Editorial

El que calla, otorga

Martes, 15 de junio de 2021

Es muy extraño, porque nadie a la fecha ha hecho oír su voz respecto a la injusticia cometida por el gobierno de CABA, que decidió abrir desde este viernes los cines, teatros e iglesias con un aforo del 30%, en tanto que a los restaurantes los obligan a atender solamente mesas al aire libre con temperaturas que serán extremadamente bajas en las próximas semanas.

¿Qué diferencia puede haber entre un cine, un teatro y una iglesia, donde se concentra gente (30% del aforo) y un restaurante en el que, en muchos casos, se han hecho grandes inversiones para dotar a los salones de medidas de seguridad contra el virus? En lo personal, uno se siente más seguro sentado a una mesa con buena distancia de los comensales vecinos que dentro de un cine, un teatro y una iglesia, donde ni siquiera hay una ventana como se les pide a los lugares de comida.

Para los funcionarios del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, pareciera ser que es todo lo contrario. Permiten ir a misa, o a ver una obra teatral o una película, pero a los que quieren comer en un restaurante, los obligan a sentarse en mesas ubicadas al aire libre, aun con temperaturas muy bajas. Si no te contagiás de COVID, te agarra una pulmonía.

Ya opinamos el viernes pasado cuando se conocieron estas nuevas medidas adoptadas por Larreta y cía.: https://www.fondodeolla.com/nota/17183-pongan-mesas-en-las-iglesias-y-cines/

Por tanto, lo que ahora queremos expresar es nuestro asombro por la falta de reclamos por parte de los sectores afectados por esta actitud discriminatoria del gobierno porteño, poco diferente a la que vienen manifestando desde que comenzó la pandemia el año pasado, los científicos de Balcarce 50, los del Congreso de la Nación (que se aumentaron sus haberes un 40%) y el inepto que conduce los destinos de la provincia más importante del país. 

Frente a esta situación, no deja de llamar la atención que no hayamos escuchado ni leído hasta hoy, ningún tipo de reclamo por parte de los sindicatos, las federaciones, las asociaciones, los dueños de restaurantes y los cocineros (salvo excepciones en estos dos últimos casos), ante tamaño desaguisado de parte de los funcionarios de la ciudad. Ni siquiera un change.org como suele ocurrir y ha tenido bastante repercusión en otros momentos.

Fondo de Olla ©, en actitud quijotesca, se puso al hombro la patriada que significa reclamar con vehemencia a las autoridades por la falta de empatía que manifiestan para con el sector. Una actividad que, como todos sabemos, genera mano de obra directa en cantidad y calidad, pero que a la hora de las decisiones prácticas está olvidada de la mano de Dios (una forma de decir, porque son los políticos los que tienen asegurado sus ingresos a fin de mes, pero miran para otro lado cuando se trata de dejar trabajar a los gastronómicos). 

Todos callan, nadie se queja y si lo hacen, solo en voz baja. Son escasos los que ponen lo que hay que poner. Los conocemos de sobra, porque son siempre los mismos. En muchos casos, además, hay quienes no dicen ni "mu" porque su fanatismo ideológico es aun superior a sus intereses. Tal vez no les puedan pagar a sus empleados, pero adhieren a un gobierno que, a cada paso se manda una cagada, como el pato criollo.

Por la Capital no estamos tan lejos, aunque reconozcamos que son un poco más "científicos" que los otros, impresentables desde todo punto de vista. En CABA, están haciendo ingentes esfuerzos por parecerse a la ineptitud de sus colegas de la Nación y la provincia de Buenos Aires. Será porque al fin y el cabo en ese engendro llamado AMBA se rejuntan para finalmente tomar decisiones erróneas.

Para concluir, debemos decir que estamos bastante cansados de luchar contra los molinos de viento. Si hasta pareciera ser que nosotros tuviéramos intereses pecuniarios y que, por tal razón, le ponemos el pecho a la situación porque nos vemos perjudicados en nuestros bolsillos.

Nada más alejado de la realidad. No somos socios de ningún restaurante, ni siquiera tenemos publicidad de ellos. Solo luchamos contra la injustica y la irracionalidad de los que mandan. Basta ver cómo están sufriendo los dueños y trabajadores gastronómicos, para ponerse de su lado. Pero si ellos mismos no toman las riendas de los reclamos, no habrá manera de ser escuchados.

El que calla otorga, dice el conocido refrán. Cuando se decidan a hablar, será demasiado tarde. Ya no quedará ni una sola silla que no esté al revés. Y será muy tarde para lágrimas.

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