Una estadounidense (las damas primero) y dos argentinos abrieron en el corazón de Belgrano All Saints Café, donde todo gira alrededor de la bebida más consumida en el mundo, después del agua, claro.
No es novedad que el café está viviendo una etapa de sofisticación y también una moda, que ojalá persista, de educar al consumidor. Lo primero no sabemos si es tan bueno; lo segundo es harto valorable.
Dentro de este contexto, al igual que ocurrió con el vino, escuchamos a diario tonterías y comentarios que sólo apuntan a crear confusión en el consumidor solo por “darse corte” ante los demás y tal vez, justificar los precios desmedidos.
Ya hace tiempo aparecieron los sommeliers de café, aunque uno –que es amante del ristretto a la italiana-, no tenga mucho tiempo para andar olfateando el pocillo y buscando notas extrañas, porque en apenas unos segundos la infusión se enfrió demasiado.
Hecha la aclaración, para que los lectores adviertan dónde estamos ubicados en Fondo de Olla ®, destacamos que haya gente dispuesta a crear conciencia en torno a la noble bebida, sin entrar en sofisticaciones vacuas, sino un deseo innegociable de cultivar los conocimientos de los consumidores.
Es lo que han hecho en la esquina de Ciudad de La Paz y Olazábal, la estadounidense Taylor Freidzon, junto a dos hermanos, Sebastián y Ezequiel, al abrir All Saints Café, en 2014.
Taylor define, en su inglés natal, la propuesta del local con apenas tres palabras: “Specialty Coffee Shop”. A partir de esa idea, uno ingresa al mundo del café luego de traspasar el umbral, en el que está escrito, también en la lengua de Shakespeare que “Anything is posible”:
La ambientación está dispuesta para atraer al público joven, aunque durante nuestra estancia en el “café”, advertimos que ésta no es una regla estricta precisamente.
Pero lo que más importa en All Saints Café, más allá del buen ambiente (la atención la dejamos al margen, porque la casa trabaja con el estilo Starbucks), es la labor de los baristas.
EN ALL SAINTS SE PREOCUPAN POR LA CALIDAD Y LA FORMA DE PREPARAR EL CAFE. ES LO QUE HACE LA DIFERENCIA EN UN MEDIO DONDE NO ABUNDAN LOS BUENOS BARISTAS.
Taylor señala que tienen opciones para todos los gustos. Parten, claro está, de granos que son molidos a la vista y que provienen de cultivos en microlotes de Ecuador, Bolivia, Brasil y Colombia.
Un paladar clásico, dice la dueña, pide siempre un simple macchiato (cortado en italiano), un cappucino o un frappucino. Los más osados podrán optar por lo que hoy hace furor en las cafeterías neoyorquinas. En ese caso, hay que acercarse al Brew Bar, la segunda barra más pequeña, donde se pueden pedir seis tipos de café preparados con distintos métodos de filtrado.
Aquí van las seis variedades del BrewBar:
Hario: dulce y de cuerpo liviano. Acidez equilibrada y buena finalización.
Aeropress: buen cuerpo y gran acidez. Finalización persistente y agradable. El método que usamos en casa.
Chemex intenso aroma y dulzor. Acidez equilibrada y finalización sorprendente.
Kalita: intensa y completa. Acidez suave y final persistente.
Clever: mucho cuerpo y cafeína. Bebida apta para Coffee Crazies.
Cold trip:infusionado en frío de hasta 18 horas de preparación. El resultado es una textura suave, bien dulce y con poca acidez.
En All Saints podés comprar diversos tipos de café en grano (también orgánicos), así como distintas variedades de té en hebras, tazas, cafeteras y accesorios.
Para acompañar las infusiones, sugieren pedir las cosas dulces artesanales y tartas, aunque prometen que pronto también habrá algunas comidas más elaboradas. En la planta alta, funciona un laboratorio y organizan cursos para baristas.
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