Editorial

Etiquetado de alimentos: que no sea peor la cura que la enfermedad

Lunes, 26 de octubre de 2020

La semana pasada nos sorprendió A.C.E.L.G.A. (un agrupamiento de restaurateurs y chefs que pretenden ser referentes de la gastronomía argentina), con un video en el cual hace lobby al favor del etiquetado obligatorio de alimentos. Todos estamos a favor, sin dudas, pero hay que prestar atención a lo que ha ocurrido en otros países, donde la legislación en algunos casos terminó generando grandes injusticias.

Envalentonados por su éxito con Masticar, los caciques de A.C.E.L.G.A. se consideran una especie de mesías de la gastronomía argentina. Ellos pretenden decidir por nosotros, opinan, bajan línea, miran desde arriba a todos (incluyendo a los demás socios de esta acelga chamuscada).

Es una agrupación en la que, a diferencia de una colmena de abejas, si bien hay una reina y también obreros, posee una clase alta intermedia entre la corona y la plebe. Son ellos y nadie más, las mismas caras de siempre.

Nadie en su sano juicio puede estar en contra del etiquetado de alimentos, solo que hay muchos aspectos a tener en cuenta, y nos parece que los que tienen que debatir sobre el tema son los profesionales del rubro y no un grupo de cocineros mediáticos que dicen lo que hay que hacer, pero no tienen idea de cómo hacerlo.

Hablan desde el desconocimiento, repiten como loros según el libreto que se les ocurrió para ser políticamente correctos y estar en los medios, aprovechando ese grado de cholulismo y de chupamedias que tiene la mayoría de los periodistas gastronómicos (que nunca han pisado un campo de cerca como para tener elementos de juicio sobre la biotecnología. La reina encima, dice que tiene que haber octógonos claros, pero no explica por qué tiene que haber octógonos y no otro sistema más conveniente. Será porque no está enterada.

Para colmo de males apareció una periodista-escritora que despotrica contra la industria alimenticia y pretende que la humanidad ingiera solo alimentos orgánicos, lo que en la práctica es absolutamente inviable.

En nuestro país, la Ley de Etiquetado Obligatorio es una asignatura pendiente. Hay dando vueltas en el Congreso un proyecto que una vez leído, como hicimos nosotros, es puro bla bla bla, apenas una descripción de buenas intenciones.

Pero esto no es tan sencillo, sin dudas. Solo basta analizar lo ocurrido en otros países como Chile, que fue el primero en América del Sur en aprobar una ley de este tipo. Para advertir al público sobre los riesgos de consumir determinados productos, utilizan octógonos de aedvertencia negros y rojos. Pareciera ser que nos están retando si es que no hacemos casos a estos símbolos.

En cambio, Francia prefirió un sistema en el que prevalece lo educativo por sobre el castigo o el reto. Se llama Nutri-Score y cuenta con una escala de 5 desde el color verde hasta el rojo, y también con letras desde la A hasta la E.

Otro detalle es que se trata de uso voluntario. Se apela a la decisión y el criterio de los consumidores la ingesta de alimentos más o menos saludables. 

En México, donde se ha avanzado en el tema, el investigador Marcos Galván García, del Área Académica de Nutrición de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), advierte que el etiquetado frontal en bebidas y alimentos cuando excedan los índices recomendables de grasas saturadas, azúcares, sodio y calorías, tiene buenas intenciones. Pero entiende que la legislación "no es sólida ni ataca el problema de raíz y a la larga, podría traer problemas colaterales".

La madre del borrego está en lo que dice el especialista a continuación: "lo que se ha visto es que la industria está preocupada por tener los menos sellos posibles o mejor aún, no tener, porque eso se traduce en que sus productos son más saludables y por ello lo que están haciendo es reformular la elaboración del producto para bajar esos índices de ingesta".

Dicho en forma más clara, "lo que trae como consecuencia es que los ingredientes que se usaban y que se sabía qué eran, hoy están siendo sustituidos por otros químicos que no se sabe qué son y de los que se desconocen los efectos que van a tener a largo plazo en la salud; por este motivo el tema del etiquetado tiene ventajas pero también desventajas".

Y finalmente, comentó que "lo que se requiere es una política pública integral que abarque los diversos factores que intervienen, de asegurar productos alimenticios de calidad, de erradicar la publicidad engañosa, pero al mismo tiempo de implementar una estrategia de educación de nutrición dirigido a toda la población, porque hoy en día no existe algo similar para que las personas sepan cómo comer adecuadamente, pues mientras no se cambie el entorno poco ayudará el cambiar un elemento del ambiente".

Debería saberlo Narda Lepes, la reina de la colmena (ya que integra la Mesa contra el Hambre), que en la Argentina hay gente que no tiene para comer, que hurga en los contenedores de basura para ver si encuentran algo comestible. Que los octógonos no tienen idea de lo que son. 

No decimos con esto que la ley no se deba reglamentar, sí debemos exigir que se eduque a los consumidores. Hay detrás de la normativa lobbies muy fuertes, de hecho la discusión que tuvo lugar en el Senado de la Nación, en las comisiones de Salud y Comercio e Industria, contó con la opinión negativa de los legisladores tucumanos, que no por casualidad pertenecen a la provincia azucarera por antonomasia. 

Vean de paso lo que ocurrió en el Perú con los chocolates, una industria de las más significativas del país, cuando se puso en vigencia la ley de marras, a la sazón con la misma interpretación que en Chile, donde mandan los octógonos.

Según fuentes consultadas que participaron en julio de 2019 del Salón del Cacao y el Chocolate, se produjeron discusiones muy subidas de tono, porque se trabajó principalmente sobre los octógonos (ahí pusieron el foco) y no sobre el desarrollo del etiquetado. Esto dejó mal parado al producto "chocolate de calidad".

Eso sucedió porque no se contemplaba qué tipo de grasas tenía el producto, sino la cantidad de esas grasas. Y productos que son de mala calidad y de elaboración industrial le bajaron el peso y quedaron exentos de los octógonos. En este caso particular, éstos en lugar de informar, destruyen.

En contrapartida, chocolates de elaboración artesanal, con trazabilidad y cuidado desde el campo hasta la barra, quedaron catalogados como peligrosos solamente porque la cantidad de grasas son elevadas, sin tener en cuenta que no contienen grasas trans sino, por ejemplo, Omega 3.

Hecha la ley, hecha la trampa. En ese salón realizado en Lima el año pasado, los participantes vistieron una remera en protesta a los octógonos que no hay hecho otra cosa que traer confusión e injusticia.

Sin octógonos, menos grasas pero no de las buenas. 

Otros productos que, por sus características de elaboración pueda sufrir situaciones parecidas a las mencionadas, son los quesos. Lo importante no es tanto la cantidad de grasas, sino el tipo de esas sustancias que contiene cada alimento.

Fondo de Olla © consultó a varias empresas importantes a nivel nacional e internacional, y todas opinaron off the record que por ahora no están preocupados por el tema. Eso sí esperan que exista un debate abierto en el que participen especialistas y los propios empresarios, gente calificada que pueda aportar ideas para llegar a una legislación racional y que traiga soluciones y no conflictos.

En la Unión Europea hay discrepancias entre las naciones que integran el mercado común. Sin bien Bélgica, España, Suiza y los Países Bajos adhieren al sistema Nutri-Score, en Italia se manifestaron en contra porque creen que productos tradicionales y considerados muy buenos para la salud, como el aceite de oliva, el prosciutto di Parma y el queso Parmigiano Reggiano, podrían verse perjudicados por su contenido en grasa y sal.

La posición italiana, a la que adhiere Grecia, se dirige hacia otro camino. Así es que presentaron un nuevo sistema de etiquetado nutricional, denominado Nutriform, parecido a los "semáforos" del Reino Unido, que utiliza "columnas o baterías para mostrar el porcentaje de energía, grasas, grasas saturadas, azúcares y sal que contiene la porción de producto con respecto a la ingesta diaria de referencia".

La ministra de Agricultura, Alimentación y Silvicultura, Teresa Bellanova, dijo en una reunión informal con sus colegas de otros países europeos, que "los algoritmos utilizados para calcular los colores y letras del sistema Nutri-Score son reductivos y engañan a los consumidores. Los consumidores deben estar informados para una educación dietética consciente"

Y enfatiza con un "no" a los algoritmos reductivos y engañosos. Entiende que "el etiquetado a nivel europeo debe proporcionar las herramientas adecuadas para estimular y apoyar decisiones informadas por los consumidores, en lugar de dirigirlos hacia ciertos productos, centrándose en la solución simplista y reduccionista de un color".

Agregó también que "se deben proteger los alimentos tradicionales como el aceite de oliva, al que calificó como un pilar de la dieta mediterránea".

Y concluyó diciendo que se requiere "una verdadera educación nutricional que no puede ser reemplazada por etiquetas, y precisamente en esa línea Italia está adoptando un sistema de baterías llamado NutrInform Battery, "llamado a informar sobre las contribuciones de los alimentos con respecto a las necesidades diarias de nutrientes y proporcionar información útil para el consumidor, que será capaz de orientar su elección de esta manera".

Los cocineros mediáticos piden el etiquetado obligatorio en los alimentos. Pero no es cuestión de meter octógonos sin ningún tipo de análisis concienzudo. Se trata de un tema delicado, que no puede decidirse con un video que pone el tema en boca de las mismas caras de siempre. Y menos aún cuando una dice que hay que poner octógonos y otro que no hay que mirar a lo que hacen otros países.


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