Raíces es una conjunción perfecta de lo que le gusta al público porteño: parrilla, pizzas, pastas, empanadas y platos caseros como el pastel de papas.Una oda a Doña Petrona y al barrio, en este caso de Saavedra.
No es el típico bodegón porteño, figura gastronómica tan de moda últimamente y cuya importancia se ha exacerbado más allá de lo razonable. Raíces es un restaurante de barrio, donde se ahonda en las recetas porteñas originadas en los inmigrantes que llegaron al país en el siglo pasado, puestas en la batidora para agregarles los ingredientes y los gustos locales, más algún toque personal de la chef Fernanda Tavares (como el del Revuelto Gramajo). El resultado, entonces, nos lleva lo más clásico de la cocina de nuestra ciudad, desde las empanadas a las pizzas, de la infaltable parrilla, milanesas, pastas, pastel de papas, postres clásicos y modernos. De todo como en botica. Raíces tiene además un plus: su excelente relación precio calidad, de ahí su éxito y el apoyo irrestricto de la fiel clientela.
Al mediodía tienen muy convenientes menús ejecutivos, que salen con limonada casera y café, o con soda o agua saborizada y café. También han incorporado el sistema “Raíces va a tu casa”, con envíos a domicilio y pedidos que se retiran en el restaurante (mejor no decirlo en inglés, delivery y take away, algo que nos molesta bastante).
A la carta, se comienza con la provoleta con variedad de tomates, hongos y rúcula; pan de campo con sorpresa de mollejas al verdeo y mozzarella; “Revuelto Gramajo no tan Gramajo”; tabla de empanadas (8 unidades, 4 variedades); papas Raíces con cheddar y verdeo, bruschetas y quesadillas.
Fernanda Tavares está al frente de este restaurante de barrio, donde se pueden encontrar los platos de nuestra infancia, producto de las “Raíces” de ese crisol de razas que siempre fue la Argentina.
El pastel de papas sería algo así como un plato a elegir por calidad y precio (otra vez el inglés, sería el “best buy” de la casa); también hay una extensa lista de pastas (gnocchi de sémola gratinados, sorrentinos negros de salmón ahumado, raviolones de rúcula y champiñones, raviolones de cordero y calabaza en salsa de vino tinto, y los sorrentinos del chef, una sorpresa). El risotto sale con panceta ahumada y puerro, con mollejas y reducción de balsámico, plato muy audaz y fuori serie.
La parrilla es otro asunto a tener en cuenta. Hay ojo de bife con tortilla multicolor y bruscheta de morcilla con tomates secos; entraña con torre de tomates y papas españolas; bife de chorizo de 300 gramos con guarnición “tributo a Doña Petrona”, miniparrilada con colita de cuadril, provoleta, chorizo, morcilla, ensaladas y papas Raíces. Otras opciones son los platos con pollo, cerdo y pescados, más ensaladas para todos los gustos. Muy solicitada también la milanesa de la casa con mozzarella, acompañada por salteado de vegetales con puré de papas, brócoli y cebollas salteadas. Y las pizzas individuales, en sus variedades caprese, rúcula, “Criolla” (mozzarella, carne y verdeo) y “Nuestra” (mozzarella, cebolla salteada, panceta, ciboulette y amapola).
Ya se dijo que los postres combinan lo clásico (flan “como antes”; arroz con leche y corazón de dulce de leche; panqueques y Don Pedro), con lo moderno (marquise merengada con corazón de frutillas y dulce de leche; tres texturas de chocolate; duraznos grillados con frutillas, menta y avellanas y helado de crema americana y reducción de Oporto).
La carta de vinos es corta y con bodegas grandes, habría que pensar en completarla un poco más. Sirven además aperitivos tradicionales (como el Cinzano con soda, el Gancia batido) y algunos tragos como Cuba Libre, Garibaldi (ahora en inglés le dicen Campari Orange, otra falacia que por suerte en Raíces no adoptaron).
En síntesis, en Raíces todo el mundo encontrará muchas comidas ricas y con historia, a precio conveniente y con onda barrial. Para disfrutar en familia o con amigos, algo bullicioso y amable en toda su propuesta. Más no se puede pedir.
Siete Mares es un proyecto fusiona gastronomía, arte y mar. En su local de Martínez, la propuesta se vive como una experiencia entre luces azules y murales submarinos, como si el Capitán Nemo fuera nuestro anfitrión.
Buenos Aires ya tiene su segundo restaurante del Grupo Sagardi. Se llama Berria (y nos contaron que se pronuncia con acento en la "i"), que significa "nuevo" en idioma euskera. Está ubicado en la Avenida Dorrego esquina Amenábar, casi los límites del barrio de Palermo. Otra oda a la cocina vasca, de los hermanos Iñaki y Mikel López de Viñaspre, donde no faltan los pintxos, el txuletón de vaca vieja y variedad de platos que reflejan la culinaria tradicional del País Vasco.
Hace justo un mes visitamos Winston Club, un bar british en plena Recoleta. La propuesta es doble: una planta baja con barra y coctelería y, escaleras arriba, un espacio tipo speakeasy donde el chef Jonás Alba nos sorprende con una cocina muy creativa y trabajada.