Cuando Tita Merello cantaba "Melodía de Arrabal", decía en uno de los versos: "la cosa fue por Barracas". Aquí cambiamos "fue" por "es". En una esquina de este barrio histórico, que está comenzando a ser más visitado por aquellos que ni trabajan ni viven por la zona, se encuentra La Flor de Barracas.
La Flor de Barracas - Suárez 2095 - Teléfono: 4302-7924. Abierto de lunes a jueves de 7 a 17; viernes de 7 a 23:45; sábados de 12 a 23; domingos de 12 a 16.
Tipo de Cocina: Porteña
Barrio: Barracas
Precio: $$$ (precios mencionados, abril de 2018)
"Barrio plateado por la luna / Rumores de milonga / Es toda su fortuna / Hay un fueye que rezonga / En la cortada mistonga / Mientras que una pebeta / Linda como una flor / Espera coqueta / Bajo la quieta luz de un farol". Melodía de Arrabal (1932), Gardel, Le Pera, Bastistella.
Un punto culinario y cultural con propuestas genuinas e interesantes. Es un café notable, pero no se parece a ningún otro con esta etiqueta. Su historia se remonta a hace más de 120 años.
Comenzó como fonda popular a la que acudían a todas horas los trabajadores ferroviarios y de fábricas como Canale y Bagley, antes emplazadas en sus alrededores. Además, al fondo, funcionaba como pensión.
A causa de los pleitos que se armaban en su interior fue conocido como La Puñalada, como Tarzán y luego como Luna Park, hasta que en 1965 unos inmigrantes gallegos lo compraron y lo bautizaron con su nombre actual: La Flor de Barracas.
Todo (pisos, paredes, estantes) es original y está muy bien cuidado gracias a sus dueños actuales: los primos Cantini. El espíritu de fonda se observa en su estilo simple, cero sobrecargado, y la cantidad de espacio disponible en el salón-bar tradicional, el Patio Arolas (ideal para mesas grandes), y el Salón Villondo. Aquí era donde antes estaban las habitaciones de la pensión, y de sus paredes cuelgan fotografías de Gregorio Traub, vecino de Barracas y fotógrafo de la Academia Nacional del Tango.
El salón constituye un espacio ideal para celebrar ocasiones especiales, reuniones corporativas, charlas, dictar talleres y proyectar películas, ya que tiene capacidad para 50 comensales.
La propuesta gastronómica incluye pizzas, sándwiches y abundantes picadas. Para almorzar y cenar lo más pedido son sus pastas caseras, como los ñoquis rellenos de verdura y muzzarella con salsa mixta al graten ($ 170), o los sorrentinos de osobuco con salsa de tomate al vermut ($ 210), y las carnes, como el estofado con puré ($ 210).
Otro clásico de La Flor son los platos para compartir: Milonga (milanesa fugazzeta con arvejas y papas, a $ 450); La Puñalada (bondiola de cerdo a la cerveza negra con panceta ahumada, morrón y papas rústicas, a $ 490) y Atrevida (dos hamburguesas de 250 gramos con panceta ahumada, cebolla caramelizada, queso, tomate, rúcula y pepinos agridulces, por $ 420). Los tres platos salen con dos huevos fritos a caballo, porque "si la patria se hizo a caballo, la historia se escribió en cafés".
Los mediodías de la semana ofrecen el "Menú Mistongo" que, por $ 150 incluye un plato sencillo, bebida y café, o dos platos del día que rondan los $ 200 con bebida, como pueden ser pollo al horno con verduras o una ensalada suculenta, además de los fijos de la carta como milanesa napolitana ($ 180)
De postre, clásicos como el español arroz con leche con canela ($ 80), el porteño queso y dulce (para compartir, $ 120), o el campero budín de pan con crema o dulce ($ 90). Y otros más modernos como el brownie tibio con helado ($ 140), la "Chocodora" (chocotorta en vaso, $ 80) o el Don Jorge (whisky Johnny Walker, helado de crema Freddo y nueces, $ 190).
Los viernes y sábados por la noche Lucio, el Cantini cocinero, se pone el delantal y prepara platos más elaborados, como una tortilla a la española ($ 150) para empezar y luego seguir con unas mollejas a la plancha flambeadas al moscato con puré de hierbas ($ 260), cordero patagónico braseado con papas al tomillo ($ 320), o el Plato de la Noche a la Manera de Lucio ($ 250).
También se agregan a la carta de postres los panqueques con dulce de leche, crema y nueces ($ 130), la marquise de chocolate con helado de frambuesa ($ 120), y banana asada con helado de crema, jengibre, miel y canela ($ 120).
Pero la joyita del espacio es la movida cultural que se gesta entre sus paredes. Tienen una estrecha relación con instituciones del barrio. Los chicos de la Escuela Superior Nº 5, que está enfrente, cursan el "Taller por la Memoria" en el Patio Arolas, y respetan al bar preservando su fachada intacta, como si fuera una extensión de la escuela.
El mobiliario fue restaurado por los alumnos del taller La Huella, y venden cerámicas hechas por ellos mismos, ambos dictados en el cercano Hospital Borda. También se suelen dar charlas organizadas por la Junta de Estudios Históricos de Barracas.
Muy interesante es el Ciclo de Cine y Etnografía, organizado junto con la Sección de Etnología y el Instituto de Arqueología, ambos de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Consiste en la proyección de una película relacionada con la práctica etnográfica y un debate y reflexión. Este año se realiza los primeros viernes de cada mes, a las 20.
Algunos sábados, Lucio Cantini propone un taller de sushi en la cocina de La Flor de Barracas, algunos para avanzados y otros para principiantes. Los alumnos aprenden a prepararlo, degustan lo elaborado y además se llevan piezas a su casa. El próximo curso inicial lo dicta el 28/04 de 10:30 a 14:30, el arancel es de $1200 y requiere inscripción (jorge.cantini@gmail.com) y pago del 50% por adelantado.
Otras veces, el mismo día y de 17 a 20 se retiran las mesas del salón y se baila tango de la mano de Milonga por la Integración "El Abrazo Verdadero", en la que participan personas con "discapacidades, sexualidades disidentes y todo aquel que tenga ganas de bailar". La próxima será el 05/05 a partir de las 17.
Hablamos de un bar histórico que debe ser visitado no por lo anecdótico, sino por su comida, su hermoso espacio y las interesantes actividades culturales, que incluyen opciones para porteños tan diversos pero que confluyen en un mismo punto: La Flor de Barracas.
"Capricho, deseo vehemente, ilusión". Así define la Real Academia Española a la palabra "berretín". Y esas tres cosas son las que llevaron a un holandés a abrir un restaurante a su propio gusto y piacere. Para ello se afincó hace un tiempo entre nosotros porque, como nos dijo, "Buenos Aires es como estar en Europa, pero lejos de todo". Se llama Nicolás Houweling y, junto a su hermana Bente (que estará a cargo del café de la planta baja de próxima apertura), abrió "Presencia", un restaurante en el que quiere también omitir todo lo que le parece inapropiado cuando uno sale a comer afuera. Para ello, convocó al chef Rodrigo Da Costa, de último paso por "Le Réve". Nuestra visita coincidió con el fin de la marcha blanca y comienzo del servicio al público. Impecable todo.
La chef ejecutiva de Casa Cavia, Julieta Caruso, renovó el menú de mediodía con una propuesta que permite pedir a la carta o bien elegir entre menús de pasos. A ello, se suma la coctelería creativa de la bartender Flavia Arroyo y una selección notable de vinos a cargo de Delvis Huck. La dirección general es de Guadalupe García Mosqueda.
Un bistró que le hace honor a la cocina más refinada del planeta. Le Rêve ("el sueño", en francés), nos transporta a la magia parisina en una esquina de Buenos Aires. La propuesta del joven chef Ramiro Hernández exhibe un técnica perfecta, elegancia y personalidad. La coctelería del "Tiger" es otro fuerte del lugar. Y su ambiente, nos agasaja con música sin estridencias, como debe ser en un restaurante, a lo que se suma un servicio impecable comandado por Darío Núñez. Lujos que nos podemos dar en una ciudad que, en materia de gastronomía, lo tiene todo.