¿Y ahora qué hacemos con los cubiertos de 200 dólares?Miércoles, 10 de abril de 2024La economía argentina carece de reglas claras y seguridad jurídica. Y la inflación es un flagelo que, en el mejor de los casos, deberemos seguir soportando por varios meses (o años). Las medidas adoptadas por el nuevo gobierno, como el achicamiento de la banda cambiaria entre el dólar oficial y el blue, han provocado que muchos turistas extranjeros que vendían dólares a los "arbolitos", para luego pagar un valor irrisorio en los restaurantes, fueran rumbeando para otros lados. Si esto se acrecentara, como suponemos que va a ocurrir, ¿qué harán los restaurateurs que cobran 200 dólares ó más por un cubierto.
Resulta evidente que muchos dueños de restaurantes aprovecharon la volteada por su figuración en los nefastos 50 Best y la Guía Michelín Argentina, para cobrar fortunas por un cubierto. Y en el caso de las bodegas mendocinas, la cartelización hizo que los precios de los menús degustación estén por las nubes.
Así hemos visto que se puede cobrar más de 200 dólares ó más por un cubierto, o que un simple bife de lomo te lo facturen al equivalente de 100 dólares USA.
Si ese público sigue en caída libre, nos preguntamos qué harán con esos valores impagables para el 99,9% de los argentinos. CABA y Mendoza (los restaurantes de bodegas), deberían ir pensando qué hacer con esos valores sobredimensionados.
Comencemos por la ciudad de Buenos Aires, donde hoy las incongruencias están a la orden del día. Es así que una parrilla "estrellada" se da el lujo de cobrar precios exorbitantes por un corte de carne, en tanto que en otras podés degustar la mejor carne argentina a un 20% a 40% menos que en lugares supuestamente más exclusivos.
En algunos casos, duplicaron sus precios solamente porque figuran en las corruptas listas llamadas 50 Best Restaurants y Guía Michelin Argentina que, de la mano del exministro Lammens, resultó ser un fiasco total.
Dicho sea de paso, si el actual gobierno pasa la motosierra y no pone los 600.000 dólares pactados por año con la guía de los neumáticos, ésta pasará a ser rápidamente debut y despedida.
Volviendo al tema que nos ocupa, está claro que cada uno cobra lo que quiere y si llena sus mesas, mucho mejor para ellos. Los felicitamos. Eso no quiere decir que valga lo que cuesta, sino que simplemente están haciendo uso y abuso del marketing para tratar de recuperar la inversión que demandó estar en esos lugares de privilegio comprado.
Va de suyo que únicamente los extranjeros con bolsillo generoso pueden pagar esos valores obscenos. Nos preguntamos si, realmente, en caso de contar con recursos para hacerlo, uno estaría dispuesto a pagar esa locura. Seguramente, la mayoría dirá que no. En el caso de Fondo de Olla © elegimos la relación precio calidad.
Pero lo de Mendoza es todavía peor. Los dólares que puso el gobierno local para que Michelin considerase a la provincia como una meca de la gastronomía sudamericana, sirvieron para que una propuesta de restaurantes de bodegas esté mayormente valorada que la diversidad y calidad que hay en CABA.
Pues bien, desde hace tiempo estos lugares exentos a veces de los mínimos cánones de calidad gastronómica y solo pagables por el turismo extranjero (aun cuando tengan descuentos algunas de ellas), te demandan una erogación de no menos de 100 dólares per cápita solo para empezar a hablar.
La pregunta del millón es qué pasará si la cantidad de visitantes foráneos decae en número, como todos pensamos que ya está sucediendo y que se acrecentará en los próximos meses.
Salvo el restaurante de la Bodegas López (de los que tenemos referencia es el único con precios razonables), veremos si los demás deciden sobrevivir con pocos clientes o ajustarán los valores para que puedan concurrir otros comensales de menores recursos.
Y, aparte, en Mendoza, se agrega otra cuestión no menor, que es la distancia que separa a estos restaurantes de la ciudad, salvo que estés alojado por ahí cerca (a valores tan obscenos como los gastronómicos), lo que te obligaría a pagar un Uber, ya que resultaría absurdo comer en una bodega y tomar agua (la provincia tiene 0.5 de tolerancia para conducir).
Finalmente, una recomendación para nuestros lectores. Nunca hay que dejarse llevar por el marketing (o el garketing). Hoy más que nunca, busquemos la mejor relación precio calidad posible.
Cuando los restaurateurs adviertan que se les está muriendo la gallina de los huevos de oro, van a tener que regresar a los precios lógicos y razonables. Ojalá así sea.
La economía argentina carece de reglas claras y seguridad jurídica. Y la inflación es un flagelo que, en el mejor de los casos, deberemos seguir soportando por varios meses (o años). Las medidas adoptadas por el nuevo gobierno, como el achicamiento de la banda cambiaria entre el dólar oficial y el blue, han provocado que muchos turistas extranjeros que vendían dólares a los "arbolitos", para luego pagar un valor irrisorio en los restaurantes, fueran rumbeando para otros lados. Si esto se acrecentara, como suponemos que va a ocurrir, ¿qué harán los restaurateurs que cobran 200 dólares ó más por un cubierto.
Resulta evidente que muchos dueños de restaurantes aprovecharon la volteada por su figuración en los nefastos 50 Best y la Guía Michelín Argentina, para cobrar fortunas por un cubierto. Y en el caso de las bodegas mendocinas, la cartelización hizo que los precios de los menús degustación estén por las nubes.
Así hemos visto que se puede cobrar más de 200 dólares ó más por un cubierto, o que un simple bife de lomo te lo facturen al equivalente de 100 dólares USA.
Si ese público sigue en caída libre, nos preguntamos qué harán con esos valores impagables para el 99,9% de los argentinos. CABA y Mendoza (los restaurantes de bodegas), deberían ir pensando qué hacer con esos valores sobredimensionados.
Comencemos por la ciudad de Buenos Aires, donde hoy las incongruencias están a la orden del día. Es así que una parrilla "estrellada" se da el lujo de cobrar precios exorbitantes por un corte de carne, en tanto que en otras podés degustar la mejor carne argentina a un 20% a 40% menos que en lugares supuestamente más exclusivos.
En algunos casos, duplicaron sus precios solamente porque figuran en las corruptas listas llamadas 50 Best Restaurants y Guía Michelin Argentina que, de la mano del exministro Lammens, resultó ser un fiasco total.
Dicho sea de paso, si el actual gobierno pasa la motosierra y no pone los 600.000 dólares pactados por año con la guía de los neumáticos, ésta pasará a ser rápidamente debut y despedida.
Volviendo al tema que nos ocupa, está claro que cada uno cobra lo que quiere y si llena sus mesas, mucho mejor para ellos. Los felicitamos. Eso no quiere decir que valga lo que cuesta, sino que simplemente están haciendo uso y abuso del marketing para tratar de recuperar la inversión que demandó estar en esos lugares de privilegio comprado.
Va de suyo que únicamente los extranjeros con bolsillo generoso pueden pagar esos valores obscenos. Nos preguntamos si, realmente, en caso de contar con recursos para hacerlo, uno estaría dispuesto a pagar esa locura. Seguramente, la mayoría dirá que no. En el caso de Fondo de Olla © elegimos la relación precio calidad.
Pero lo de Mendoza es todavía peor. Los dólares que puso el gobierno local para que Michelin considerase a la provincia como una meca de la gastronomía sudamericana, sirvieron para que una propuesta de restaurantes de bodegas esté mayormente valorada que la diversidad y calidad que hay en CABA.
Pues bien, desde hace tiempo estos lugares exentos a veces de los mínimos cánones de calidad gastronómica y solo pagables por el turismo extranjero (aun cuando tengan descuentos algunas de ellas), te demandan una erogación de no menos de 100 dólares per cápita solo para empezar a hablar.
La pregunta del millón es qué pasará si la cantidad de visitantes foráneos decae en número, como todos pensamos que ya está sucediendo y que se acrecentará en los próximos meses.
Salvo el restaurante de la Bodegas López (de los que tenemos referencia es el único con precios razonables), veremos si los demás deciden sobrevivir con pocos clientes o ajustarán los valores para que puedan concurrir otros comensales de menores recursos.
Y, aparte, en Mendoza, se agrega otra cuestión no menor, que es la distancia que separa a estos restaurantes de la ciudad, salvo que estés alojado por ahí cerca (a valores tan obscenos como los gastronómicos), lo que te obligaría a pagar un Uber, ya que resultaría absurdo comer en una bodega y tomar agua (la provincia tiene 0.5 de tolerancia para conducir).
Finalmente, una recomendación para nuestros lectores. Nunca hay que dejarse llevar por el marketing (o el garketing). Hoy más que nunca, busquemos la mejor relación precio calidad posible.
Cuando los restaurateurs adviertan que se les está muriendo la gallina de los huevos de oro, van a tener que regresar a los precios lógicos y razonables. Ojalá así sea.