Un taxista que honra a su profesión

No todo está perdido

Viernes, 25 de noviembre de 2022

Pareciera ser que todo está perdido, gracias a los políticos y a los males que aquejan a nuestro país y que nos impiden ser un país normal. Muchos creen que la Argentina no tiene remedio. Sin embargo, hay mucha gente honesta y solidaria. Como Oscar, el taxista de esta historia. Alguien que nos demuestra que no todo está perdido.

Quizás esto no tenga tanto que ver con Fondo de Olla ©. O en realidad sí, porque todo comienza luego de un almuerzo en Mudrá, donde la chef peruana Astrid Acuña nos enseñó que se puede comer excelentemente y muy rico, aunque no tengamos proteínas animales en nuestros platos. Pero esto será motivo específicamente de una nota en breve.

El pasado miércoles 23 del actual, tras el almuerzo con mi hija Marina, cruzamos la Avenida Córdoba a la altura de Acuña de Figueroa, justo se desocupó un taxi y lo tomamos para volver a nuestra casa en Colegiales.

Mi hija, que vive en Toronto, tiene un celular comprado en Canadá, por lo cual lo tenía en modo avión, ya que solo lo utiliza con wifi cuando viene a visitarnos.

Por desgracia, en un descuido el aparato se le cayó en el asiento del taxi, y recién se dio cuenta cuando entramos al departamento.

De manera que no había chance de que alguien atendiera los llamados, porque el celular estaba desconectado. Tampoco había manera de ubicar al taxista, porque no teníamos forma de contactarlo.

Sin embargo, en Toronto estaba Luis, el novio de Marina, quien enterado de la situación llamó reiteradamente al aparato perdido, sin suerte, porque todo iba a parar al buzón. Desconocíamos que había una posibilidad que era que, al llamar al celular perdido, desde otro teléfono radicado en Canadá, la comunicación era viable pese a estar en modo avión.

Y así fue, porque Luis logró ubicar a Oscar, el héroe de esta pequeña historia que nos reivindica como sociedad. Me pasó su número de celular, lo llamé y me comentó que había estado esperando un llamado toda la tarde del miércoles. Recién en la mañana del jueves, atendió la llamada desde Canadá, atendió y Luis le pasó mi número de celular.

Casi un milagro. El SEÑOR (porque es un señor con mayúsculas), quedó en traernos a casa el aparato perdido. Que, más allá de su costo intrínseco, contaba con mucha información y a la vez, el problema de quedar desconectado con el trabajo, amigos y demás contactos agendados. Al menos hasta regresar a Toronto.

Oscar vino a la tarde y devolvió el celular. Pudimos darle una retribución lógica y merecida por su gesto, como debe ser. Pero, más allá de esto, la situación nos demuestra que hay una Argentina solidaria, que podría tener futuro con mucha gente como este taxista honesto.

Es Oscar que, al igual que muchos de sus colegas, debe lidiar con la injusta generalización de mala fama que tiene la profesión (porque habrá taxistas deshonestos, pero la mayoría es como Oscar).

Y que día a día, tienen que estar horas y horas arriba del taxi para hacer una buena diferencia. Que deben enfrentar la desgracia de los piquetes, que los agarra muchas veces en el medio de un viaje y pierden tiempo, pasajeros y la paciencia, obviamente.

Que sufren, como todos nosotros (menos los políticos) una inflación del 100% anual; que las tarifas suben mucho menos que ese porcentaje; que el tránsito es caótico; que muchos conductores no respetan las reglas de tránsito.

Oscar, en todo caso, nos ha demostrado que no todo está perdido. Por eso, si se topan con un taxi que lleva la matrícula N° 17698, sepan que quien lo conduce es una persona honesta, solidaria, como la mayoría de los argentinos. Y suban sabiendo que los llevará alguien confiable, un SEÑOR con mayúsculas. 

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