Ya ni pucherear se puede

"Parar la olla", un dicho popular que aunque pueda parecer dicho en lunfardo, tiene su origen español. Hoy más que nunca, parar (o llenar la olla) cuesta un Perú.

El gobierno prometió más asado, pero la carne -que venía en los últimos años con precios por debajo de los índices inflacionarios-, subió en doce meses un 50%, algo más de 10 puntos respecto de la inflación de ese período.

La harina, pese a ser un producto nacional, se toma a valores de commodities internacionales. Tenemos producción de sobra, con mayoritario saldo exportable, pero lo cotizan a valor dólar. Hace dos semanas, los molinos le pegaron un toque del 20%. El viernes pedías precio y no te daban. "El martes, cuando te entrego, recién vas a tenerlo", te dicen.

Pero donde se observan los mayores desfases en las frutas y verduras. Días pasados, caminábamos por la Avenida Cabildo, cuando nos detuvimos en una verdulería muy paqueta que suele tener productos de mucha calidad. Nos sorprendió un cartel anunciando que el kilo de duraznos amarillos costaba $ 600. ¿Habrá alguien dispuesto a pagar esa suma por cuatro o a lo sumo cinco unidades de este producto? Si supieran lo que recibe el productor...

Los nutricionistas nos incentivan a comer más vegetales. Pero con estos precios en alza resulta imposible. Ni pensar lo que deben estar sufriendo los vegetarianos, veganos y flexitarianos.

Así es imposible. Según datos del Informe de Precios al Consumidor del mes de agosto, en ámbito de AMBA, el aumento anual fue del 78,8% en frutas y del 62,5% en verduras. La inflación oficial trepó en ese período al 39,2%.

Los productos que más aumentaron son las zanahorias (172%), zapallitos (135%), mandarinas (124%) y naranjas (100%), según los datos de la Dirección General de Estadística y Censos.

Siempre se dijo que en el negocio frutihortícola, los precios varían según la estacionalidad y los vaivenes climáticos, ya sea porque falta producción o por las dificultades para sacar la producción de las chacras, dada la carencia de caminos transitables cuando llueve mucho.

Sin embargo, hoy la especulación prima por sobre lo que siempre fue una característica de este negocio. Entonces, los precios se disparan y no vuelven a bajar o lo hace solo en parte.

En que en el momento en el que comienza la época de un producto y cuando por terminar, los valores son más elevados. Así las frutillas costaban hace dos meses el doble que ahora. Habrá que ver a qué valor vuelven luego de que finalice la temporada.

Otro factor gravitante en este rubro es que la mayor parte de las ventas se hacen en comercios barriales de proximidad, muchos de ellos atendidos por bolivianos. Ahí no hay tarjetas, ni descuentos, ni precios cuidados ni nada por el estilo.

Y además, tal como pasa con la carne, los descuentos que ofrecen los súper no son válidos para el sector verdulería (al igual que la carnicería).

Así las cosas no podemos llenar la parrilla, nos llenan la canasta para usar la jerga futbolera (porque con las frutas y verduras perdemos siempre) y mucho menos "parar la olla".

Votaste por asado y te dan polenta, dicen por ahí. Pero ojo, que la harina de maíz también sube como la de trigo. Ni eso.