De aquel Atalaya de décadas atrás poco y nada queda. En tanto acaban de clausurar su parador en la Ruta 2, sus famosas medialunas ya no se disfrutan como antes y parece que la higiene brilla por su ausencia.
La noticia dice que el Ministerio de Salud bonaerense clausuró ayer uno de los paradores de Atalaya, el otrora mítico lugar donde alguna vez se comían las mejores medialunas de la Argentina. La cadena, que nació como empresa familiar en 1942, tiene hoy cuatro locales, el histórico en la Ruta 2 kilómetro 113 en la mano Buenos Aires-Mar del Plata; el que se ubica justo enfrente para quienes regresan a la Capital; otro en la Costanera España, laguna de Chascomús, y un cuarto en la Peatonal San Martín, de MDQ.
Durante muchos años, Atalaya fue sinónimo de medialunas. Una fija era detenerse a la ida y a la vuelta, para al menos comprar medialunas ya que el café fue siempre poco atractivo, de filtro, nada de espresso.
Dicen que hace unos 15 años, más o menos, el principal maestro “medialunero” se fue de Atalaya con la masa a otro lado, hasta recalar en la estación de servicio YPF, ubicada unos kilómetros más adelante, en dirección al sur. Sea como fuere, si bien aún son ricas, uno nota que las medialunas de Atalaya son apenas un recuerdo de nuestra infancia, adolescencia y juventud.
Una amiga de FDO estaba comiendo en Atalaya una medialuna de grasa con jamón y queso, y en el combo venía una chinche que se escabulló entre sus dientes.
La Oficina de Alimentos del Ministerio, informó que se decomisaron 10.000 kilos de productos, debido a que “las instalaciones presentaban falta de higiene y riesgo de contaminación”. Se había realizado una inspección de rutina en la sala de elaboración ubicada en los fondos del parador, en el restaurante y en la planta elaboradora, donde los inspectores notaron que debido a la falta de higiene podrían existir riesgos en la salud de los consumidores. Encontraron cables colgando, tableros de luz en mal estado (todo esto riesgoso para los empleados), elevado riesgo de contaminación cruzada entre alimentos en las cámaras frigoríficas y varias deficiencias más. Detrás del establecimiento, notaron que había acumulación de cartones, bolsas con desperdicios, medialunas de días anteriores en el piso, chapas y escombros. Tampoco el local contaba con un adecuado sistema de manejo integrado de plagas. Entre la mercadería decomisada, había 110 kilos de medialunas y 9.510 kilos de masa cruda.
Atalaya, en días de cambio de quincena, llega a vender cerca de 2.000 docenas de medialunas. Hay tres turnos de trabajo, y en el de la mañana suelen haber 15 pasteleros simultáneamente. La fórmula de elaboración no es secreta, sino convencional, pero dicen que lo que hace la diferencia son “las materias prima s de calidad, el agua de la zona y un buen uso del horno”.
Ante lo ocurrido ayer, nos acordamos de inmediato lo que le ocurrió a nuestra amiga CC, consultora de prensa, que el año pasado estaba comiendo una medialuna de grasa con jamón y queso, y se encontró entre sus dientes una chinche que tranquilamente se podría haber tragado con el consiguiente riesgo para su salud. Pese a las protestas nada pasó, es que Atalaya estaba a punto de inaugurar su local de la mano de enfrente con la presencia del mismo intendente de Chascomús. Todo se tapó en ese momento. Lo que es absolutamente cierto es que Atalaya es hoy la decadencia de la medialuna, un mito argentino más que se derrumba.
Esta casa restaurante se convierte en el espacio único donde el agua, la tierra y el fuego se entrelazan para ofrecer una experiencia sensorial diferente. Agustín Brañas es el chef de este lugar que cuenta con tres espacios y propuestas distintas.
El sábado 10 de mayo, desde las 12:00, en el local de Palermo, la boulangerie francesa ofrecerá cuatro sándwiches fuera de carta y cócteles a cargo de la marca de aguas Perrier.
Sobre la cortada homónima, camuflado en una señorial casona de estilo Tudor, se esconde un bar con todas las características e influencias de los clubes privados londinenses. Y en la planta alta funciona un restaurante, además de un omakase de próxima apertura.