Cocina española y criolla en Quilmes

Una "Monada" de Restaurante

Lunes, 29 de mayo de 2023

Al fin pudimos cumplir la promesa. Damián Cicero abrió "El Bodegón del Mono" pocos días antes de comenzar el encierro por la pandemia. Pasó el tiempo, pero nos quedaba pendiente la visita. Este domingo comprobamos que no es necesario tanto lujo ni sofisticación para dar muy bien de comer y cobrar no más que lo justo y razonable. Dos parámetros que no siempre se cumplen. Esa conjunción entre platos españoles y criollos, regocija nuestros paladares y nos acaricia el bolsillo. Más no se puede pedir.

EL BODEGÓN DEL MONO- Catamarca 724 Quilmes. Teléfono: 011 5043 9078. Abierto de martes a sábados desde las 20.00; domingos de 12.00 a 15.30. Precio: $$$. IG: @elbodegondelmono

A Damián Cicero (alias "El Mono"), lo conocemos desde allá lejos y hace tiempo. Bueno, en realidad no tan lejos. Fue en El Casal de Catalunya, apenas tomada la concesión del restaurante, donde junto a su socia, Yanina, tuvieron que levantar el "muerto" que había dejado el antecesor.

Hicieron un trabajo formidable. Uno recuerda el llamado casi temeroso de alguien que se presentaba pidiendo ayuda para difundir el lugar. Lo cierto es que nos hicimos habitués y muchas veces llevábamos comensales, desde el que por entonces era nuestro trabajo en relación de dependencia.

Desde el principio tuvimos cuenta corriente abierta, gentilezas varias y trato VIP. Si hasta inclusive en El Casal hicimos la cena por los 15 años de nuestra hija, post viaje a Europa.

De manera que uno no puede ser del todo imparcial, porque el tiempo fue generando una amistad muy cercana. Damián se transformó en "El Mono", un apodo marketinero que le venía de su infancia en Quilmes. Comenzó a aparecer en la tele, en los programas de cocina (actualmente en "Cocineros Argentinos" por la Televisión Pública).

Para nosotros sigue siendo Damián, el pibe de barrio que empezó desde la posición más baja de la gastronomía, tal vez inspirado en su hermano Gabriel, a quien habíamos conocido mucho antes como mozo del recordado Restaurante Katrine, que hizo historia en Puerto Madero.

Cuando decidió volver al barrio, a su Quilmes natal, los encuentros se hicieron mucho más espaciados, ni hablar en tiempos de pandemia, donde él no podía cruzar el Puente Pueyrredón y nosotros tampoco salir de CABA por Puente Saavedra para visitar a nuestro hijo.

Esto pasó pocos días antes de abrir "El Bodegón del Mono", que debió cerrar sus puertas como todos. Por suerte, el mono no se cayó del árbol y logró sobrevivir.

Nos encontramos hace algunas semanas y la verdad es que sentimos un poco de culpa, por no haber visitado aún el restaurante de nuestro amigo, luego de que éste nos dijera que nos apuráramos a conocer el lugar.

Esto pasó ayer, precisamente. Y maldijimos no haberlo hecho antes, porque la experiencia resultó realmente valiosa, en tanto y en cuanto esa conjunción entre la cocina española (catalana en particular) que desarrolló durante tantos años y platos de raigambre criolla, lo convierten en un concurrido bodegón cuyas principales cualidades son la excelente relación precio calidad y la atención cordial y familiar con que uno es recibido y atendido.

Hay que decir entonces que, lejos de los lujos y la sofisticación que generalmente es innecesaria, El Bodegón del Mono es un lugar simpático y austero, fiel a su estilo y conocido inclusive fuera de los límites de la zona sur del Conurbano.

Luego de aclarar que la tortilla española no podía faltar en la degustación (asimismo con la deferencia de sacar la mitad babé y la otra un poco más cocida, al gusto de los cuatro comensales de la mesa), dejamos en manos del chef la seguidilla de platos que integraron la comida.

Acompañando el servicio de mesa (que no se cobra), sirven un plato con aceitunas marinadas, berenjenas en escabeche, alioli y tomates cherries. Acto seguido, llegaron las empanadas de carne, fritas, tan jugosas como para justificar ese dicho que hay que comerlas "con las patas abiertas" (hay que tener cuidado con la ropa).

Ya mencionamos la tortilla de patatas a la española (huevo, papa y cebolla), que es un pecado no pedir. Los "boquerones marplatenses" sobre pan de campo, con alioli y pimientos del piquillo, resultan un homenaje a la cocina catalana.

Otro plato con raigambre hispánica ese el revuelto de setas (hongos frescos y huevos cremosos), que el propio camarero los "revuelve" en la mesa. Un plato que también debe estar en la comanda, son las gambas al ajillo (langostinos salteados, aceite de oliva y ajo crujiente), delicadas al paladar aún en su potencia intrínseca.

Faltaba aún la frutilla del postre, o mejor dicho el punto más alto del tapeo, que son los chipirones españoles salteados, tiernísimos, al limón y con delicada presencia de pimentón.

Prácticamente que probamos todas las entradas, porque solo quedaron afuera de la degustación la provoleta con oliva, ajo y orégano, y las rabas a la romana.

La casa cuenta con cuatro opciones de "cierre principal para compartir", a saber: milanesa "Bodegón", napolitana con fritas apta para dos personas; ojo de bife a las brasas con papas y ensalada mixta; parrillada de mar para compartir (pesca blanca, mariscos y ensalada del chef); y paella tradicional con arroz valenciano, mariscos y "socarrat" (lo que ha dado lugar al nombre de nuestro sitio: Fondo de Olla).

Para culminar tan pantagruélico almuerzo, optamos por los guisos del día: de mondongo con toda la onda de los que se hacían en nuestras casas, y el de ternera en cocción muy lenta, de muy tierna contextura y potente sabor.

Los postres son la clásica crema catalana quemada y el flan casero con dulce de leche. Aunque en este caso, Damián agregó membrillos en almíbar y crema, fuera de carta.

Lo más increíble de todo es que el Mono se las arregla solo en la cocina (vale aclarar que no hubo demora alguna en la sucesión de platos de nuestra mesa y tampoco en las vecinas); la recepción y manejo de la sala está a cargo de Cecilia, pareja de Damián y con Christopher, como mozo y sommelier eficaz, al que también conocíamos de su paso por El Casal.

Uno antes estaba acostumbrado a andar por la zona sur por el fútbol (pero ya los visitantes no pueden hacerlo), pero hoy son los restaurantes los que nos convocan: Dinnona Cucina, El Bodegón del Mono, Burzaco y varios más que tenemos en carpeta.

Cantaba Rafaella Carrá que "para hacer bien el amor hay que venir al sur"; nosotros decimos que "para comer muy bien hay que ir al sur". 

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