Hay que ser audaz para abrir un restaurante dedicado solo a los frutos del mar, en un país en el que la cultura carnívora (bovina) se lleva las preferencias. Pero el éxito de La Pescadorita demuestra que hay un público “marítimo”.
En 2011 y en el local que originalmente ocupaba una de las parrillas de La Dorita, abrió esta propuesta que en Buenos Aires solo tiene un competidor del rubro. En efecto, La Pescadorita (que de ella estamos hablando) y Nemo son los únicos restaurantes de pescados y mariscos exclusivos.
Desde el vamos, omitir la carne vacuna representa todo un desafío para cualquier empresario gastronómico que se precie. Pero la esquina de Humboldt y Costa Rica sigue atrayendo público ávido por comer solo los frutos del mar.
Hay una sirena en la puerta pintada por el artista plástico Marcos López. Adentro, el celeste es el color que predomina. Las sillas de mimbre recuerdan a algunos de los locales donde servían docenas de platitos en la rambla marplatense. Concentrándose un poco, uno hasta puede sentir los aromas del mar al que La Pescadorita rinde tributo.
A su habitual carta de especialidades de mar, La Pescadorita agregó ahora la posibilidad de pedir un pescado entero para caranchear.
Para empezar, el Pica Pica de Mar es una buena opción. Conjuga pequeñas raciones de las entradas de la carta. Hay rabas que no se parecen en nada, afortunadamente, a las que parecen de plástico y que abundan en todos lados. También langostinos al hierro bien picantones, glaseados con sriracha (chili tailandés), lima y sésamo. Y chipirones al hierro con pisto de tomate. Una guarnición indispensable son las papas bravas, bien crocantes.
Ya como platos de fondo, la cazuela “La Pesca” o la paella de mar o mixta; salmón en cítricos y salsa tártara; lenguado caprese en hojaldre con crema de limón; abadejo “Tanito” con salsa puttanesca, crostón de papas y espinaca; “Fetutito” (langostinos, calabacines, tomates asados, americana y alhabaca; también pesca del día entera.
Preguntar por el pulpo a la gallega, o los tiraditos de salmón o de pulpo. Y para el final “Pesca La Copa” para compartir, o crocante de bananas.
La carta de vinos es corta, pero lo mejor es optar por los blancos, en especial Sauvignon Blanc y Torrontés.
El Alvear Grill nació el 16 de julio de 2018 para reemplazar nada menos que a La Bourgogne, que apagó sus fuegos tras la cena de la Revolución Francesa, dos días antes y luego de una larga trayectoria en ese lugar. Es uno de los espacios históricos y más elegantes de la gastronomía porteña, ubicado dentro del Alvear Palace Hotel. Hoy el restaurante aparece renovado, a través de la incorporación del chef Leandro Di Mare y de la gerente de AA&BB, Gabriela Troncoso. Su propuesta conlleva una dualidad positiva: las carnes argentinas y una cocina de elaboración puntillosa y creativa.
Pocos días después de su apertura, Kuro Kuma ("Oso Negro" en japonés) aparece poblado de comensales en una fría noche de miércoles. Se trata de uno de los espacios más llamativos de VíaViva, el pasaje debajo del viaducto del tren a Tigre, que nace en la calle Juramento, en la entrada al Barrio Chino. La propuesta es de cocina asiática, garantizada por la sapiencia de Oscar Lin, propietario y chef de Síntesis Tapas Asiáticas, en Palermo. Para quienes prefieren la comodidad de un salón cómodo y climatizado, antes que la comida callejera al paso, sin dudas éste es el lugar a elegir.
En los confines de Villa Urquiza, Bonario es un nuevo pequeño restaurante ubicado en una estratégica esquina del barrio, sobre la Avenida Congreso. Su propuesta -creada por el chef Sebastián Iraola-, se basa primordialmente en la cocina mediterránea, con platos simples, ricos y abundantes. Está abierto todo el día y funciona además como cafetería.