Cómo ser periodista gastronómico y no morir en el intentoLunes, 5 de diciembre de 2022Se han creado muchos mitos en torno a los periodistas gastronómicos. Visto desde afuera, todos te dicen: "qué suerte que tenés, vas a comer a los mejores lugares y encima no te cobran". En parte es así, pero el cuerpo te pasa factura en algún momento. Uno, que no está exento de las generales de la ley, encontró en el entrenamiento deportivo y el running una manera de paliar los excesos al comer y beber. Rodeado de gente que se prepara para las competencias de mediana y larga distancia, podemos decir que "ellos entrenan para correr, mientras que yo entreno para comer".
En los tiempos en que uno estaba inmerso en ese mundo apasionante de los productores y de los alimentos en la primera etapa de su gestación, que es el campo, veíamos con algo de envidia a los colegas que su ocupaban únicamente de la parte final de la cadena, es decir la mesa. Y especialmente la de los restaurantes.
Por aquella época, cuando leíamos Cuisine & Vins en su mejor etapa, pensábamos qué afortunados eran Miguel Brascó, Fernando Vidal Buzzi, Alicia Delgado, Elisabeth Checa y Dereck Foster, entre otros "privilegiados" a los que veíamos comiendo en los lugares más reconocidos y costosos.
Porque, como bien decía nuestro admirado amigo Horacio de Dios, la única manera de viajar siendo "pobres" (y de comer en los mejores restaurantes, agregamos nosotros), es trabajar de periodista. Su hijo Julián, vale decirlo, solía correr a la par, pero abandonó y nos dejó un poco solitarios.
Las vueltas de la vida te deparan muchas veces grandes sorpresas. Uno nunca pensó que el periodismo nos iba a llevar para el lado de la gastronomía. Como muchas veces hemos contado, una casualidad nos permitió comenzar a escribir críticas de restaurantes en la Revista El Conocedor, por aquel tiempo dirigida por Augusto Foix y Gustavo Choren.
Fue precisamente este último quien, luego de una entrevista que le realizamos para el programa "Producción en Marcha", que se emitía por el Canal P&E de Cablevisión, nos invitó a escribir en ese medio que hizo historia en la prensa gastronómica local.
Fue el primer paso en un rubro en el que, obvio resulta decirlo, encontramos muchos aspectos en común con la gastronomía: el agro. Porque uno es el primer eslabón de la cadena y el otro, el último. En el medio, está todo lo demás: la distribución, la comercialización, los análisis sanitarios, los procesos de mejoramiento de los alimentos y muchos factores más.
Conocer la tierra y a quienes la cultivan, es prioritario y fundamental para un periodista gastronómico. En ese aspecto, sabíamos que estábamos corriendo con ventaja.
Fue así que se fueron presentando nuevas oportunidades periodísticas, siempre sin abandonar la otra actividad que nos permitía desarrollar la crítica gastronómica.
Más colaboraciones en revistas y diarios, radios, esporádicamente la televisión y, al fin, el ámbito en el que uno podía expresar con absoluta libertad su pensamiento. Y al final, lo que parecía una utopía terminó siendo realidad.
Esto es Fondo de Olla © que nació en un lejano mayor de 2010 junto a Cali Fidalgo, nuestro compañero de aventuras en los inicios de nuestra web.
El tiempo y los excesos fueron pasando factura. No en aspectos graves de nuestra salud, pero sí en el sobrepeso, la falta de agilidad, el cansancio, la falta de movilidad, etcétera.
Quiso el destino que nos encontráramos con Jorge Castillo, un kinesiólogo que nos rehabilitó de una operación de manguito rotador quien, además, es un apasionado runner y nos convenció de iniciar el entrenamiento semanal para mejorar nuestra salud.
Por allá por el mes de septiembre de 2018, comenzamos a incursionar en el team 70/30, dirigido por otro fanático del running: Guillermo Mezzadri haciendo dupla con el propio Castillo.
Mientras a nuestro lado veíamos entrenar a un grupo de entusiastas dispuestos a superar sus marcas todo el tiempo, nosotros solo caminábamos alrededor del Lago de Regatas de Palermo, haciendo algunos minutos de preparación física para tonificar los músculos.
Con el tiempo nos permitieron trotar liviano en distancias cortas, aumentar la frecuencia de ejercicios, siempre tres veces a la semana.
Y así nos dimos cuenta de que cada vez nos sentíamos un poquito mejor, justo uno que corría para alcanzar al colectivo diez metros y terminaba con la lengua afuera.
Por lo tanto, resultó una fantástica idea cambiar la fórmula del 70/30. Si bien nunca nos gustó el "Fernando" y sus proporciones de Fernet y Coca Cola, la ejercíamos con otros tragos como el Gin Tonic y el Garibaldi.
Por eso optamos por el otro 70/30, que es el nombre del team al cual le debemos la notoria mejoría en nuestro estado físico. Y, si bien el salvavidas no cede, porque para eso habría de dejar de comer y chupar, al menos podemos decir con satisfacción que "unos entrenan para correr y yo entreno para comer".
Se han creado muchos mitos en torno a los periodistas gastronómicos. Visto desde afuera, todos te dicen: "qué suerte que tenés, vas a comer a los mejores lugares y encima no te cobran". En parte es así, pero el cuerpo te pasa factura en algún momento. Uno, que no está exento de las generales de la ley, encontró en el entrenamiento deportivo y el running una manera de paliar los excesos al comer y beber. Rodeado de gente que se prepara para las competencias de mediana y larga distancia, podemos decir que "ellos entrenan para correr, mientras que yo entreno para comer".
En los tiempos en que uno estaba inmerso en ese mundo apasionante de los productores y de los alimentos en la primera etapa de su gestación, que es el campo, veíamos con algo de envidia a los colegas que su ocupaban únicamente de la parte final de la cadena, es decir la mesa. Y especialmente la de los restaurantes.
Por aquella época, cuando leíamos Cuisine & Vins en su mejor etapa, pensábamos qué afortunados eran Miguel Brascó, Fernando Vidal Buzzi, Alicia Delgado, Elisabeth Checa y Dereck Foster, entre otros "privilegiados" a los que veíamos comiendo en los lugares más reconocidos y costosos.
Porque, como bien decía nuestro admirado amigo Horacio de Dios, la única manera de viajar siendo "pobres" (y de comer en los mejores restaurantes, agregamos nosotros), es trabajar de periodista. Su hijo Julián, vale decirlo, solía correr a la par, pero abandonó y nos dejó un poco solitarios.
Las vueltas de la vida te deparan muchas veces grandes sorpresas. Uno nunca pensó que el periodismo nos iba a llevar para el lado de la gastronomía. Como muchas veces hemos contado, una casualidad nos permitió comenzar a escribir críticas de restaurantes en la Revista El Conocedor, por aquel tiempo dirigida por Augusto Foix y Gustavo Choren.
Fue precisamente este último quien, luego de una entrevista que le realizamos para el programa "Producción en Marcha", que se emitía por el Canal P&E de Cablevisión, nos invitó a escribir en ese medio que hizo historia en la prensa gastronómica local.
Fue el primer paso en un rubro en el que, obvio resulta decirlo, encontramos muchos aspectos en común con la gastronomía: el agro. Porque uno es el primer eslabón de la cadena y el otro, el último. En el medio, está todo lo demás: la distribución, la comercialización, los análisis sanitarios, los procesos de mejoramiento de los alimentos y muchos factores más.
Conocer la tierra y a quienes la cultivan, es prioritario y fundamental para un periodista gastronómico. En ese aspecto, sabíamos que estábamos corriendo con ventaja.
Fue así que se fueron presentando nuevas oportunidades periodísticas, siempre sin abandonar la otra actividad que nos permitía desarrollar la crítica gastronómica.
Más colaboraciones en revistas y diarios, radios, esporádicamente la televisión y, al fin, el ámbito en el que uno podía expresar con absoluta libertad su pensamiento. Y al final, lo que parecía una utopía terminó siendo realidad.
Esto es Fondo de Olla © que nació en un lejano mayor de 2010 junto a Cali Fidalgo, nuestro compañero de aventuras en los inicios de nuestra web.
El tiempo y los excesos fueron pasando factura. No en aspectos graves de nuestra salud, pero sí en el sobrepeso, la falta de agilidad, el cansancio, la falta de movilidad, etcétera.
Quiso el destino que nos encontráramos con Jorge Castillo, un kinesiólogo que nos rehabilitó de una operación de manguito rotador quien, además, es un apasionado runner y nos convenció de iniciar el entrenamiento semanal para mejorar nuestra salud.
Por allá por el mes de septiembre de 2018, comenzamos a incursionar en el team 70/30, dirigido por otro fanático del running: Guillermo Mezzadri haciendo dupla con el propio Castillo.
Mientras a nuestro lado veíamos entrenar a un grupo de entusiastas dispuestos a superar sus marcas todo el tiempo, nosotros solo caminábamos alrededor del Lago de Regatas de Palermo, haciendo algunos minutos de preparación física para tonificar los músculos.
Con el tiempo nos permitieron trotar liviano en distancias cortas, aumentar la frecuencia de ejercicios, siempre tres veces a la semana.
Y así nos dimos cuenta de que cada vez nos sentíamos un poquito mejor, justo uno que corría para alcanzar al colectivo diez metros y terminaba con la lengua afuera.
Por lo tanto, resultó una fantástica idea cambiar la fórmula del 70/30. Si bien nunca nos gustó el "Fernando" y sus proporciones de Fernet y Coca Cola, la ejercíamos con otros tragos como el Gin Tonic y el Garibaldi.
Por eso optamos por el otro 70/30, que es el nombre del team al cual le debemos la notoria mejoría en nuestro estado físico. Y, si bien el salvavidas no cede, porque para eso habría de dejar de comer y chupar, al menos podemos decir con satisfacción que "unos entrenan para correr y yo entreno para comer".