De películaLunes, 13 de enero de 2020A Casa Cavia cualquier estación le cae de maravillas. Pero si es verano, mejor aún. Uno puede optar por el patio o los salones internos de la vieja casona. Pero eso es aleatorio por cierto: la cocina de Julieta Caruso toma protagonismo y se realza junto a las otras dos patas de la gastronomía: ambiente y servicio.
Casa Cavia - Cavia 2985 - Teléfonos: (+5411) 4809-8600 y Whatsapp (+54911) 3640-7805. Abierto domingo y lunes de 10 a 19; martes a sábados de 10 a la medianoche. Principales tarjetas.
Tipo de Cocina: De Autor
Barrio: Palermo Chico
Precio: $$$$
En Casa Cavia todo es arte. La cocina es un arte efímero, pero arte al fin. Y los menús estacionales del restaurante se inspiran en la música, la literatura, el cine. Ya en el último menú invernal, Julieta Caruso armó la carta en base a películas. Ahora repite (volumen II).´
Y el arte debe estar acompañado por verdaderos "artistas". Dentro y fuera de la cocina. Casa Cavia es uno de esos lugares donde uno quiere volver todo el tiempo. Porque tiene una chef extraordinaria (nadie que no tenga talento puede llegar a ser jefe de cocina en Mugaritz); que supo armar una brigada que le responde de pe a pa, con Juan Orsini como jefe de cocina.
Porque el lugar es exuberante; le sobran cosas que marcan la diferencia. Su patio, la barra, los salones de la vieja casona, los libros, las flores. La magia.
Y porque seguramente no hay demasiados lugares en la ciudad con un servicio tan eficaz y discreto, atento a todas las necesidades del comensal. Bien por Lucas Angelillo, que siempre se ocupa de nosotros junto a todos los camareros y la jefa de barra, Flavia Arroyo, que nos sorprende con nuevas creaciones.
Nos sentimos sumamente halagados cada vez. Y eso ha convertido a Casa Cavia en uno de nuestros restaurantes favoritos. Esa cálida noche porteña se transformó en el "Sueño de una noche de verano", la obra de Shakespeare llevada al cine en 1999 por el director Michael Hoffman.
Nuestras "películas - platos" tuvieron función continuada. La primera fue "Comer, beber, amar", la nueva versión veraniega de un plato que es para compartir. Hojas de akusay que uno mismo utiliza para envolver a gusto y piacere pulpitos fritos, brotes de hierbas frescas, verduras de temporada y salsas varias.
"Mi vecino Totoro" fue la segunda película que llegó adjunta a una galleta marinera que servía de base a una fresca y deliciosa combinación de tomates, burrata y polvo de aceitunas negras.
Más cine japonés para la tercera función: "Tampopo". Un camionero que ayuda a una viuda a convertir su negocio de venta de fideos en el mejor del pueblo. Ilustró estacionales y tiernísimos espárragos verdes con yema de huevo cremosa, alcaparras y guanciale.
Para "Cuando Harry conoció a Sally" eligieron carne ahumada lentamente, acompañada de cogollos de lechuga y sus aliños. Solo faltaron los gemidos (por discreción nomás).
Y para llegar a lo dulce, "Tiempos violentos", con pan de moras, helado de hojas de higuera y moras frescas.
Final de función con "Charlie y la fábrica de chocolate", nada menos que alfajores de chocolate y haba tonka con salsa de chocolate caramelia.
Va de suyo que el maridaje resultó impecable entre vinos, una cerveza y los cócteles de Flavia, que se pudieron probar como avant premier ya que el cambio de carta de barra era por entonces inminente.
Quedaron algunos platos más para probar (y películas para ver); entradas como las mollejas crocantes o sopa de tomates asados; hasta principales como la pasta "hecha en casa" con arvejas, habas, edamames y queso curado; tira de asado con rabanitos en salmuera, y ensalada de chauchas; chuletas de cordero a la parrilla con pimientos asados; y pesca del día con hinojos marinados, entre otros.
También más postres: degustación de helados de palitos de la casa; buñuelos de queso, fruta de estación y miel; helado de café, mascarpone y cacao amargo.
Fue una noche a puro cine y nos quedaron, sin embargo, varias películas para ver y saborear. En esta función cinematográfica se disfruta a pleno, no hay pochocleros al lado haciendo ruido ni restricciones de ningún tipo. La cocina hecha arte por partida doble.
A Casa Cavia cualquier estación le cae de maravillas. Pero si es verano, mejor aún. Uno puede optar por el patio o los salones internos de la vieja casona. Pero eso es aleatorio por cierto: la cocina de Julieta Caruso toma protagonismo y se realza junto a las otras dos patas de la gastronomía: ambiente y servicio.
Casa Cavia - Cavia 2985 - Teléfonos: (+5411) 4809-8600 y Whatsapp (+54911) 3640-7805. Abierto domingo y lunes de 10 a 19; martes a sábados de 10 a la medianoche. Principales tarjetas.
Tipo de Cocina: De Autor
Barrio: Palermo Chico
Precio: $$$$
En Casa Cavia todo es arte. La cocina es un arte efímero, pero arte al fin. Y los menús estacionales del restaurante se inspiran en la música, la literatura, el cine. Ya en el último menú invernal, Julieta Caruso armó la carta en base a películas. Ahora repite (volumen II).´
Y el arte debe estar acompañado por verdaderos "artistas". Dentro y fuera de la cocina. Casa Cavia es uno de esos lugares donde uno quiere volver todo el tiempo. Porque tiene una chef extraordinaria (nadie que no tenga talento puede llegar a ser jefe de cocina en Mugaritz); que supo armar una brigada que le responde de pe a pa, con Juan Orsini como jefe de cocina.
Porque el lugar es exuberante; le sobran cosas que marcan la diferencia. Su patio, la barra, los salones de la vieja casona, los libros, las flores. La magia.
Y porque seguramente no hay demasiados lugares en la ciudad con un servicio tan eficaz y discreto, atento a todas las necesidades del comensal. Bien por Lucas Angelillo, que siempre se ocupa de nosotros junto a todos los camareros y la jefa de barra, Flavia Arroyo, que nos sorprende con nuevas creaciones.
Nos sentimos sumamente halagados cada vez. Y eso ha convertido a Casa Cavia en uno de nuestros restaurantes favoritos. Esa cálida noche porteña se transformó en el "Sueño de una noche de verano", la obra de Shakespeare llevada al cine en 1999 por el director Michael Hoffman.
Nuestras "películas - platos" tuvieron función continuada. La primera fue "Comer, beber, amar", la nueva versión veraniega de un plato que es para compartir. Hojas de akusay que uno mismo utiliza para envolver a gusto y piacere pulpitos fritos, brotes de hierbas frescas, verduras de temporada y salsas varias.
"Mi vecino Totoro" fue la segunda película que llegó adjunta a una galleta marinera que servía de base a una fresca y deliciosa combinación de tomates, burrata y polvo de aceitunas negras.
Más cine japonés para la tercera función: "Tampopo". Un camionero que ayuda a una viuda a convertir su negocio de venta de fideos en el mejor del pueblo. Ilustró estacionales y tiernísimos espárragos verdes con yema de huevo cremosa, alcaparras y guanciale.
Para "Cuando Harry conoció a Sally" eligieron carne ahumada lentamente, acompañada de cogollos de lechuga y sus aliños. Solo faltaron los gemidos (por discreción nomás).
Y para llegar a lo dulce, "Tiempos violentos", con pan de moras, helado de hojas de higuera y moras frescas.
Final de función con "Charlie y la fábrica de chocolate", nada menos que alfajores de chocolate y haba tonka con salsa de chocolate caramelia.
Va de suyo que el maridaje resultó impecable entre vinos, una cerveza y los cócteles de Flavia, que se pudieron probar como avant premier ya que el cambio de carta de barra era por entonces inminente.
Quedaron algunos platos más para probar (y películas para ver); entradas como las mollejas crocantes o sopa de tomates asados; hasta principales como la pasta "hecha en casa" con arvejas, habas, edamames y queso curado; tira de asado con rabanitos en salmuera, y ensalada de chauchas; chuletas de cordero a la parrilla con pimientos asados; y pesca del día con hinojos marinados, entre otros.
También más postres: degustación de helados de palitos de la casa; buñuelos de queso, fruta de estación y miel; helado de café, mascarpone y cacao amargo.
Fue una noche a puro cine y nos quedaron, sin embargo, varias películas para ver y saborear. En esta función cinematográfica se disfruta a pleno, no hay pochocleros al lado haciendo ruido ni restricciones de ningún tipo. La cocina hecha arte por partida doble.