Recorriendo La Rioja VitivinícolaDomingo, 6 de diciembre de 2015Fondo de Olla recorrió La Rioja, una provincia que trabaja en silencio y no sólo en materia de vinos. Pero esta es la primera etapa del viaje y se los cuenta nuestro enviado Patricio Zárate.
El vino es un negocio. Y como en todo negocio, por detrás hay intereses, decisiones políticas y factores culturales que afectan a lo zona productora y a los agentes participantes. Según la Cámara de Bodegueros de la provincia, en La Rioja hay 19 bodegas inscriptas, de las cuales sólo 5 son fraccionadoras y el resto graneleras. ¿En qué se diferencian? Las “fraccionadoras” son las que hacen su vino, lo embotellan y lo venden bajo su propia marca. Las “graneleras” son las que producen vino y lo mandan “a granel” a otras bodegas o a otras provincias.
No fueron pocas las veces que nos dijeron que el parte del Torrontés que en Salta se vende como propio, en realidad es de La Rioja. O que San Juan es proveedora de su vecina Mendoza, que tiene mucha más capacidad de elaboración.
Fondo de Olla viajó a La Rioja, como parte de una gira de prensa. Nos reciben en Bodega de Aminga, situada en el pueblo homónimo y en la zona conocida como “La Costa del Cerro”. Se trata de una bodega que tiene capacidad para un millón de litros, pero por el momento produce solo alrededor de 50.000 botellas de una etiqueta llamada Febrero (hacen varietales de Torrontés Riojano, Malbec, Cabernet Sauvignon y Bonarda).
¿Capacidad para un millón de litros? Sí. Resulta que hasta la llegada de los militares en la década del ‘70, “La Costa” producía 5.000.000 de kilos de uva. Luego apareció Martínez de Hoz y el resto de la historia ya la sabemos. Aprovechando tanto espacio aún sin utilizar, Raúl Chacón, socio gerente de la bodega, nos cuenta que los dueños de los cultivos de vid que quedan en los alrededores, le llevan la uva y ellos se lo vinifican sin costo. Y que el del pueblo lo venda. O se lo tome, claro.
Seguimos viaje. Bodega Valle de La Puerta está ubicada en el valle de Famatina, cerca de Chilecito, y tiene como enólogo asesor a Mauricio Lorca. Nos recibe Javier Collovati, ingeniero agrónomo y en sus propias palabras un “devenido en enólogo” para mostrarnos la finca. Javier también es el presidente de la Cámara de Bodegueros de La Rioja, y un firme impulsor de desarrollar el turismo relacionado a la ruta del vino.
“Nuestro crecimiento tiene que ser gradual, se trata de que crezca la comunidad y que nos sirva a todos como conjunto, desde los que ofrecen hospedaje hasta la señora que vende aceitunas al costado del camino, y eso va a llevar tiempo”, nos dice. También expuso sobre la toma de conciencia que tiene que haber en la población, en la gente que va a recibir al turismo, y se preguntó qué autoridad competente va a hacerlo. La Puerta también produce grandes cantidades de aceite de oliva que en su mayoría exporta, negocio en los que hace malabares para no perder dinero entre todo el tire y afloje del dólar oficial y el blue.
A los que no son amantes de las multitudes y les guste el trato personalizado, quizás este sea el momento de recorrer La Rioja
Para salir de la política y volver al vino, en La Rioja la cepa que mejor se adapta es el Torrontés. Pero la que nos sorprendió, por lo novedoso, fue la Bonarda, que ofrece vinos muy frutados y agradables al paladar.
Algunas recomendaciones de vinos de la provincia: Febrero Riojano Bonarda 2015, La Puerta Reserva Bonarda 2013, Collovati Torrontés 2015 y Paimán Reserva Malbec 2011, todos de gran relación precio calidad.
Esta provincia cuenta con suelos arenosos pedregosos, con un nivel de lluvias muy bajo, un clima seco y un viento constante que contribuye la sanidad de los viñedos. Completan el panorama sol todo el año, una altura que varía de los 1.000 a los 2.000 metros y una gran amplitud térmica entre el día y la noche (lo que es muy favorable para la vid). Entonces, ¿qué le falta a La Rioja? ¿Un enólogo de moda de esos que hacen vinos que alaban los sommeliers?
Bueno, eso no, sino inversión y una política gubernamental que apoye el desarrollo tanto de infraestructura como de un plan de comunicación sobre lo que se está haciendo, tanto interno como externo. Por mencionar un detalle, sólo el hecho de hacer la bomba para irrigar las vides (hay que cavar 200 metros hacia abajo) es una inversión de 2.000.000 de pesos. Hay que vender mucho vino para recuperar esa inversión. Y esto es sin contar ningún otro “gasto”.
En un mercado como el actual, donde las góndolas están llenas de vinos que no pudieron salir del país, donde los precios son cada vez más bajos y en un momento en el que el marketing intensivo dice mucho del vino, se hace difícil competir si no hay auspiciantes o inversores que apoyen. Y esta provincia se está desarrollando en este contexto, disputándose un lugar entre dos marcas tan fuertes como Mendoza y Salta.
A los que no son amantes de las multitudes y les guste el trato personalizado, quizás este sea el momento de recorrer La Rioja, donde un ingeniero agrónomo como Javier Collovati te enseña (en la práctica) a hacer un injerto en T para cambiar una planta de Syrah a Malbec, que el enólogo de La Bodega de Aminga -Nicolás Rizza- te explique y te deje meter la cabeza en el proceso de embotellado, o que el dueño de una bodega como Raúl Chacón te pasee por sus viñas contándote por qué hace lo que hace, no es algo que suela darse en todos lados. Ni en todo momento.
Fondo de Olla recorrió La Rioja, una provincia que trabaja en silencio y no sólo en materia de vinos. Pero esta es la primera etapa del viaje y se los cuenta nuestro enviado Patricio Zárate.
El vino es un negocio. Y como en todo negocio, por detrás hay intereses, decisiones políticas y factores culturales que afectan a lo zona productora y a los agentes participantes. Según la Cámara de Bodegueros de la provincia, en La Rioja hay 19 bodegas inscriptas, de las cuales sólo 5 son fraccionadoras y el resto graneleras. ¿En qué se diferencian? Las “fraccionadoras” son las que hacen su vino, lo embotellan y lo venden bajo su propia marca. Las “graneleras” son las que producen vino y lo mandan “a granel” a otras bodegas o a otras provincias.
No fueron pocas las veces que nos dijeron que el parte del Torrontés que en Salta se vende como propio, en realidad es de La Rioja. O que San Juan es proveedora de su vecina Mendoza, que tiene mucha más capacidad de elaboración.
Fondo de Olla viajó a La Rioja, como parte de una gira de prensa. Nos reciben en Bodega de Aminga, situada en el pueblo homónimo y en la zona conocida como “La Costa del Cerro”. Se trata de una bodega que tiene capacidad para un millón de litros, pero por el momento produce solo alrededor de 50.000 botellas de una etiqueta llamada Febrero (hacen varietales de Torrontés Riojano, Malbec, Cabernet Sauvignon y Bonarda).
¿Capacidad para un millón de litros? Sí. Resulta que hasta la llegada de los militares en la década del ‘70, “La Costa” producía 5.000.000 de kilos de uva. Luego apareció Martínez de Hoz y el resto de la historia ya la sabemos. Aprovechando tanto espacio aún sin utilizar, Raúl Chacón, socio gerente de la bodega, nos cuenta que los dueños de los cultivos de vid que quedan en los alrededores, le llevan la uva y ellos se lo vinifican sin costo. Y que el del pueblo lo venda. O se lo tome, claro.
Seguimos viaje. Bodega Valle de La Puerta está ubicada en el valle de Famatina, cerca de Chilecito, y tiene como enólogo asesor a Mauricio Lorca. Nos recibe Javier Collovati, ingeniero agrónomo y en sus propias palabras un “devenido en enólogo” para mostrarnos la finca. Javier también es el presidente de la Cámara de Bodegueros de La Rioja, y un firme impulsor de desarrollar el turismo relacionado a la ruta del vino.
“Nuestro crecimiento tiene que ser gradual, se trata de que crezca la comunidad y que nos sirva a todos como conjunto, desde los que ofrecen hospedaje hasta la señora que vende aceitunas al costado del camino, y eso va a llevar tiempo”, nos dice. También expuso sobre la toma de conciencia que tiene que haber en la población, en la gente que va a recibir al turismo, y se preguntó qué autoridad competente va a hacerlo. La Puerta también produce grandes cantidades de aceite de oliva que en su mayoría exporta, negocio en los que hace malabares para no perder dinero entre todo el tire y afloje del dólar oficial y el blue.
A los que no son amantes de las multitudes y les guste el trato personalizado, quizás este sea el momento de recorrer La Rioja
Para salir de la política y volver al vino, en La Rioja la cepa que mejor se adapta es el Torrontés. Pero la que nos sorprendió, por lo novedoso, fue la Bonarda, que ofrece vinos muy frutados y agradables al paladar.
Algunas recomendaciones de vinos de la provincia: Febrero Riojano Bonarda 2015, La Puerta Reserva Bonarda 2013, Collovati Torrontés 2015 y Paimán Reserva Malbec 2011, todos de gran relación precio calidad.
Esta provincia cuenta con suelos arenosos pedregosos, con un nivel de lluvias muy bajo, un clima seco y un viento constante que contribuye la sanidad de los viñedos. Completan el panorama sol todo el año, una altura que varía de los 1.000 a los 2.000 metros y una gran amplitud térmica entre el día y la noche (lo que es muy favorable para la vid). Entonces, ¿qué le falta a La Rioja? ¿Un enólogo de moda de esos que hacen vinos que alaban los sommeliers?
Bueno, eso no, sino inversión y una política gubernamental que apoye el desarrollo tanto de infraestructura como de un plan de comunicación sobre lo que se está haciendo, tanto interno como externo. Por mencionar un detalle, sólo el hecho de hacer la bomba para irrigar las vides (hay que cavar 200 metros hacia abajo) es una inversión de 2.000.000 de pesos. Hay que vender mucho vino para recuperar esa inversión. Y esto es sin contar ningún otro “gasto”.
En un mercado como el actual, donde las góndolas están llenas de vinos que no pudieron salir del país, donde los precios son cada vez más bajos y en un momento en el que el marketing intensivo dice mucho del vino, se hace difícil competir si no hay auspiciantes o inversores que apoyen. Y esta provincia se está desarrollando en este contexto, disputándose un lugar entre dos marcas tan fuertes como Mendoza y Salta.
A los que no son amantes de las multitudes y les guste el trato personalizado, quizás este sea el momento de recorrer La Rioja, donde un ingeniero agrónomo como Javier Collovati te enseña (en la práctica) a hacer un injerto en T para cambiar una planta de Syrah a Malbec, que el enólogo de La Bodega de Aminga -Nicolás Rizza- te explique y te deje meter la cabeza en el proceso de embotellado, o que el dueño de una bodega como Raúl Chacón te pasee por sus viñas contándote por qué hace lo que hace, no es algo que suela darse en todos lados. Ni en todo momento.