Salame vegetariano no existísLunes, 1 de junio de 2020En Palma de Mallorca, un juzgado determinó que es una "contradicción definir como salame a un producto que es vegetariano y que carece de carne".
Desde hace tiempo, en Fondo de Olla © venimos insistiendo en que hay que decir las cosas por su nombre. De igual forma que no hay hamburguesas sin carne, a los salames (o salami para apelar a una denominación en italiano que se utiliza en muchas partes del mundo), les caben las generales de la ley.
Y no solo eso: se llama caviar de berenjenas a las berenjenas cortadas a cuchillo, queso de cajú, mayonesa vegan y un montón de estupideces más.
Basta repasar los menús de restaurantes "verdes" (veganos y vegetarianos) para darse cuenta de que las inexactitudes están a la orden del día.
Todo esto forma parte de la necesidad de "vender" a cualquier costo. Está bien que existan este tipo de lugares reservados a una minoría de la población que así lo requiere, pero al mismo tiempo no hay por qué mentir diciendo que ofrecen "salame de espinaca".
Para la Real Academia Española, un salame o salami es un "embutido hecho con carne vacuna, y carne y grasa de cerdo, picadas y mezcladas en determinadas proporciones que curado y prensado dentro de una tripa o de un tubo de material sintético, se come crudo".
Si nos ponemos a hilar fino, por ejemplo la Denominación de Origen Salame de Tandil es aún más exigente sobre su elaboración: "materias primas obtenidas dentro de la región, con alimentación a base de pasturas y maíz -según sea ganado vacuno y porcino, respectivamente- y con las proporciones establecida de carne vacuna y de cerdo".
Un caso parecido es el que alude al chorizo. Para la RAE, chorizo es un "pedazo corto de tripa lleno de carne, regularmente de cerdo, picada y adobada, el cual se cura al humo".
De manera que si bien queda abierta la posibilidad de que el chorizo sea de otra carne, ya se trate de vaca sola, cerdo y vaca, pollo, cordero, etcétera, el uso de la palabra para designar un "chorizo vegano" relleno de soja o de cualquier otro vegetal es una falacia.
Volviendo al salame, la semana última el Juzgado Contencioso Administrativo de Palma de Mallorca (España), emitió una sentencia en la que sanciona a una empresa por el uso del término de venta "salami" para un producto cuya denominación es "embutido vegetariano".
Dicho juzgado argumentó que es una "contradicción que supone definir como ‘salami' a un producto que es vegetariano y que carece de carne. Emplear un término de uso social admitido como es el de ‘embutido' o el de ‘salami' para describir aquello que no lo es".
Y la norma sentencia que "emplear tales términos cuando el contenido carece de los elementos esenciales que lo integran, conforme la regulación, está incluido en el tipo sancionador aplicado, sin que se haga necesario, ni sea conforme a derecho, el utilizar terminología propia del uso social y referida a la carne para identificar productos que, por definición, carecen de la misma, infringiendo las condiciones establecidas para tales productos".
Por lo tanto, no seas salame y hablá con corrección. De lo contrario te cabrá, la segunda acepción que la RAE establece para la palabra: "persona tonta, de escaso entendimiento".
En Palma de Mallorca, un juzgado determinó que es una "contradicción definir como salame a un producto que es vegetariano y que carece de carne".
Desde hace tiempo, en Fondo de Olla © venimos insistiendo en que hay que decir las cosas por su nombre. De igual forma que no hay hamburguesas sin carne, a los salames (o salami para apelar a una denominación en italiano que se utiliza en muchas partes del mundo), les caben las generales de la ley.
Y no solo eso: se llama caviar de berenjenas a las berenjenas cortadas a cuchillo, queso de cajú, mayonesa vegan y un montón de estupideces más.
Basta repasar los menús de restaurantes "verdes" (veganos y vegetarianos) para darse cuenta de que las inexactitudes están a la orden del día.
Todo esto forma parte de la necesidad de "vender" a cualquier costo. Está bien que existan este tipo de lugares reservados a una minoría de la población que así lo requiere, pero al mismo tiempo no hay por qué mentir diciendo que ofrecen "salame de espinaca".
Para la Real Academia Española, un salame o salami es un "embutido hecho con carne vacuna, y carne y grasa de cerdo, picadas y mezcladas en determinadas proporciones que curado y prensado dentro de una tripa o de un tubo de material sintético, se come crudo".
Si nos ponemos a hilar fino, por ejemplo la Denominación de Origen Salame de Tandil es aún más exigente sobre su elaboración: "materias primas obtenidas dentro de la región, con alimentación a base de pasturas y maíz -según sea ganado vacuno y porcino, respectivamente- y con las proporciones establecida de carne vacuna y de cerdo".
Un caso parecido es el que alude al chorizo. Para la RAE, chorizo es un "pedazo corto de tripa lleno de carne, regularmente de cerdo, picada y adobada, el cual se cura al humo".
De manera que si bien queda abierta la posibilidad de que el chorizo sea de otra carne, ya se trate de vaca sola, cerdo y vaca, pollo, cordero, etcétera, el uso de la palabra para designar un "chorizo vegano" relleno de soja o de cualquier otro vegetal es una falacia.
Volviendo al salame, la semana última el Juzgado Contencioso Administrativo de Palma de Mallorca (España), emitió una sentencia en la que sanciona a una empresa por el uso del término de venta "salami" para un producto cuya denominación es "embutido vegetariano".
Dicho juzgado argumentó que es una "contradicción que supone definir como ‘salami' a un producto que es vegetariano y que carece de carne. Emplear un término de uso social admitido como es el de ‘embutido' o el de ‘salami' para describir aquello que no lo es".
Y la norma sentencia que "emplear tales términos cuando el contenido carece de los elementos esenciales que lo integran, conforme la regulación, está incluido en el tipo sancionador aplicado, sin que se haga necesario, ni sea conforme a derecho, el utilizar terminología propia del uso social y referida a la carne para identificar productos que, por definición, carecen de la misma, infringiendo las condiciones establecidas para tales productos".
Por lo tanto, no seas salame y hablá con corrección. De lo contrario te cabrá, la segunda acepción que la RAE establece para la palabra: "persona tonta, de escaso entendimiento".