Diez platos, doce comensales máximo, dos mínimo, una sola mesa, casi una persona para atender a cada comensal, un precio que suena a exageración ($ 1.800) a octubre de 2015 y maridaje con excelente servicio, todas características del restó flotante privado Kiria. Una rareza donde se lo mire, digno de conocer si uno está en condiciones de afrontar el gasto.
La cantidad de personas la maneja el cliente, que puede ir acompañado por su pareja en tono romántico; con amigos, una celebración especial o simplemente para disfrutar de una comida distinta.
Contra lo que se pueda pensar, la propuesta del chef Alejandro Goñi, ex Godoy, no resulta ni excéntrica ni sofisticada al extremo. Los platos denotan creatividad y el uso de ingredientes de alta calidad. Luego se puede cuestionar, como hemos leído por ahí, el precio y los antecedentes del cocinero, que en este último caso carecen de significación si lo que llega a la mesa satisface plenamente.
El ambiente juega un papel preponderante en Kiria. Por su ubicación, a la que se accede a través de un puente que nos traslada al pontón en el que está el salón vidriado y que permite observar una fantástica vista de los diques y los edificios porteños. Por la privacidad del lugar. Y por el deck que también jugará un papel especial cuando por fin llegue la primavera con sus temperaturas agradables.
El menú varía según la estacionalidad de los productos, la mayor parte de ellos buscados entre productores artesanales de las diferentes regiones de nuestro país.
"Capricho, deseo vehemente, ilusión". Así define la Real Academia Española a la palabra "berretín". Y esas tres cosas son las que llevaron a un holandés a abrir un restaurante a su propio gusto y piacere. Para ello se afincó hace un tiempo entre nosotros porque, como nos dijo, "Buenos Aires es como estar en Europa, pero lejos de todo". Se llama Nicolás Houweling y, junto a su hermana Bente (que estará a cargo del café de la planta baja de próxima apertura), abrió "Presencia", un restaurante en el que quiere también omitir todo lo que le parece inapropiado cuando uno sale a comer afuera. Para ello, convocó al chef Rodrigo Da Costa, de último paso por "Le Réve". Nuestra visita coincidió con el fin de la marcha blanca y comienzo del servicio al público. Impecable todo.
La chef ejecutiva de Casa Cavia, Julieta Caruso, renovó el menú de mediodía con una propuesta que permite pedir a la carta o bien elegir entre menús de pasos. A ello, se suma la coctelería creativa de la bartender Flavia Arroyo y una selección notable de vinos a cargo de Delvis Huck. La dirección general es de Guadalupe García Mosqueda.
Un bistró que le hace honor a la cocina más refinada del planeta. Le Rêve ("el sueño", en francés), nos transporta a la magia parisina en una esquina de Buenos Aires. La propuesta del joven chef Ramiro Hernández exhibe un técnica perfecta, elegancia y personalidad. La coctelería del "Tiger" es otro fuerte del lugar. Y su ambiente, nos agasaja con música sin estridencias, como debe ser en un restaurante, a lo que se suma un servicio impecable comandado por Darío Núñez. Lujos que nos podemos dar en una ciudad que, en materia de gastronomía, lo tiene todo.