Schwartz & Berg es la última creación de Jorge Szwarcberg, quien fue el fundador de la exitosa cadena Dashi. Hoy arremete con este proyecto que recrea en la ciudad la cocina neoyorquina judía.
Jorge Szwarcberg acredita una exitosa trayectoria en el mundillo gastronómico. Fue el primero que incorporó el sushi fuera del ámbito de los restós de la colectividad nipona, con Dashi. Gracias a su experiencia en la cocina peruana (vivió en Lima muchos años), fue impulsor de esa culinaria cuando todavía no era el boom que hoy todos valoramos. Lo hizo con Ceviche, otro restaurante palermitano de su creación.
Hace un tiempo, Jorge vendió todos sus negocios gastronómicos para gozar de más tiempo con sus nietos; algunos de ellos viven en San Francisco. De sus muchos viajes a EE.UU, también a Nueva York, trajo la idea de este nuevo emprendimiento que abrió a fines de noviembre.
Lo acompaña su sobrino Gabriel, encargado del local, al que ambos dotaron con tecnología moderna y una idea que ahonda en la cocina neoyorquina judía y, en algunos casos, extendiéndose a algunos platos de referencia peruana, como la ensalada Huancayo y el lomo salteado.
La estrella de la casa es el pastrami, que producen en la planta alta con maquinaria comprada especialmente con ese propósito. Lo ofrecen en varias versiones, como es el caso del Hot Pastrami de 200 gramos, que se sirve caliente con mostaza a la antigua, pepino y salsa relish. A pedido, le agregan picante texano.
El pastrami, hecho en casa, es la estrella de Schwartz & Berg. Lo presentan en diversas versiones. También hamburguesas caserísimas, bagels de salmón y falafel.
Probamos otro, el Varsovia, que la carta define como opción “opulenta versión del Reuben New York. Son 150 gramos de pastrami en pan de molde casero y huevo.
Otro must de la casa son las hamburguesas, elaboradas también en el local con carne de primera calidad. La que lleva el nombre del restó, por ejemplo, son 180 gramos de roast beef, con queso, rúcula, tomate, cebolla caramelizada y mostaza.
No falta tampoco otro clásico como el bagel de salmón con Philadelphia Cheese, aros de cebolla roja y pickles de pepino.
Otras opciones son el pollo Asian; lomo salteado; vegetales al wok; falafel con pita, salsa harashi, más picante a pedido. También spring rolls (5 unidades); rabas y fish chips; latkes de papa o russian pancakes.
Para el final New York Cheese Cake y una buenísima torta Chocolate Opera. La carta de vinos es exclusividad de la Bodega Catena Zapata.
Schwartz & Berg llena un vacío, ya que no había un lugar en nuestra ciudad que se identificara casi totalmente con esa culinaria neoyorquina judía que muchos clientes ya han comenzado a disfrutar. S&B queda justo al lado de Dashi Palermo, un símbolo si se quiere de la sutil imaginación y creatividad de un empresario gastronómico de los quilates de Jorge Szwarcberg. Esta vez muy bien acompañado.
El Alvear Grill nació el 16 de julio de 2018 para reemplazar nada menos que a La Bourgogne, que apagó sus fuegos tras la cena de la Revolución Francesa, dos días antes y luego de una larga trayectoria en ese lugar. Es uno de los espacios históricos y más elegantes de la gastronomía porteña, ubicado dentro del Alvear Palace Hotel. Hoy el restaurante aparece renovado, a través de la incorporación del chef Leandro Di Mare y de la gerente de AA&BB, Gabriela Troncoso. Su propuesta conlleva una dualidad positiva: las carnes argentinas y una cocina de elaboración puntillosa y creativa.
Pocos días después de su apertura, Kuro Kuma ("Oso Negro" en japonés) aparece poblado de comensales en una fría noche de miércoles. Se trata de uno de los espacios más llamativos de VíaViva, el pasaje debajo del viaducto del tren a Tigre, que nace en la calle Juramento, en la entrada al Barrio Chino. La propuesta es de cocina asiática, garantizada por la sapiencia de Oscar Lin, propietario y chef de Síntesis Tapas Asiáticas, en Palermo. Para quienes prefieren la comodidad de un salón cómodo y climatizado, antes que la comida callejera al paso, sin dudas éste es el lugar a elegir.
En los confines de Villa Urquiza, Bonario es un nuevo pequeño restaurante ubicado en una estratégica esquina del barrio, sobre la Avenida Congreso. Su propuesta -creada por el chef Sebastián Iraola-, se basa primordialmente en la cocina mediterránea, con platos simples, ricos y abundantes. Está abierto todo el día y funciona además como cafetería.