Martín Bruno, el "otro" gran sommelier argentino

"El Mundial es una competencia contra uno mismo"

Lunes, 9 de mayo de 2016

Durante el Mundial de Sommeliers que tuvo lugar en Mendoza, el enviado de Fondo de Olla tuvo la oportunidad de hablar con Martín Bruno, representante de nuestro país, que finalizó número 29 del mundo.

La reglamentación del Mundial de Sommeliers dice que “sólo habrá un representante por país”, y nosotros tuvimos dos, Paz Levinson y Martín Bruno: ¿cómo fue que llegaron ambos a participar en este torneo? ¿Por qué la “excepción”?

-Al Mundial de Sommeliers se clasifican el ganador del concurso nacional de cada país y el del continental. Como Paz, además de ganar el concurso nacional obtuvo el de las Américas, se abrió una plaza más para nosotros. Entonces ahí yo tuve la oportunidad de participar.

¿Cuál es tu experiencia en este tipo de torneos?

El último concurso nacional, en el que salí segundo detrás de Paz, era mi segunda participación en este tipo de competencias. Me había presentado hacía mucho a uno para ver cómo era… pero al nacional me presenté mucho mejor preparado y ahí quedé segundo. Entonces, tuve la oportunidad de entrar al torneo de las Américas, porque van el primero y el segundo de cada país.

Entonces competiste en el nacional, en el continental y en el mundial. ¿Cuales son las principales diferencias entre los tres?

Es cada vez más difícil, es como una escalera. El de las Américas es más difícil que el nacional y el Mundial tiene un elevado nivel. El examen escrito es muy difícil y extenso, las pruebas son complejas y están bien armadas, porque dan lugar a que el sommelier pueda demostrar por qué está ahí, por qué está entre los semifinalistas y por qué debería ganar.

¿Cómo es la dinámica de la prueba?

Hay tres instancias de pruebas. Primero es un examen escrito, en el que se pregunta cualquier cosa relacionada al vino y a la restauración de cualquier país del mundo. Te encontrás con preguntas muy difíciles sobre variedades de uva, denominaciones de origen y legislación. Te puede tocar cualquier tema. Y no sólo de vinos, puede ser de cerveza, destilados, té, café, aguas.

Y son preguntas que no dan margen de error…

(risas) Sí, no dan ni un poco de lugar para que inventes, son todas a contestar con una palabra. Por ejemplo: “¿qué graduación alcohólica mínima debe tener un Smaragd de Wachau” (Austria, es una clasificación para vinos de 12,5 grados); entonces no podes decir “para mí entre 10 y 12 grados”. Tiene que ser algo concreto: 12.5º. Después hay otra instancia que es la cata: se prueban a ciegas dos vinos y cuatro “spirits”. De los vinos se debe hacer una cata técnica completa, con región, cosecha, dos maridajes, tiempo de guarda, temperatura de servicio y descripción organoléptica.

¿Y hay un tiempo muy limitado?

Sí, claro, son tiempos muy ajustados para cada cosa. El tiempo en este concurso es un factor muy importante porque muchas veces no se llega, o está calculado que llegues con el tiempo justo. O directamente para que no llegues (risas). Después hay una prueba de servicio, que en esta ocasión era abrir un espumoso y hacer el servicio.

MARTÍN BRUNO FUE EL OTRO REPRESENTANTE ARGENTINO EN EL MUNDIAL DE SOMMELIERS. TUVO UNA MUY BUENA ACTUACIÓN, QUIZÁS ALGO OPACADA POR PAZ LEVINSON. PERO SUS MÉRITOS SON INOBJETABLES. 

¿Y las pruebas se van intensificando a medida que vas pasando de instancia?

Sí, tuve la oportunidad de ver las semifinales y además de una cata oral de dos vinos y su descripción organoléptica, probás un plato donde tenés que elegir cuál de esos dos vinos queda mejor y explicar por qué. Obviamente que si elegís el blanco, los jueces te van a decir “sabés qué, preferimos tomar tinto hoy”, y ahí vos tenés que explicar por qué el vino que no elegiste también puede quedar bien.

Por lo que decís había preguntas capciosas…

Sí, siempre. Por ejemplo, en la prueba de servicio del espumoso, las copas ya estaban puestas en la mesa, pero cuando vos le servías para que lo prueben los jurados te decían: “uh no, sabés que tenía algo la copa, estaba sucia”, y ahí tenés que salir corriendo, cambiarle las copas y volver a servirle. Algunos que ya tenían más experiencia en este tipo de competencia, al ver que las copas ya estaban puestas fueron y las cambiaron. Pero por ahí uno que es novato, ve que las copas están puestas, las observás desde arriba, parecen limpias y vacías… por eso cuando el jurado te dice “estaba sucia”, debés desenvolverte rápido al estilo: “disculpe señor, no se preocupe, se las cambiamos inmediatamente”.

¿Cómo te preparaste para este mundial?

Haciendo de todo, estudiando mucho, leyendo, repasando todo lo que se estudia en la formación como sommelier, haciendo prácticas de catas a ciegas, cata escrita, cata oral, decantado… todo un simulacro de las pruebas que pensás te pueden llegar a tocar.

¿Tuviste algún tipo de apoyo para prepararte?

La verdad que CAVE (Centro Argentino de Vinos y Espirituosas) fue un gran apoyo, hice casi toda mi preparación ahí, y también la AAS (Asociación Argentina de Sommeliers) estuvo para acompañar y aconsejar.

¿Cómo viviste, desde tu perspectiva, esta participación? ¿Lo disfrutaste?

La verdad que sí, es una gran experiencia porque competís contra vos mismo. Las pruebas son individuales y no hay mejor forma de saber en qué tenés que seguir entrenando, qué tenés que reforzar, estudiar, prepararte más.

¿O sea que damos por sentado que te vas a volver a anotar?

Por lo menos una vez más, sí (risas). Después veremos, pero una más seguro.

¿Y cómo te ves a futuro, trabajando acá en la Argentina?

Bueno, el tema es complicado. Es lo que le pasó a Paz, en determinado momento para dar el salto no lo podes hacer en la Argentina. La verdad que es imposible, no tenés acceso a los vinos ni a las regiones, se carece del entrenamiento que tienen los que están siempre en las finales, como por ejemplo los sommeliers de Escandinavia que vienen siempre muy fuertes. Entonces, lamentablemente si bien en el país te ayudan muchísimo, te acompañan y te apoya mucha gente, llega un momento en el que esto no alcanza porque necesitas probar vinos, conocer regiones, entrenar con excampeones del mundo, con exfinalistas del mundial para poder alcanzar ese nivel que se necesita para ser el primero. 

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