Nerón no detiene su carrera enogastronómica. Ustedes lo estarían extrañando, pero ocurre que gracias a los contactos de su amo, el can negro anduvo visitando tierras foráneas
Recaló en Barcelona, la tierra del cava; pasó a Francia, donde recorrió viñedos de la región Languedoc Rousillón, se tomó unos vinos, comió una cassoulet y los mejores Roquefort, para luego subirse a un low-cost rumbo a Verona. Los amigos de Masi lo recibieron con los brazos abiertos; no olvidarse de que Nerón es un fanático del Amarone. Si hasta lo llevaron a visitar el balcón y la tumba de Julieta. Y mejor aún, hasta se animó a probar la carne de caballo en La Bottega del Vino, el restaurante ubicado a pocos pasos del famoso balcón donde las tetas de Julieta (de la estatua, claro) están más gastadas que descripciones aromáticas de sommelier. Nerón no pudo con su genio y se tomó otro RyanAir, para recalar enSuecia. Pero no contaba con un dato: imposible conseguir una botella de bebida alcohólica si no es en las tiendas del Estado. Y en ellas no les venden a los perros. De manera que bus mediante, cruzó el puente y el túnel subterráneo hasta pisar tierra danesa. En Copenhague es otra cosa, le dio al aquavit en los pubs frente al Tivoli, y para la resaca matutina apeló a la copita de Gammel Dansk, santo remedio contra el hangover de la noche anterior. Pero no se crean que Nerón sólo anduvo por Europa. Antes de regresar al continente americano, se hizo un vuelo a Sydney para encontrarse con su novia australiana. La cosa es que ni pasó por casa, el perro fue de Ezeiza a Aeroparque y sin más tomó otro avión rumbo a Cuyo porque tenía ganas de ver cómo los “animales” hacen la microvinificación. Ojo que las comillas son textuales de Nerón, y viniendo de un perro, el adjetivo “animal” no puede ser otra cosa que un halago. El tema es que lo quisieron llevar para el otro lado de la cordillera, para presentarle una polola perruna, pero fiel a su compromiso con la catadora australiana no quiso saber nada (por ahora). Mejor, porque lo único que le falta es meterse en quilombos con los vecinos del otro lado de los Andes. No creo que en Chile ningún perro pueda llegarle a los talones enológicos de Nerón.
Pero ya lo tenemos de vuelta, listo para los brindis navideños y de fin de año. Ya les contaremos en otro momento sobre las andadas del perro con los enólogos más famosos de Mendoza y aledaños. Por el momento, el negro nos ha vuelto a sorprender. Me dijo que en estas fiestas quiere brindar con sidra y cubitos. Así como les digo. ¿Vieron la publicidad de la sidra menos republicana? Pues bien, ahora recomiendan beberla con hielo, para disfrutar más y mejor de los aromas y sabores del noble producto. La recomendación me hace recordar cuando el Gato Dumas decía que el “champú” debe tomarse “on the rocks”. Más aún, me acuerdo de la cerveza helada, cuanto más frío esté el líquido, más fácilmente se podrán disimular las falencias del producto. Pero el perro no es gil. Le hice probar la sidra y enseguida me espetó: “yo no formo parte de la Royal Family”, como buen republicano prefiero la rama caída y fresquita nomás. Nerón les manda un saludo deseando lo mejor para el 2012. Nosotros también, y esperamos el regreso del negro can en los primeros que preanuncian la vendimia. No saben la que se viene, enólogos prepararse.