Kansas fenómeno esnob

Miércoles, 26 de marzo de 2014

El fenómeno Kansas es absolutamente inexplicable para cualquier crítico de gastronomía. Si pensamos que la gente no es tonta y que no come vidrio, ésta sería la excepción que confirma la regla.



Nadie puede discutir que Kansas es una de las empresas gastronómicas más exitosas de la Argentina. Desde muy temprano, diariamente hay colas de autos sofisticados esperando turno para estacionar dentro del predio del Hipódromo de Palermo. A Kansas hay que ir temprano, porque después explota. Y ni pienses en estar relajado, porque siempre habrá gente mirando a la espera de que comas, pagues, te levantes y les dejes tu lugar. Igual, el público de ese lugar está siempre apurado. Es una especie de McDonald’s más formal, pero parecido en su concepción. Un fenómeno esnob, ciertamente, que cuesta comprender desde todo punto de vista. En lo personal, fui una vez invitado por un amigo amante de lo yanqui. No me pareció entonces que el cubierto fuera demasiado costoso, pero como balance general de la comida, estaba más cerca del 1 que del 10. La segunda y última vez por una empresa elaboradora de cervezas. Otra vez del 5 para abajo. Pero a nadie pareciera importarle eso. Van a que los vean y a disfrutar de lo exótico (entendiendo esto como foráneo y no raro).

Pero no nos quedamos conformes y fuimos a averiguar más. La fuente es anónima para evitarle problemas a nuestro informante. Pero es una fuente de primera, porque trabajó allí. Hablemos del servicio. Atiende un mozo en primera instancia y a él le hacés el pedido. Luego vendrán varios comises poco informados que te van trayendo las cosas. Y el mozo del principio, aparecerá solamente al final para traerte la cuenta. En Kansas hay un tiempo límite para la entrega de los platos desde la cocina. Un plato de pasta, por ejemplo, tiene que llegar a la mesa cinco minutos después de haberse hecho la comanda. Por eso tienen preparadas dos ollas de 50 litros cada una, con pasta que se “porciona” para ser recalentada en el microondas, luego de lo cual se le agrega la salsa ya preparada y luego sarteneada. Un dato a tener en cuenta es que el secreto del sabor de las comidas se encuentra en los condimentos, cuyas fórmulas sólo conocen unas pocas personas. Hay un condimento para cada preparación. Todo está cronometrado. En Kansas, se utilizan términos en inglés, el personal no puede pedir ningún ingrediente en castellano.

Desde el lado de afuera de la cocina, podemos decir que el perfil del público que va a este lugar es muy especial. Muchos lectores se van a enojar, pese a que no queremos ser peyorativos. El comensal de Kansas cree que come como un rey porque paga caro o porque están en un lugar superfashion. Algunos también suelen andar por la calle con la bolsita de Kansas, como hacen los  Starbucks lovers”.

¿Qué come la gente en Kansas? Curiosamente, lo que más sale son algunas cosas de la parrilla, como el bife de chorizo. Insólito, el que quiera carne de la buena tiene que ir a La Brigada, por ejemplo. La guarnición, en cambio, es diferente: coleslaw, papa rellena, espinacas a la crema. Otros platos “muy populares” en Kansas son el Hawaian strip (Ojo de bife marinado en salsa de soja, jengibre y jugo de ananás); Kansas roll (Arrolladitos de masa philo rellenos de pollo, arroz, porotos, tomate, choclo); Chicken tender (Pechuguitas rebozadas) y Buffalo wings (Alitas bañadas en salsa barbacoa y tabasco, con queso crema, más bastones de zanahoria y apio). También está el Salmón cheddar plan (Salmón al horno de barro sobre tabla de cedro pintado con glaseado de mostaza). Pero el “must” de Kansas son las ribbs de cerdo, muy saladas y con más hueso que carne. Esto mismo se puede comer en Bryggeriet Apollo, un restaurante de la ciudad de Copenhague, donde las spareribs de cerdo, de 500 ó 750 gramos, más carne que hueso, siguen costando al cambio unos 23,42 euros. En Escandinavia, uno de los lugares más caros del mundo.

Volviendo a Kansas, otro plato que se pide mucho como entrada, son los Nachos (que en realidad son totopos) con queso crema, chili con carne, concassé de tomate y cheddar fundido. En síntesis, nada extraordinario como para justificar tamaña cantidad de cubiertos diarios, con varias reposiciones de mesas mediante. Habrá quien diga, entonces, que si va tanta gente es porque algo bueno deben tener. Seguramente, como lo es que hay público para todo. Si te gusta comer rápido, recalentado, atendido a velocidad supersónica, etcétera, éste es tu lugar, si no te importa y te gusta Kansas, pues bien, adelante.

Pero no digas después que no te avisamos.

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