una creación del sommelier Alejandro Verbitsky Russo.
La esquina de Honduras y Ravignani sorprende con un edificio de dos pisos. Al frente un cartel llamativo. Al ingresar, se observa sobre la izquierda la cava con más de 200 etiquetas y alrededor de 3.000 botellas. Hay un salón en la planta baja, con sillones tipo living y mesas altas, donde se puede comer de manera informal.
Arriba, también funciona un salón intermedio, para pocas personas, mientras el piso siguiente permite comer con mayor privacidad en otro saloncito muy bien ambientado.
En Trova se pueden elegir de una amplia carta de vinos que se sirven por copa, como para que cada uno elija la forma de acompañar los platos de estilo italiano o las tablas de quesos y fiambres artesanales. Pero ojo, también tienen los “Vuelos Trova”, con tres copas de vinos de diferentes bodegas.
A TROVA SE VA A BEBER VINO EN COPAS Y COMER TAPAS Y PICADAS. UNA PROPUESTA MUY ORIGINAL Y DIVERTIDA.
La carta de comidas, como se dijo, oscila entre las porteñísimas picadas (tablas de quesos y fiambres), y platos con raigambre italiana.
Respecto a la anterior visita, se observan cambios interesantes, con una mayor presencia de tapas y platos que se piden para “casarse” de la mejor manera con los vinos, que son protagonistas absolutos, que se cobran a precio de vinoteca. Tanto es así que quien los consuma en la mesa, podrá hacer compras para llevar con el 20% de descuento.
Para comenzar, burrata con jamón de Parma y tomates confit; carpaccio de bresaola; olivas ascolanas (rellenas); pinchos de langostinos, y chipirones rellenos.
Para seguir con risotto al Cabernet con bresaola; bondiola braseada con reducción de remolacha y papas Ligure; carrillera al Cabernet con papas al romero; cordero al Oporto con chutney de manzana.
Los postres son los clásicos. Ambiente joven y conocedores del mundo del vino. Alejandro Verbitsky es un verdadero trovador de la música vínica. Abstemios mejor no vayan.
Emplazada en un local con más de un siglo de historia, esta cantina porteña es uno de esos lugares a los que uno iría a comer todas las semanas (aunque nos quede algo alejado). Los vecinos tienen esa ventaja, por cierto. Mondongo & Coliflor es un bodegón donde todo se produce in situ, que además ofrece precios imbatibles.
Siete Mares es un proyecto fusiona gastronomía, arte y mar. En su local de Martínez, la propuesta se vive como una experiencia entre luces azules y murales submarinos, como si el Capitán Nemo fuera nuestro anfitrión.
Buenos Aires ya tiene su segundo restaurante del Grupo Sagardi. Se llama Berria (y nos contaron que se pronuncia con acento en la "i"), que significa "nuevo" en idioma euskera. Está ubicado en la Avenida Dorrego esquina Amenábar, casi los límites del barrio de Palermo. Otra oda a la cocina vasca, de los hermanos Iñaki y Mikel López de Viñaspre, donde no faltan los pintxos, el txuletón de vaca vieja y variedad de platos que reflejan la culinaria tradicional del País Vasco.