Buenos Aires tiene sus misterios, siempre nos sorprende. Y el Barrio Inglés de Caballito es uno de esos lugares que despierta admiración, porque hay una historia para contar y caminar por sus veredas nos hace imaginar que estamos en Londres. En la esquina de Emilio Mitre y Valle está Salve, un restaurante que ofrece una propuesta de cocina española con algunos platos de nuestro acervo gastronómico. .
Salve Cocina - Dirección: Emilio Mitre 301 (esquina Valle), Caballito. Abierto todos los días desde las 12:00 al cierre. Precio: $$$ Web: salvecocina.com.ar - IG: instagram @salvecocina
Salve surge de la iniciativa de Walter, un comerciante de 38 años, y de Guido, de 27, un emprendedor aun con muchos objetivos por cumplir. Dos vecinos y amigos que se conocieron en la inauguración de un comercio y, desde ese instante, no paran de proyectar nuevos emprendimientos.
La ubicación del restaurante es, sin dudas, uno de los puntos más destacados a comentar porque se encuentra en el Barrio Inglés de Caballito. Habitantes como somos del norte de la ciudad, desconocíamos que existiera este lugar que, inexorablemente, nos traerá reminiscencias de cualquier zona en los arrabales de Londres.
El barrio está comprendido por las calles Pedro Goyena, Emilio Mitre, Valle (precisamente estas dos últimas conforman la esquina donde está Salve) y Del Barco Centenera.
Dice la historia que este sector de la ciudad se constituyó por obra y gracia de los ejecutivos ingleses, que vinieron al país a construir las líneas férreas urbanas de Buenos Aires y el GBA.
Fue recién en el año 1960 cuando se lo bautizó como Barrio Inglés.
Y, por fortuna, una reglamentación del Gobierno dela Ciudad establece que no se puedan demoler las casas para construir edificios en torres y que se deben mantener las fachadas tal como están.
Salve tiene dos niveles, con una planta baja donde se observa una barra imponente; otro salón en el primer piso y también mesas en las veredas que hacen esquina.
Lo primero que hay que decir, aunque para nosotros el protagonismo siempre lo tiene la comida, es que Salve posee una acústica (sobre todo en la planta alta donde nos tocó ocupar una mesa) que amortigua ruidos molestos, por lo que la charla se hace fluida y normal. Esto es poco frecuente hoy en los restaurantes y hay que destacarlo cuando se evitan estridencias innecesarias.
Precisamente, la otra cosa valorable es que la música acompaña y no aturde, algo que hoy sucede en la mayoría de los restaurantes a los que uno va a comer y a charlar, y no a escuchar música que encima otro elige por uno.
La brigada de cocina de Salve está compuesta por Manuel y Verónica Mosquera, padre e hija, quienes se dedican con mucho compromiso a este rubro desde hace décadas.
La propuesta gastronómica del restaurante abunda en platos tradicionales de la culinaria española, pero también encontramos otras opciones más alineadas con lo que nosotros conocemos como cocina porteña. Un ejemplo, en este caso, es la milanesa de bife de chorizo rebozada en panco, con guarnición a elección entre papas fritas, ensalada de verdes o spaghetti.
Las opciones para comenzar la comida son tapas y entradas. En una primera visita, como fue nuestro caso, optamos por el "Tapeo Salve", que comprende cuatro platos en uno.
Incluía una tortilla de papas a la española que, aun habiéndonos olvidado de pedirla "babé", así llegó a la mesa. También unos etéreos calamares fritos (rabas, si se prefiere), que denotaban el uso de buen aceite y sin uso anterior, algo que no siempre es así.
La entrada en cuestión se completaba con buñuelos de espinaca con alioli, y croquetas de jamón crudo con salsa de gazpacho.
Esta opción puede ser para dos comensales (con lo cual se podría continuar un principal también compartido), o bien para cuatro tal vez agregando otra tapa como, por ejemplo, los chipirones a la plancha con papas pay.
O un inesperado embeyú (preparación de nuestro NEA, que preparan con chorizo, huevo y panceta, salsa rústica de tomate y chili dulce, sobre una tortilla de mandioca).
En el rubro de entradas, entre otros platos, hay gambas al ajillo; mollejas crocantes con crema de choclo; tartar de salmón; burratina sobre masa philo, tomates horneados y pesto; camembert tibio con chutney de tomates, o queso halloumi grillados, con puerros confitados y ajo negro.
Incluyen también cinco versiones de ensaladas, pero nosotros pasamos directamente a elegir un principal para compartir. La disyuntiva estaba entre la paella de mariscos o la pesca gallega (con cebolla, ajo tostado, tomate, pimentón español, que sale con papas españolas), una especialidad de la casa. Sin embargo, nos decidimos por la primera opción porque nos pareció más exuberante.
También proponen trucha; pesca del día; spaghetti con frutos de mar; risotto de día; solomillo de cerdo con salsa agridulce; ojo de bife con chimichurri y papas rotas doradas; sorrentinos de mozzarella y jamón.
Los postres son clásicos, como la crema catalana; flan de dulce de leche; tarta de manzana; volcán de chocolate y muy buenos helados.
Si sos del barrio, ya sabés cómo llegar. Pero quienes vivan en otras zonas de la ciudad, tendrán un plus que es conocer este lugar casi oculto de Buenos Aires. Salve Cocina, lo vale.
"Capricho, deseo vehemente, ilusión". Así define la Real Academia Española a la palabra "berretín". Y esas tres cosas son las que llevaron a un holandés a abrir un restaurante a su propio gusto y piacere. Para ello se afincó hace un tiempo entre nosotros porque, como nos dijo, "Buenos Aires es como estar en Europa, pero lejos de todo". Se llama Nicolás Houweling y, junto a su hermana Bente (que estará a cargo del café de la planta baja de próxima apertura), abrió "Presencia", un restaurante en el que quiere también omitir todo lo que le parece inapropiado cuando uno sale a comer afuera. Para ello, convocó al chef Rodrigo Da Costa, de último paso por "Le Réve". Nuestra visita coincidió con el fin de la marcha blanca y comienzo del servicio al público. Impecable todo.
La chef ejecutiva de Casa Cavia, Julieta Caruso, renovó el menú de mediodía con una propuesta que permite pedir a la carta o bien elegir entre menús de pasos. A ello, se suma la coctelería creativa de la bartender Flavia Arroyo y una selección notable de vinos a cargo de Delvis Huck. La dirección general es de Guadalupe García Mosqueda.
Un bistró que le hace honor a la cocina más refinada del planeta. Le Rêve ("el sueño", en francés), nos transporta a la magia parisina en una esquina de Buenos Aires. La propuesta del joven chef Ramiro Hernández exhibe un técnica perfecta, elegancia y personalidad. La coctelería del "Tiger" es otro fuerte del lugar. Y su ambiente, nos agasaja con música sin estridencias, como debe ser en un restaurante, a lo que se suma un servicio impecable comandado por Darío Núñez. Lujos que nos podemos dar en una ciudad que, en materia de gastronomía, lo tiene todo.