DONDE UNO QUIERE IR TODAS LAS SEMANAS

Mondongo & Coliflor, bodegón de "Cabo" a rabo

Lunes, 9 de junio de 2025

Emplazada en un local con más de un siglo de historia, esta cantina porteña es uno de esos lugares a los que uno iría a comer todas las semanas (aunque nos quede algo alejado). Los vecinos tienen esa ventaja, por cierto. Mondongo & Coliflor es un bodegón donde todo se produce in situ, que además ofrece precios imbatibles.

Mondongo & Coliflor - Dirección: Del Barco Centenera 1698, Parque Chacabuco. Teléfono: 11 3399 5608. Horarios: martes a sábados de 09:00 a 00:00; domingos de 10:00 a 16:00. IG: @mondongoycoliflor

Es verdad que Parque Chacabuco no es un barrio típicamente gastronómico. No obstante, un grupo de emprendedores audaces (Cabito Massa Alcántara, Quique Yafuso, Arnaldo Roperti y José Villar), decidió hace poco más de dos años abrir este lugar que desafía todo lo convencional. Ya desde su nombre, que alude a dos productos excelentes, pero con mala prensa. Porque la coliflor emana aromas fuertes durante la cocción, mientras que el mondongo es tan amado por uno como odiados por otros, tal vez por su textura.

El local se emplaza en una construcción antigua ubicada en Del Barco Centenera 1698 esquina Saraza, donde hubo locales gastronómicos. Hay un salón principal y la doble vereda de una esquina, sus espacios están equipados con mesas y sillas de hierro y madera, y tienen capacidad para recibir a 70 comensales.

El concepto del proyecto, incluye una base muy importante: todo se produce in situ, desde sus pastas hasta las conservas y escabeches que acompañan los platos.

En esta visita, compartimos la mesa con Oscar y Adriana, de Finca Isis, con quienes -y salvo imponderables- solemos juntarnos a cenar cuando vienen a Buenos Aires. Enterados de que íbamos a estar, más tarde cayeron Cabito y Quique, para compartir la mesa, la comida y la charla. Todo un lujo.

Así nos enteramos que Cabito está armando justo enfrente un local de pizzas y pastas, que llevará el apellido de una de las más bellas actrices italianas. Ni Loren, ni Cardinale, alguien más reciente. Ni bien quede registrado, se podrá develar el misterio.

La carta contempla una sección de "entradas y mostrador", de la cual elegimos la empanada de mondongo, un clásico de la casa que rinde homenaje a su nombre. También la de carne cortada a cuchillo, frita, lo mismo que la de tortilla.

Se pidieron además los infaltables buñuelos de acelga, coronados por queso rallado para hacer la diferencia, y la provoleta M&C que sale con rúcula, tomates cherry confitados y panceta. Ya con Cabito en la mesa, como sugerencia suya se agregaron la lengua en escabeche (sin el avinagrado que a veces suele molestar por su intensidad); así como la coliflor gratinada -clásico de la casa-, y una increíble morcilla que sobresale por su cremosidad y sabor.

Como principal, uno no pudo evitar rendir homenaje a uno de los productos que da nombre al restaurante: el guiso de mondongo. Está disponible todo el año para desafiar a los más tibios, abundante y con todos los ingredientes necesarios.

También llegaron a la mesa el guiso de lentejas con un huevo frito orgánico de yema de intenso color amarillo; filet de merluza a la marinera (otro plato típico de bodegón porteño), y ossobuco de cerdo en cocción de ocho horas con aligot, y tallarines verdes.

Hay otras opciones "para el fresquete", como la carrillera al Malbec con polenta cremosa. Y también un pastel de bife de chorizo, que habrá que probar para comprobar si se inspira en la carne a la masa mendocina.

El apartado de pastas ofrece distintas variedades, pero cómo no probar los sorrentinos de coliflor, portobellos y queso gouda (que ya pedimos en una anterior visita). Otros platos de bodegón son las milanesas de ternera o pollo, en versiones clásica, a la napolitana o fugazzetta.

Desde la parrilla, se ofrecen cortes tradicionales como asado banderita, entraña, bife de chorizo y una parrillada para compartir, así como achuras, chorizo y la ya mencionada morcilla de Cabito. Las guarniciones van desde papas fritas y puré de papas, hasta boniato al plomo con manteca, y calabaza al horno con oliva y perejil.

También disponen de diferentes ensaladas, como la de rúcula y parmesano; de espinaca con hongos y queso; de remolacha asada con queso crema, cebolla encurtida, ralladura de cítricos, albahaca, frambuesa y reducción de aceto balsámico.

Hay, asimismo, un apartado de "Sanguchería XL" en pan ciabatta de masa madre. Por ejemplo, de milanesa con lechuga, tomate y mayonesa; bondiola con queso y cebolla caramelizada; de bife de chorizo con mayonesa de chimichurri, y de pollo con aderezo Caesar, lechuga y parmesano, entre otras. Todas salen con gaseosa o agua, y guarnición de papas fritas incluidos en el precio.

Al momento del postre, los clásicos no fallan: flan con dulce de leche y crema; "El vigilante y Martín Fierro" (batata o membrillo con queso cuartirolo); el almendrado y su olvidado Charlotte; mousse de chocolate: créme brulée, y affogato, que incluye helado, Bailey's, café y praliné.

Hay una muy completa carta de vinos, a precios razonables; así como aperitivos; o vermú de la casa infusionado con Earl Grey y naranja, para compartir. Y para los que queremos agua con gas, nada mejor que el sifón.

Cabe destacar que, de lunes a viernes, ofrecen un "Menú del Día", que varía semanalmente y que se compone de un plato principal, postre y bebida, a un valor muy accesible. 

Lo dicho, a Mondongo & Coliflor hay que ir cada vez que se puede, porque se come muy bien, te cobran lo justo y razonable, y tiene un plus de calidad que es superador respecto de otros bodegones similares. 

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