Ayer en forma virtual se conocieron los restaurantes que ocupan los primeros 50 del ranking de los 50 Best Restaurants LATAM convertidos este año en 50 Best "Deliveries", por obra y gracia de la pandemia. En una soporífera transmisión conducida por Iván "Tueni Tueni" de Pineda, Don Julio pasó a ser el número 1 desplazando a Maido (es la primera vez que un argentino se ubica en la vanguardia de la lista).
Fue un año atípico y muy duro para la gastronomía. Muchos restaurantes clásicos quedaron en el camino, el negocio se achicó, en el mejor de los casos y durante varios meses (más de ocho en nuestro caso) muchos apelaron al delivery para sobrevivir. Otros estuvieron cerrados todo el tiempo.
Pero el show debe continuar y la lista de los 50 Best Restaurants LATAM no se declaró desierta, tal vez como correspondía por la inactividad durante la mayor parte del año.
Uno se pregunta entonces cómo hicieron los jurados para votar. En el caso local, durante más de ocho meses no pudieron salir a comer afuera. Viajar fue imposible, de manera que salvo que hayan estado de visita en otros países latinoamericanos eso debería haber sido en los meses de enero y febrero, y parte de marzo. Muy poco tiempo, por cierto para tener criterios razonables de calificación.
Don Julio, el number one.
Por otro lado, los que "invierten" dinero en estas cosas, no pudieron pagarles a los chairmen regionales sus viajes por todo el subcontinente (ni a ellos ni a sus parejas e hijos), no invitaron a comer a los expertos que votan (entre quienes hay periodistas que quizá por vergüenza no declaran que son jurados). Ni pudieron hacer reuniones multitudinarias ni convocar colegas de otros países, siempre que pertenezcan a la lista de marras.
Hay tres maneras de figurar en los 50 Best Restaurants (a nivel mundial y regional, da lo mismo). La primera es ser tan bueno que no pueden dejarte afuera (un caso paradigmático sería el argentino Chila), único del país que pertenece a la cadena Relais & Chateau que no apela a estos subterfugios para estar.
Eso sí, para figurar como número 1 y mejorar el puesto 19 que le dieron este año, se requeriría una "inversión" para captar voluntades. Lo bien que hacen en no hacer esto.
Chila, el 19 que para FDO es el 1 de la Argentina.
La segunda opción entonces, es ésta que acabamos de comentar: merecés estar pero tenés que hacer lobby y gastar dinero en invitaciones y eventos, pagar pasajes, etcétera, para que te den bola. Sería el caso de los que son buenos pero tal vez no lo suficiente para estar adentro sin discusiones.
Y la tercera forma es la menos recomendable: formar parte de un corpo que se encarga de aunar criterios entre los jurados (aclaremos que no todos los que votan son iguales de pusilánimes, pero sí lo son la mayoría).
Pero hay corpos y corpos, aquí tenemos dos, una de ellas la de los muchachos de A.C.E.L.G.A. y Masticar que son los que permiten que Narda Lepes sea la mejor chef de LATAM y que su comedor sea el número 40 de Latinoamérica, y otra más pulcra en su accionar, que invierte para que las posiciones vayan subiendo un poco cada año. Más legal diríamos, sin contubernio.
Osaka Buenos Aires (Palermo), uno de nuestros favoritos.
Es curioso el caso de El Baqueano, despreciado por la corpo Nº 1, pero que ha hecho otro lobby más interesante: viajes, conocer gente, conseguir sponsors que les permitan cocinar a cuatro manos con chefs de afuera.
Hay que decir que nos pone muy contentos que Don Julio haya pasado a ser el líder porque es el primer argentino en lograrlo, pero al mismo tiempo y reconociendo la innegable calidad de su propuesta y de sus grandes merecimientos, no podría estar allí sin el trabajo de relaciones públicas que realiza se mentor, Pablo Rivero, que ha hecho un trabajo formidable convirtiendo una parrilla de barrio en un restaurante de carnes, mucho de lo que se ha logrado por su inteligencia en convocar a un gran chef como Guido Tassi.
Ya pasando al análisis de lo ocurrido anoche en la soporífera ceremonia conducida por el inexpresivo Iván de Pineda (flaco, ya sabemos que sos políglota, pero no hace falta pronunciar el nombre de la lista en inglés, porque si bien son Best Restaurants, podrías decir "veinte veinte" y no "tueni tueni" cada diez segundos).
Justicia: volvió Aramburu.
Las estadísticas dirán que el Perú lidera con 11 restaurantes; la Argentina le sigue con 10; México y Brasil con 9; Chile y Colombia con 4; Panamá, Ecuador y Uruguay con 1.
De nuestro país, de los modestos 8 de la edición anterior, se pasó a 10. Entraron El Preferido de Palermo, hermano menor de Don Julio; Aramburu (después de su insólita salida el año pasado), y Osaka (con el cierre de la sucursal de Santiago y el fallecimiento del gran Ciro Watanabe, Osaka Palermo tomó la posta y bien merecido que lo tiene.
Salió Elena, el restaurante del Hotel Four Seasons. Está claro que los hoteles debieron cerrar sus puertas durante la extensa cuarentena argentina. Pero los restaurantes lo mismo. Habrá que preguntarles a los jurados por esta dualidad de criterio.
De todas maneras sigue haciendo cosas que sorprenden. Por ejemplo que no se tenga en cuenta a Alo's, Roux, La Brigada, entre otros. Y como el país es (o debiera) ser federal, restaurantes como El Manantial del Silencio (Purmamarca); Sarasanegro y Lo de Fran (Mar del Plata) y El Papagayo (Córdoba) no son tenidos en cuenta quizá porque los jurados son porteños y no salen de su "quintita".
No sabemos tampoco si Mercado de Liniers entró en la consideración por su corta trayectoria. De todas maneras, si este año se votó más delivery que salón podría haber sido habilitado para participar.
Y vaya que en otros lugares del subcontinente se cuecen habas. Por ejemplo, que en otros lugares del subcontinente se cuecen habas. Por ejemplo, 040 sigue postergado por Boragó, un lugar donde los platos parecen cuadros pero de sabor ni hablar.
Mishiguene, el 8 en el ranking, segundo mejor ubicado entre los argentinos.
Es una vergüenza que Astrid & Gastón haya caído al lugar 22. Que Osso aparezcacomoel 10 aún en su mediocridad (cuánta razón tenía Renzo Garibaldi hace seis años que estaba "trabajando" para entrar en los 50 Best), para comer carne madurada por demás. O que Maras, el gran restaurante de Rafael Piqueras no aparezca ni en figuritas.
¿Y que habrá pasado con D.O.M., el restaurante de las hormigas amazónicas de Alex Atala, que de ser el niño mimado de los 50 Best, hoy solo lo encontramos en el puesto 13?
¿En serio que el mejor (y único) restaurante uruguayo es parador de playa? La Huella sigue siendo la presencia exclusiva del país vecino.
En fin, todos los años decimos que no vamos a ocuparnos más de esta farsa. Pero no hay forma. Es tanta la indignación que produce esta lista que no podemos con el genio.
En definitiva, como está hoy el mundo en pandemia, aparecer o no en un ranking no le va a cambiar la vida a nadie. Eso sí hay que reconocer, los 50 Best son como las cucarachas, cuando pensás que están muertas, reaparecen con más fuerza. Es más, son capaces de soportar 900 veces su peso y siguen vivitas y coleando. Aun cuando este año hayan tenido que votar "experiencias" de take away, delivery, comidas al aire libre y en el mejor de los casos con el aforo reducido. Y algunas parrillas no hicieron entregas a domicilio pero apelaron a la venta de carne a sus clientes.
A esta altura no existe demasiado la "meritocracia" de los 50. Parece más una lista de amigos con algo de justicia para disimular.
Esta casa restaurante se convierte en el espacio único donde el agua, la tierra y el fuego se entrelazan para ofrecer una experiencia sensorial diferente. Agustín Brañas es el chef de este lugar que cuenta con tres espacios y propuestas distintas.
El sábado 10 de mayo, desde las 12:00, en el local de Palermo, la boulangerie francesa ofrecerá cuatro sándwiches fuera de carta y cócteles a cargo de la marca de aguas Perrier.
Sobre la cortada homónima, camuflado en una señorial casona de estilo Tudor, se esconde un bar con todas las características e influencias de los clubes privados londinenses. Y en la planta alta funciona un restaurante, además de un omakase de próxima apertura.