El historiador Daniel Balmaceda y el enólogo de la Bodega Trapiche, Sergio Casé, analizan en la Semana de Mayo cómo fue evolucionando la bebida nacional desde la Revolución de 1810 al Centenario en 1910.
La vitivinicultura argentina cuenta con más de cinco siglos de historia, integrando los saberes de la población local con la influencia que traían los inmigrantes del viejo mundo.
Comenzó a producirse en Santiago del Estero, a partir de las cepas Moscatel y Uva País, procedentes de España. La expansión de su cultivo siguió de la mano de los jesuitas y, hacia 1598, había viñedos en Córdoba, Santa Fe, Buenos Aires y Misiones.
Pero, ¿en qué momento de su producción se encontraba en tiempos de la Revolución de Mayo? El reconocido historiador Daniel Balmaceda cuenta que, sin dudas, lo que cambió mucho desde allá hasta aquí es la calidad de la bebida.
"Hacía 1810, había mucho vino de uva criolla, aunque era real que ya se sabía que en esa época existían buenos viñedos en la zona de Cuyo, pero sin embargo no estaba desarrollado su consumo", explica, y nos lleva en este paso del tiempo hacia el Centenario: "para 1910, ya había vinos importados destilados, así como había todo tipo de bebidas importadas y ya se veían como muy prometedoras las bodegas de San Juan y de Mendoza, que ya hacía décadas venían siendo proveedoras de vino".
Pero, además, aclara que para 1910 comienza la moda del vino fino. Es decir, un vino no tan fuerte, sino más delicado. Así se llegó a un Pinot Noir, una característica más del Siglo XX que del XIX.
¿Quiénes tomaban vino en ésa época?: todos, en general, pero por supuesto que fundamentalmente los hombres.
Sergio Casé, enólogo de Trapiche, cuenta cómo es hoy el consumidor que toma el vino Fond de Cave, insignia de la marca: "nosotros tenemos muy determinado un perfil de hombre que ha avanzado a través de los años pero que muy bien podría relacionarse con el perfil de 1810, aunque mucho más el del año del Centenario".
Y habla también del paso del tiempo. De un conocimiento y una sabiduría adquiridos a través de las décadas en que el vino argentino ha permanecido en el país.
Señala Casé que "Fond de Cave es una línea de vinos de gran trayectoria, que se caracteriza por su elegancia y sofisticación. Con su propio estilo, entiende que la experiencia, el conocimiento y la sabiduría adquiridos con el paso del tiempo son los bienes más preciados y los que llevan a ser ‘Perfeccionados por el Tiempo'".
Este hombre que hoy generalmente toma vino con la cena o en reuniones sociales, en 1810 y también 100 años después consumía vino al mediodía. "De hecho, ya en la época de 1910 el trabajador que salía a almorzar por la zona de sus labores tomaba una copa de vino, no era común como ahora tomar gaseosa, tomaba vino", cuenta Balmaceda.
Para la época de la Revolución, el consumo de alcohol estaba limitado a los cafés y las pulperías, quizá también a veces en las casas, "pero lo hacía en solitario", agrega el historiador.
Un dato muy característico de la época de la Revolución de Mayo era que, en las tertulias, reuniones que se hacían a partir de las 20 y duraban hasta la medianoche, se consumía chocolate y mate. Nada de bebidas alcohólicas.
Los números de la época
Sergio Casé y Daniel Balmaceda proporcionan información clave para entender la importancia del vino en la cultura argentina, desde la época del Centenario.
En el continente americano, la producción anual para 1907 era la siguiente:
Argentina: 3.171.000 hectolitros
Chile: 2.700.000
EE.UU.: 1.600.000
Brasil: 320.000
Perú: 98.000
Uruguay 92.999
Bolivia: 20.000
México: 18.000
Cabe mencionar que, del volumen argentino, solo en Mendoza se producían 2.300.000 hectolitros.
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