Si ya la habían pasado mal cuando se realizó la cumbre de la Organización Mundial de Comercio, ahora los restaurantes de Puerto Madero pierden un 40% de sus clientes por las obras del Paseo del Bajo. Y en el segundo semestre, se viene el G-20.
Es verdad que la obra se nos aparece extraordinaria y que era necesaria. Cuando estéterminada, el barrio tendrá una sobrevaloración aún mayor. Pero la pregunta que se hacen los gastronómicos de la zona es cómo llegar a 2019, cuando el Paseo del Bajo esté concluido.
Prácticamente, se perdió una semana entera abriendo las puertas por si acaso. El gobierno municipal prometió ayuda pero no cumplió. Y ahora tampoco tienen un Plan B para compensar las pérdidas que sufren día a día los restaurantes de Puerto Madero.
Va de suyo que nadie se queja de la obra, que sacará de cuajo a los camiones
que, en gran cantidad, circulaban por las calles del barrio más joven de Buenos Aires.
Claro está que hay empresarios gastronómicos que tienen la ventaja de ser propietarios de sus locales; otros que además de este factor cuentan con una clientela afincada a lo largo de los años de trayectoria.
Pero están también los que viven al día y encima, a la crisis económica que les quitó clientes, ahora se ven sometidos a esta verdadera tortura que culminará seguramente antes de las elecciones presidenciales de 2019. Es una obra para mostrar, sin dudas. Pero siempre hay víctimas que sufren las consecuencias en el mientras tanto.
Hoy la calle Alicia Moreau de Justo, la que va de norte a sur y viceversa a lo largo de todos los diques, quedó reducida a una sola mano en dirección hacia Retiro. Intransitable durante los días de semana. No hay estacionamientos disponibles, salvo los restaurantes que disponen de los propios en el subsuelo.
Los ruidos de las máquinas son ensordecedores y espantan transeúntes y eventuales turistas que puedan ingresar a los restaurantes.
Por el momento, el GCBA no ha respondido a los pedidos de auxilio de los dueños de los locales gastronómicos de Puerto Madero. Consumado el hecho y con la obra en marcha, se pide que al menos las autoridades dispongan de alguna medida tendiente a aligerar la carga impositiva durante el tiempo que lleven los trabajos.
Hasta ahora, no apareció ninguna señal desde la otra vereda. Y peor aún, el 30 de noviembre y el 1º de diciembre se realizará en Buenos Aires la Cumbre del G-20. El centro porteño volverá a blindarse por razones de seguridad y se da por seguro que Puerto Madero estará dentro de la "zona prohibida".
Días atrás, nos tomamos el trabajo de observar la cantidad de gente que había comiendo en los restaurantes a la hora del almuerzo. En Cabaña Las Lilas, donde comimos, había una importante cantidad de público (un 70%, quizá más, muchos clientes para un día martes). Pero no todos tienen esta suerte (aunque claramente, la realidad indique que a la suerte hay que ayudarla).
Desde allí hacia la avenida Córdoba el panorama era desolador, salvo alguna que otra excepción. Para el sur, la cosa empeoraba en un sector del barrio que de por sí es menos concurrido.
En Puerto Madero Este tal vez exista una situación no tan extrema, pero igualmente la dificultad de ingresar a la zona también reste clientela.
Lo cierto es que hoy Puerto Madero parece un barrio cerrado. Nadie discute la obra pero hay detalles que no se tuvieron en cuenta a la hora de programar las obras. Lo que se espera hoy es un salvavidas de parte de las autoridades, pero por favor que no sea de plomo.
Esta casa restaurante se convierte en el espacio único donde el agua, la tierra y el fuego se entrelazan para ofrecer una experiencia sensorial diferente. Agustín Brañas es el chef de este lugar que cuenta con tres espacios y propuestas distintas.
El sábado 10 de mayo, desde las 12:00, en el local de Palermo, la boulangerie francesa ofrecerá cuatro sándwiches fuera de carta y cócteles a cargo de la marca de aguas Perrier.
Sobre la cortada homónima, camuflado en una señorial casona de estilo Tudor, se esconde un bar con todas las características e influencias de los clubes privados londinenses. Y en la planta alta funciona un restaurante, además de un omakase de próxima apertura.