Un batacazo

La Cocina Porteña da Cátedra

Martes, 24 de enero de 2017

Renovado y más porteño que nunca, el Restaurante La Cátedra es un estratégico rincón de Palermo y la esencia burrera de siempre que ofrece una cocina sencilla, ni más ni menos que esos platos que comíamos en nuestras casas de inmigrantes.

La Cátedra- Cerviño 4699- Teléfono 4777-4601. Abierto todos los días desde la mañana al cierre- Principales tarjetas.

Tipo de Cocina: Porteña

Barrio: Palermo

Precios: $$$

Ubicado estratégicamente en el barrio de Palermo, a pocas cuadras del Hipódromo Argentino, La Cátedra es un emblema inequívoco de la gastronomía porteña. Durante años fue regenteado por el hijo del locutor Antonio Carrizo, que supo él mismo tener varios emprendimientos gastronómicos.

Hoy el restaurante, recién remodelado, no ha perdido un ápice de su identidad porteña en general y burrera en particular. Como se sabe, en la jerga del turf "la cátedra" son los especialistas que conocen de caballos y jockeys, los que te dan la "fija", aunque la mayoría de las veces ésta falla irreversiblemente.

En esta esquina emblemática de Buenos Aires, se siente la presencia del gran Irineo Leguisamo, el jockey uruguayo que hizo historia, y de su gran amigo y burrero por antonomasia, Carlos Gardel. Y por qué no, los grandes campeones como Yatasto, que dicen fue el más grande de todos los caballos de carrera que dio el turf argentino, y el más cercano en el tiempo, Forli. El primero, nacido en 1948, y el segundo en 1963, aún son recordados por "la cátedra".

Y también está presente el tango, con aquellas dos maravillosas interpretaciones del "Mudo": Leguisamo Solo y Por una Cabeza.

Y como si fuera necesario hacer todavía más porteña la propuesta, ahora La Cátedra tiene al vino como protagonista. Allí, con entrada propia por Cerviño, nos recibe Marcela Grispo con su Vinoteca 1912.

Su presencia asegura un servicio impecable y precios muy lógicos. Además, están representadas todas las regiones vitivinícolas argentinas. Hasta los novedosos blancos de la provincia del Chubut, toda una rareza.

La carta se presenta como un tríptico o si se quiere una hoja de diario tamaño sábana. Las referencias son bien burreras. Por ejemplo, las entradas (que pueden pedirse en forma de tapas o de raciones), son la "Campana de largada".

Entre otras, hay polpetines de ternera, berenjenas en escabeche, lengua a la criolla, matambre con rusa, vitel toné, morrones asados y tres variedades de tortillas. Y de las calientes, papas bravas, rabas a la romana y buñuelos de espinaca.

"Las fija" son el pastel de papa quemado al caramelo; el Revuelto Gramajo ("como lo comía el General Roca") y los ravioles Leguisamo (de calabaza y queso mascarpone).

En "El Gran Premio", sobresalen los escalopines al Marsala, lomitos a la pimienta, y albóndigas con puré de papas, entre otras opciones.

Un capítulo especial son las "Milangas", enormes, monumentales, como para alimentar a un pura sangre. Las hay a la Napolitana, Suiza, Fugazzetta y a Caballo (como no podía ser de otra manera en La Cátedra). Si no podés terminarlas, te llevás el sobrante a casa.

Los Sánguches no son Sándwiches, llevan el nombre lunfardo. Hay varias posibilidades, pero no faltan el Chivito Uruguayo, uno con salmón ahumado y también el especial de jamón crudo y queso, otro emblema porteño.

Luego, están las Tartas de la Fonda, como la clásica pascualina de verduras, y la empanada gallega.

La carta dice "guardate un lugar antes de llegar al disco", y en el baño de caballeros un cartel (estratégicamente ubicado) te aconseja no irte sin probar un postre. El flan casero, el vigilante y la Copa Yatasto son algunas opciones.

La Cátedra no vende humo, esta vez te bate la fija. Para dar el batacazo con la Cocina Porteña que tanto nos gusta. Sin extravagancias ni exuberancias. Simple y rica. Una cocina legada por los inmigrantes y que forma parte de nuestro acervo cultural.

Jugate unos boletos, ganás seguro.

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