Desde 1999, D'oro Italian Bar (antes D'oro Caffé) es referente indiscutido de la cocina peninsular en el Microcentro porteño (justo enfrente de la Legislatura de la Ciudad). Persistencia y aguante, para mantener incólume una propuesta basada en las recetas tradicionales que nos legaron nuestros ancestros desde distintos lugares de la "bota".
D'oro Italian Bar - Perú 159 Microcentro. Teléfono + 54 11 5051 4059. Abierto de martes a sábados de 9.00 a 00.00; domingos de 12.00 a 16.00; lunes de 9.00 a 16.00. Precio: $$$. Web: doroitalianbar.com / IG: doro.italianbar
Desde 1999, los hermanos Claudio y Norberto D'Oro han sostenido su ristorante en diferentes etapas, pero siempre apuntando al respeto por las recetas y las tradiciones de la culinaria italiana. El local que lleva su apellido, comenzó siendo "Caffé" y luego se transformó en "Italian Bar".
Conocimos el lugar cuando ambos trabajaban en la empresa familiar. Luego Claudio emigró a Miami, en tanto que su hermano seguía al frente del negocio. Más tarde, quien emigró a España fue Norberto y Claudio tomó las riendas que, hoy por hoy, comparte con sus dos hijos.
Desde antes de la pandemia que no visitábamos D'oro. Nos pone contentos que hayan logrado capear ese tsunami llamado Covid, pero más aún nos alegró comprobar que al mediodía de un sábado el restaurante estuviera atiborrado de comensales, una mezcla pareja de locales y turistas extranjeros.
Antes que nada, hay que decir que todo sigue igual: calidad del producto utilizado, preparaciones clásicas y sencillas, más un ambiente que nos traslada a cualquier lugar de Italia, con la música que acompaña y no molesta. Sin dudas que allí se respira pura italianidad.
Para comenzar el almuerzo, elegimos dentro de los "antipasti" de la casa, los gamberi vermouth. Era una inusual y exuberante cantidad de langostinos sarteneados con aceite de oliva, ajo y peperoncino, desglasados con vermouth italiano.
Y también optamos por las polpette al uso nosotros, cuatro unidades de albóndigas de carne vacuna con escamas de queso pecorino y salsa pomodoro.
Se pidió para acompañar un vino de estilo italiano, que hace rato que teníamos ganas de probar (Cara Sucia Sangiovese, de Durigutti Family Winemakers, a precio muy conveniente). Resultó muy versátil para toda la comida.
Volviendo a los antipasti, la casa propone también el dúo de bruschette, o bien la bruschetta salmone y la calabresa. Hay además burrata (se puede pedir jamón crudo como adicional); carpaccio di salmome afumicatto o de bresaola; o bien la tabla de salumi e formaggi.
A las ensaladas en cinco versiones, se agregan las pastas, que dicen que son las responsables de hacer "famosi" a los D'Oro. Por el lado de la seca, se pidieron los spaghettoni pesto e ricota, servidos al dente y con un contundente sabor del pesto de albahaca.
Y, por otro lado, una pasta corta poco frecuente de ver en las cartas de los restaurantes locales. Se trata de los paccheri (pronúnciese "páqueri"), que preparan con queso gorgonzola, variedad de hongos y echalotes. Una delicia.
Otras opciones eran los casarecce pomodoro al uso nostro o de melanzane D'oro (berenjenas) con pesto de tomates secos y stracciatella; y spaghetti nero di mare e vermouth.
La lista de pasta fresca incluye gnocchi pesto e stracciatella, o di patate dolce e funghi; o pappardelle ragú di manzo. Pasamos luego a la pasta ripiena (rellena): panzotti di zucca e mandorle (calabaza, almendras y ricota); raviolón siciliano; mezzelune di salmone (de tinta de calamar rellena con salmón y salsa de langostinos), y ravioli di vitello (rellenos de lomo y hongos, con salsa crema de hongos o bien de reducción de Malbec.
Quedaron aún en el menú por probar tres risotti: zucca e funghi; gamberi e calamaro, y de funghi e pistacchio. Y, entre las carnes, scaloppine di pollo; clásica saltimbocca alla romana, y lomo alla griglia con salsa de gorgonzola y pimienta, o de hongos y aceite de trufa.
Los pescados son pesce bianco al limone ed erbe, con gamberi e seppia, y salmone fresco al limone ed erbe.
Las guarniciones son papines al romero; peperonata; puré de cabutia y hierbas, y achicoria con quinua rallada.
Para el momento del "Dolci", hay tiramisú; crostata di limone; panna cotta di pistacchio o ai frutti rossi; torta de cioccolato e mousse; vulcano di cioccolato, o bien un "finale alla francese" tres variedades de quesos más miel trufada.
Muy bien servido servido el café espresso del final. La carta de vinos está muy bien nutrida, con precios que vale decir no están sobrecargados como es costumbre en otros lugares.
Como bien dicen los D'Oro, "somos hijos de italianos, hicimos escuela en Roma entre los años 1889 y 1996, somos italianos de sangre y de escuela, italianos nacidos en la Argentina, que quieren compartir sus conocimientos con vos".
Los D' Oro festejarán el año que viene sus Bodas de Plata. Que, como todos sabemos, en la Argentina son como dos siglos. Tanti auguri. E grazie per tutti.
Probamos la nueva carta que estrenó hace algunos días el chef Nicolás Díaz Martini en su Restaurante Sál. Queda en evidencia una notable evolución, desde el momento en que abrió este lugar a comienzos de 2022. Para disfrutar de una propuesta única en Buenos Aires y que nos invita a brindar con muchos "skol".
Es difícil encuadrar la cocina que el chef Dante Franco ha ideado para el nuevo restaurante del polo gastronómico del Bajo Belgrano. En realidad, su inspiración surgió de diferentes vertientes gastronómicas que él mismo aprehendió por su paso en diferentes cocinas del mundo, entre ellas Hacienda Benazuza, en España. Bonito ofrece un conjunto de opciones muy creativas, ricas, sin sofisticaciones y a tono con las nuevas tendencias que recomiendan colocar los platos en el centro de la mesa y probar "poco de mucho".
Ya escribimos hace algunas semanas sobre el nuevo menú de Mercado de Liniers. Por tanto, ahora queremos destacar qué es lo que marca la diferencia en este restaurante que derrocha creatividad. Un lector nos preguntó por qué éramos tan reiterativos con Dante Liporace. La verdad es que FDO no tiene la culpa de que los cambios de carta sean tan frecuentes. De manera que, si alguien no tiene ganas de leer una nota, está en su pleno derecho y no nos vamos a enojar. Pero la idea es ilustrar a nuestros lectores sobre cualquier novedad que haya en la gastronomía argentina. Y MDL nos brinda ese plus: que cada menú sea una historia distinta.