LA "VOZ" DE LA COCINA COREANA

Un restaurante de película

Viernes, 3 de octubre de 2025

Una Canción Coreana es, sin ningún lugar a dudas, el restaurante más emblemático de esa culinaria tan apasionante como casi desconocida para los argentinos. También tiene varias particularidades que lo hacen diferente, además de tratarse del lugar "más amistoso" para los que no somos de esa colectividad. Compartir un almuerzo con la mesa repleta de especialidades coreanas con el dueño de casa, Víctor Ho, resultó toda una experiencia imposible de olvidar. Todo restaurante cuenta una historia, pero éste en particular tiene varias en su alforja. Aquí se lo contamos.

Una Canción Coreana - Dirección: Avenida Carabobo N° 1549 entre Balbastro y Saraza, Bajo Flores. Teléfono: 011 3089 6224. Abierto los martes de 18:00 a 23:30; miércoles a domingos de 12:00 a 16:300 y de 18:00 a 23:00. Precio: $$$. IG: @una.cancion.coreana

Nos sorprendió el llamado del amigo Eugenio Borel, distribuidor de vinos, asesor gastronómico, una especie de hombre orquesta en todo lo que tenga que ver con la comida y la bebida. El motivo era invitarnos a visitar Una Canción Coreana, el restaurante más famoso del Barrio Coreano del Bajo Flores.

Debemos confesar que nunca habíamos pasado por la zona, mucho menos para comer en alguno de los restaurantes de la colectividad de ese país, de los que tanto se habla. Una Canción Coreana es algo así como una rara avis, por su condición de "amistoso" para los "extranjeros", también el más conocido y el de mayor convocatoria.

Acudimos bien temprano a la cita, a las 12:00 en punto, un horario habitual para el almuerzo a la coreana, no tanto para nosotros los argentinos. Nos recibe Víctor Ho, el dueño de casa; simpático y risueño nos muestra la estatuilla de un Martín Fierro, galardón otorgado a "El Tío y el Sobrino", como "Mejor Programa Culinario". Lo hacen su hermano Martín y Esteban Ho (este último el hijo de Víctor).

"No tenemos estrella Michelin ni estamos en ninguna lista, pero somos los únicos que tenemos un Martín Fierro", dice risueño Víctor, quien llegó al país a sus 14 años desde Seúl.

Una Canción Coreana cuenta muchas historias. Es uno de los pocos restaurantes relacionado directamente con una película, que terminó provocando que así se llame. Allí, en ese local funcionaba un bazar, pero una de las recurrentes crisis de la economía argentina, obligó a los Ho a cerrar las puertas, por lo que al tener que cambiar de rubro optaron por la gastronomía.

La mamá de Víctor, a su avanzada edad aun trabajando en el restaurante (en la recorrida que nos llevó a visitar la cocina, la vemos sentada en el piso preparando kimchi porque es la forma en la que se siente más cómoda), quería que fuera solo un restaurante para coreanos. Finalmente, prevaleció la idea del resto de la familia y Una Canción Coreana se convirtió en el más friendly de todos los del barrio.

Otra historia significativa es la de la esposa de Víctor, Ana Cheong, una virtuosa cantante lírica muy reconocida, quien llamó la atención de los cineastas Yael Tujsnaider y Gustavo Tarrío, quienes hicieron una película y una obra de teatro a la que llamaron "Una Canción Coreana". De ahí, finalmente saldría el nombre del restaurante en ciernes. Y también el título de esta nota.

Pasamos la mesa ubicada en sector privado del restaurante. Pronto comenzaron a llegar los diferentes platitos y platos, una verdadera bacanal de cocina coreana.

Todo comienza con un amuse bouche, pequeñas preparaciones de nabo encurtido, kimchi y achicoria. Para entrar en calor. 

El banquete continuó con la tortilla de habichuelas (nokdu bindetok); empanadas de kimchi al vapor (kimchi jjinmandu); bulgogui sin caldo con mita de carne de cerdo salteada (bul cheyuk ban ban); carne de cerdo con repollo picante (bossam).

Y más: sopa de soja fermentada (dwenjang jjigue); fideos al caldo "de ancho seca" (myuolchi guksu); fideos de batata salteados con vegetales, hongos y carne (japche con carne); arroz con vegetales y hongos salteados (bibimbap vegetariano).

Los precios son muy razonables. En este tipo de propuesta, un poco desconocida para nuestros paladares, es vital contar con el asesoramiento de los camareros. Nosotros tuvimos el privilegio de que el propio Víctor fuera quien nos explicara los platos, además de hacer él mismo la elección para que se pudieran degustar varias opciones.

En materia de vinos hay una carta no muy extensa, pero con buenas etiquetas, aunque los coreanos no suelen pedirlos, sí el público general. Hay algunos cócteles y bebidas alcohólicas coreanas; agua Perrier o una soda saborizada coreana; jugos e infusiones.

En sus 12 años de existencia, Una Canción Coreana se ha ganado una muy buena fama de lugar auténtico y cálido, un restaurante de "película" que nos cuenta muchas historias. 

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