De la mano de Natalia Moretti y el chef Gustavo Escobar (que trabajó en Holanda y Malasia, entre otros lugares) Aquilino Bistró sigue siendo una excelente alternativa en la Zona Norte.
Para hablar de Aquilino hay que contar una historia. La de un asturiano que llegó al país a comienzos del Siglo XX, donde el destino quiso que se hiciera panadero. Junto a Doña Alfreda, abrió tiempo más tarde “El Cañón” de Florida. En su homenaje el restaurante que maneja desde hace un par de años Natalia Moretti, lleva el nombre de su querido antepasado. El bistró ocupa la esquina de Las Heras y Monasterio, en Vicente López. Su ambiente tiende más hacia lo romántico, o aún a la reunión entre amigos. Llama la atención enseguida que uno traspone el umbral, una escalera que lleva al sótano, con su cava. Para darle forma a su propuesta gastronómica, Natalia convocó al chef Gustavo Escobar, que acredita una poco frecuente trayectoria. Pasó por el Café des Arts y El Muelle, luego dejó Buenos Aires para trabajar en la Embajada Argentina en La Haya, en el restaurante “De Hoesfslag”, en “Neo Tamarind” de Kuala Lumpur, La Bourgogne de Punta del Este, y más. El estilo es francés, sin dudas, aunque también hay platos de raigambre mediterránea. La carta cambia mensualmente, y consta de cuatro entradas, y otros tantos principales y postres. El sistema es por menú degustación cuatro pasos (con amuse bouche incluido), y elección de un plato por paso, siempre a precio razonable (y accesible). Y no se cobra servicio de mesa, aunque podrían hacerlo por la calidad de la panera que sirven.
Aquilino es bien de barrio aunque su cocina de autor supera la media de este tipo de restaurantes. Un chef con trayectoria como Gustavo Escobar ofrece una carta reducida pero muy valiosa.
El nuevo menú incluye langostinos rebozados en coco con salsa de ostras y aceto; higos a la miel con queso feta y nueves; carpaccio de lomo con hongos confit y aceite de trufa negra; ensalada de col, zanahoria y maíz con aderezo de yogur y sésamo. Principales: pesca del día en veloute de jengibre y vino blanco con brócoli baby; bondiola asada, caldo de remolacha y semillas de mostaza; macaroni con crema de espinaca y fontina; ossobuco braseado con papines y cebollitas.
Para el final, dados de chocolate y avellanas con crema de mango; damascos en almíbar con helado de queso; natilla de naranja y jengibre; marquise de dulce de leche con helado de maní. Aquilino es del barrio, uno de los mejores.
Roberto Nishida es el itamae de Dashi desde hace dos décadas, con los últimos 13 años en el Palacio Alcorta. La marca ha sido pionera con su restaurante de Palermo y sigue presente en este espacio más amplio y cómodo, donde siguen ofreciendo cocina japonesa que se adapta a las nuevas tendencias nikkei.
Dieztreinta no es solo un restaurante: es un espacio creativo donde convergen la gastronomía y la música, como protagonistas de una movida absolutamente sui generis. Eliseo Martínez, chef venezolano, rompe los moldes establecidos para materializar una idea que trasciende los límites de la cocina tradicional.
Obrador Mishiguene es el último proyecto local del chef Tomás Kalika, después de Mishiguene Fine Dining, el Café y la Rotisería. En este caso, el local de Palermo ofrece platos de la cocina israelí clásicos y reversionados como en los demás espacios, pero suman la parrilla al carbón. En este Obrador, también se elabora la panadería artesanal que abastece a todos los locales.