En Aldo's Wine Bar

La otra cara de Matsumoto

Martes, 4 de septiembre de 2018

Conocimos a Maximiliano Matsumoto haciendo alta cocina. El chef de todos los Aldo's exhibe esta vez una cara diferente, pero no por eso menos valiosa. Porque si hace fácil lo difícil, por qué no hacer fácil lo menos difícil, y eso es lo que comprobamos en el nuevo Aldo's Wine Bistró de la calle República Árabe Siria.

Aldo's Wine Bistró - República Árabe Siria 3037 - Teléfono: 4843-3037. Abierto de lunes a viernes desde las 17; sábados de 12 a 1 AM y domingos, de 12 a 24.

Tipo de Cocina: Mediterránea

Barrio: Palermo

Precio: $$$

En la cancha se ven los pingos, dice el conocido refrán, y en la cocina se ven los chefs. No los cocineros que no cocinan, obviamente, que los hay aunque no parezca. Resulta muy placentero observar la versatilidad de algunos profesionales que nos han impresionado primero en la alta cocina y luego los vemos haciendo cosas más simples, pero con la misma eficacia en otra propuesta donde se requiere menos creatividad.

Pero claro que para hacer la "diferencia" donde todos incursionan no es menos fácil, tal vez haya que decir que es menos difícil. Lo comprobamos con Dante Liporace cuando tomó las riendas de la Casa Rosada y luego en una propuesta sui generis para un bar de tragos como Uptown.

Y ahora nos pasa lo mismo con Maximiliano Matsumoto, que en el Aldo's original de San Telmo logró que la cocina de una vinoteca se transformara en un restaurante de elevadísimo nivel culinario.

Hechas estas consideraciones, ahora les contamos a los lectores que la visita al nuevo Aldo's Wine Bistró del otro Palermo, el cercano a la Avenida Del Libertador, nos dejó ese concepto de cocina que ahora los snobs llaman "Comfort Food", pero que en realidad hace referencia a la emotividad de lo que comíamos de chicos en nuestros hogares de inmigrantes.

El ambiente del bistró es pequeño, está poco iluminado (a tono con el tipo de público que frecuenta el lugar), y como siempre pasa en este grupo, el servicio de bebidas es impecable y la comida de Matsumoto un lujo que podemos darnos a un precio super razonable.

Los vinos que se sirven son exclusivamente los que comercializa la distribuidora del dueño de casa. La barra es otro punto fuerte, imposible de omitir antes y/o al final de la velada.

La carta se divide en platos chicos, medianos y grandes, la charcuterie, más los dulces. Así fueron llegando a la mesas raciones compartibles.

Entre las más pequeñas, había pimientos rojos al oliva y ajo con queso de cabra. Y también langostinos envueltos en masa kadaif.

De los platos medianos, otra comida para la nostalgia: bocadillos de acelga tradicionales (a los que el chef agrega salsa agripicante. Luego la burrata, que viene con pistachos, caquis y aceite de oliva. Más provoleta de queso halloumi con tomate y rúcula; un picante ceviche de pesca blanca; tiernas berenjenas con tahini, miel y menta; remolachas ahumadas, rúcula, queso feta y huevo mollet; y cous cous estilo marroquí y pollo al curry. Estos platos oscilan entre $ 130 y $ 200 (valores de septiembre de 2018).

La mesa de cuatro, a esta altura pedía clemencia porque el desfile de platos no cesaba. Por tal motivo, solo quedó espacio para el confit de pato con gratín de papas y sabayón de mostaza, uno de los puntos más altos de la noche.

Los dulces son clásicos: flan de dulce de leche, volcán de chocolate, tarte tatin y crème brûlée. Para desgracia de los pasteleros, uno siempre llega al final sin demasiado entusiasmo, pero en este caso hubo que hacer un esfuercito más porque la tentación era grande.

Todos los días de 17 a 20 hay happy hour.

En síntesis, si Maxi está detrás de la propuesta gastronómica, vayan tranquilos y confiados. Relación costo beneficio de primera. Como dijimos en una nota anterior, Matsumoto no va en moto, va en avión. Y de esta dupla con Aldo Graziani pronto saldrá algo nuevo, un asiático pero sin sushi. Pongan unas fichas y estén atentos.

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