Una utopía alimenticia

Lo que los veganos no dicen

Miércoles, 9 de diciembre de 2020

Los veganos hablan de su estilo de vida, que les impide consumir cualquier tipo de producto de origen animal. A diferencia de los vegetarianos, son talibanes de la alimentación y no solo eso: pretenden que todos pensemos y obremos como ellos. Pero del dicho al hecho hay un largo trecho. Y hay cosas que los veganos no dicen, porque no tienen argumentos valederos ni los ampara la ciencia.

Que cada uno coma lo que tenga ganas. Pero no aceptamos que nos quieran imponer un sistema de alimentación que implique cualquier tipo de prohibición. Ni religiosa, ni filosófica, nada salvo que exista una prescripción médica que exija evitar el consumo de proteínas animales.

Dentro de este espectro de tribus urbanas, los veganos son una especie de talibanes que no admiten otra forma de alimentación que la que ellos pregonan y practican: cero proteínas animales.

Si hasta ponen ejemplos que causan risa, como aquella vez que alguien (un vegano) dijo que las gallinas sufren cuando ponen huevos. Con este argumento se acabaría la Humanidad , ya que las mujeres también sufren en el momento de la parición.

Que cada uno se alimente como quiera y le guste. Pero no hay ningún derecho a tratar de imponer un estilo alimenticio minoritario, inflexible y carente de sustento científico. Tampoco de apelar a episodios de violencia como los ocurridos el año pasado en La Rural de Palermo. 

Cada vez que en Fondo de Olla © expresamos nuestra opinión contraria al veganismo, hemos recibido como respuesta una catarata de insultos y descalificaciones. Tal comportamiento los condena. No saben debatir, solo imponer. 

Hace algunos días hemos recibido en la redacción una gacetilla de prensa en la que un señor llamado Lucas Marion, al que presentan como socio fundador de Estilo Veggie, pontifica sobre la forma de alimentarse que tienen él y sus seguidores, como única manera de "trascender como especie".

Va de suyo que sus expresiones están cargadas de sentimentalismos, pero carecen del sentido de la realidad y de argumentos científicos. Salvando la utilización del aberrante lenguaje inclusivo que utiliza, y que pretende destruir nuestro hermoso idioma  castellano, nos tomamos el trabajo de leer el resto de su panfleto.

Marion habla de que el veganismo es la revolución de la era moderna, que es volver a las raíces (¿acaso el homínido no comenzó a comer carne hace 1,5 millones de años?), afirma que matar animales para comer es un holocausto, quiere que nos vayamos de vacaciones y que no volvamos a la ciudad, y que somos selectivos porque comemos a algunos animales y no otros (de tal forma que si no fuéramos selectivos nos transformaríamos en caníbales).

No solo eso: también suscribe que no hay que comer nada que venga en envases de plástico y vidrio. Que siendo veganos tenés la sensación de sentirse mucho mejor, "de estar y de darte algo realmente nutritivo" (la ciencia no opina para nada de esta manera), y que el veganismo es un camino de ida (seguramente que sí, de ida hacia una alimentación incompleta).


Hecha esta somera síntesis de la nota de marras, hay siempre preguntas sin respuestas en las consideraciones veganas.

Repetimos: que cada uno coma lo que quiera, pero lo que la medicina explica es que no resulta conveniente que una embarazada no consuma carne, mucho menos conveniente aún que un niño sea obligado por sus padres veganos a alimentarse como ellos y sufrir por ende problemas de nutrición en el momento en que más lo necesita.

Hay numerosos estudios científicos que determinan que el veganismo no es la solución a los problemas del planeta, más aún a costa de la salud humana. Lo han dicho la Universidad de Harvard, la BBC y numerosos organismos prestigiosos a nivel mundial.

Desacreditar estas posiciones que contienen argumentos sólidos apenas con panfletos sentimentaloides y carentes de sustento científico, provoca un boomerang en las expresiones de los veganos, por cuanto ellos solitos hacen el ridículo.

Según el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) y la Universidad Tecnológica de Virginia, "una población herbívora permitiría una caída de las emisiones de gases de efecto invernadero, pero también se enfrentaría deficiencias de calcio, ácidos grasos y vitaminas A y B12".

El total de la oferta de alimentos de EE.UU. aumentaría en un 23% dado que el maíz, la soja y otros cultivos con los que se alimenta a los animales se asignarían a otros usos, según el estudio, que se publicó este mes en Proceedings of the National Academy of Science. "Sin embargo, como la tierra utilizada para cultivos suele no ser apta para producir frutas y verduras, es probable que en esas superficies se siguiera cultivando granos.


"Un mundo vegano acabaría con la producción animal y pondría fin al consumo de carnes, leche, huevos, pescado y queso, lo que plantearía problemas de nutrición para muchos estadounidenses", según determina el mismo estudio.

Por otra parte, "una dieta exclusivamente vegetal también exigiría que las personas consumieran más calorías, dado que muchos alimentos usados para reemplazar los productos animales tienen menor densidad de nutrientes", dijeron los investigadores.

"Hay una gran diferencia entre lo que es posible en la alimentación de una sola persona y la de todo un país", aseguró Mary Beth Hall, una investigadora del USDA en Madison, Wisconsin, y coautora del estudio.

Los veganos (y también el señor Marion) omiten decir que "el mayor peligro para las personas veganas es la deficiencia de vitamina B12, ya que esta puede causar anemia y, a largo plazo, daños en el sistema nervioso. Y la vitamina B12 se encuentra casi exclusivamente en los alimentos de origen animal".

Los veganos necesitan más hierro que los omnívoros para compensar la dificultad de absorción (por eso comemos mucho pescado y carnes rojas).

Ensalada para acompañar el asado.

Las veganos no dicen que es necesario consumir calcio diariamente durante la infancia y la adolescencia, para tener un buen desarrollo óseo. Los lácteos son una buena fuente de calcio (en ese sentido los ovolactovegetarianos no tienen problemas).

Los veganos no dicen que ningún alimento de origen vegetal contiene todos los aminoácidos esenciales. Con la carne, más los huevos y lácteos, la ingesta de proteínas que requiere el cuerpo humano es completa. 

Los veganos no dicen que su dieta los lleva a presentar mayor índice de caries y erosión dental.

Los veganos no dicen nada sobre la superpoblación de especies que son plagas, lo cual se agravaría enormemente si no existiera su consumo por parte de los humanos. Un caso paradigmático son los conejos. La propia especie queda diezmada por la enfermedad hemorrágica vírica, cuando existe riesgo de superpoblación. 

Los veganos no dicen qué haríamos con el ganado vacuno. Es evidente que ningún productor criaría animales si solo fuera para tenerlos como mascotas; en consecuencia habría liberarlos en el campo y volver al ganado cimarrón de la época de la conquista.

Los veganos no dicen qué hacer con especies que pueden afectar nuestra salud, como los roedores. O los insectos que nos transmiten enfermedades. 

"Mis derechos comienzan cuando terminan los derechos de los demás", expresa el conocido dicho. Ergo, donde concluyen los derechos de los veganos a consumir lo que les plazca, empiezan mis derechos a ser omnívoro sin que nadie me trate de asesino serial. Tan simple como eso. Afortunadamente, los veganos son una minoría que cuenta con el privilegio de adoptar una alimentación más onerosa y selectiva. Y más aún si solo ingieren alimentos orgánicos. 

Hay en la en la Argentina un 40,9% de pobres (datos del primer semestre de 2020). Imagínense cómo se podrían alimentar si fueran selectivos como los veganos. Asimismo, nunca vimos a un vegano revolviendo los contenedores de basura. El vegano es un "chancho burgués" con la única diferencia de  que no come carne.

Al fin y al cabo, "no hay una opción libre de muerte; para que algo viva, algo más tiene que morir". Y las plantas también son seres vivos. La alternativa de comer piedras y tierra no nos parece para nada viable.

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Parece que ayer fue el Día Mundial sin Carne (¿??), una irrelevante fecha inventada por otra irrelevancia como es la ignota Unión Vegana Argentina, que se encarga de distorsionar la realidad alimentaria del ser humano, con el objetivo de promocionar a esta secta de fanáticos fundamentalistas que cree que los omnívoros somos una especie de asesinos seriales. Pero la naturaleza es sabia y, si unas especies se devoran a las otras, por algo será. Nosotros, digan lo que dijeren, seguiremos disfrutando de un asadito.