Winston Club - Guido 1962 Recoleta. WhatsApp: 11 2654-0588. Horario: tanto para bar como living, de lunes a sábados de 19:00 a 00:30 AM. Reserva obligatoria. IG: @winston.club - Web: www.winston-club.com
A Winston Churchill, más allá de la significancia de su labor política, que lo convirtió en uno de los estadistas más notables del Siglo XX, se lo conoce por su afición a la buena mesa. La mayor parte de sus fotografías lo muestran con el infaltable habano en la boca, pero también fue famoso por sus gustos etílicos y gastronómicos. Lo que se dice, un verdadero sibarita.
En el Winston Club de Recoleta, el chef Jonás Alba y el jefe de cocina del bar, Diego Cabrera (ex Roux), armaron una carta en la cual no faltan algunos platos que fueron debilidades de Churchill. También se agregan otras opciones muy bien pensadas, como compañía de los cócteles clásicos y de autor, junto a una carta de vinos seleccionada con criterio.
El ambiente de pub británico se percibe desde la vereda, a través de un amplio ventanal que nos permite ver el interior, donde sobresale la barra y sus cómodas butacas para quienes desean estar cerca del bartender y con la cocina a la vista. Hay asimismo mesitas bajas, en un ambiente en el que la música acompaña adecuadamente y la luz no es tan tenue como para no ver lo que uno come. Es decir, condiciones ideales como a nosotros nos gustan para disfrutar mucho más de la experiencia.
Se lee en la carta una frase que pinta al personaje de cuerpo entero: "Mis gustos son simples, me satisfago con las mejores cosas". Y, respecto a los "bocados", señala que "el menú se inspira en algunas tradiciones culinarias inglesas, argentinas y los gustos de Winston Churchill, con platos clásicos como fish and chips, roast beef braseado en nuestras empanadas, y una de las combinaciones preferidas del Primer Ministro: jamón crudo e higos".
"Estos se complementan con propuestas que reflejan lo mejor de los insumos argentinos de conserva y frescos de temporada, combinados con productos ingleses como quesos, salsas y otras preparaciones".
Por sugerencia del chef, gozamos del privilegio de que nos sirvieran bocados en tamaño de degustación, como para poder probar la mayor cantidad de platitos posibles (casi la totalidad de la carta, vale aclarar). La experiencia comenzó con la focaccia de fermentación de 24 horas en frío, con aceite de oliva. Y un plato con cuatro variedades de quesos Abascay, con miel de panal y alcaparrones.
Luego, el paté de ternera con chutney de estación, eneldo, aceite de oliva y un tostón. También el carpaccio de remolacha con mostaza, Reggianito, escamas de sal, brotes, alcaparras y manzana verde. A esta altura de la noche, lo que más nos despertaba el interés es un plato que cuentan que era el preferido de Churchill: jamón crudo e higos, presentado con jamón reserva de Las Dinas, higos en conserva, gremolata y aceite de oliva. Imposible no probar este bocado, tan frecuente en el gusto del Primer Ministro británico, como sus habanos y el champagne con el cual iniciaba cada comida
Cómo iba a faltar el fish & chips, otro clásico. Lo preparan con pesca blanca del día (en nuestro caso la inusual mora) hecha en tempura, que saleió con unas increíbles y crocantes papas fritas en triple cocción, lima y salsa tártara. Una verdadera reivindicación de este plato, que la mayoría de las veces no cumple con las expectativas y que aquí sobresale.
Para continuar, un bocado que está entre los más pedidos de la casa: bruschetta de asadito argentino, un fiambre de Las Dinas elaborada con tapa de asado vacuna curada en salmuera, horneada lentamente a baja temperatura por varias horas y luego ahumada con leña. Está cubierto con especias y rub de chimichurri. Sale con mostaza antigua y pepinos encurtidos.
Aunque parezca mentira, a{un quedaba mucho por probar. Por ejemplo, las empanadas, fritas, con relleno de roast beef braseado y su salsa yasgua y lima fresca. Además, fainá con hongos, alioli de ajo, pak choi, chimichurri con salsa inglesa y jugo de cítricos, y morcilla vasca y peras glaseadas, con ricota casera, salsa demiglace y brotes.
Concluimos con los mejillones y mandioca, aceite de ajo confitado, manzana verde, pepino y menta; más el solomillo de cerdo con reducción de vino tinto y uvas frescas, y puré de coliflor.
Una verdadera bacanal, que para los más golosos puede terminar con el sticky toffee pudding (de dátiles, con helado artesanal, salsa toffee y manzana verde; o las texturas de chocolate (mousse Riviera, curd de limón, naranja fresca, avellanas y bizcocho sacher). Tentaban mucho, pero otra vez será...
Vale destacar que todos los bocados, excepto los postres, tienen una sugerencia en la carta del estilo de vino más adecuado. Y la atención, como en todo el ámbito del Club, es muy eficaz y discreta.
Queda demostrado, una vez más, que es cierto aquello de que lo bueno viene en frasco chico. Son bocados creados con imaginación y productos de primera calidad, lo cual jerarquiza a la propuesta en su conjunto. Winston Churchill estaría de parabienes, tanto o más que nosotros.
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