El chef Mauro Campos sorprende con una nueva carta de estilo francés, los mejores productos que ofrece el mercado y mucha creatividad, inclusive hasta en la original denominación de cada plato.
El Novotel de la Avenida Corrientes mantiene su espíritu de cocina abierta "hasta tarde" para después del teatro y su estilo francés, que abunda en los productos locales y el toque personal del chef Mauro Campos, que ya afianzó su impronta creativa y la imaginación que siempre ha mostrado el restaurante al bautizar a sus platos.
Recordamos que Campos supo tener su propio restó (Verbena) en Adrogué, y ganó experiencia hotelera en Buenos Aires. Patio es hoy por hoy la mejor propuesta gastronómica de "la avenida que nunca duerme" en su tramo teatral entre la 9 de Julio a Callao.
El salón interior conjuga modernismo que se asimila con la onda verde tan bien resuelta (pararse en la recepción y comprobar las extrañas figuras en forma de ilusión óptica que se aparecen a nuestra vista tanto en el piso como n las paredes y el techo).
Patio #378 es un oasis en medio del cemento del centro porteño. Para esta temporada, además, siempre está vigente la chance de comer junto a la piscina. También hay una barra muy bien armada y los precios son muy acomodados a lo que hoy ofrece la propuesta gastronómica local.
Vale la pena detenerse en la carta, que inclusive puede verse en una tablet que nos acercarán los camareros si uno así lo requiere. Allí se observan las fotos de cada plato, y la curiosa y muy original denominación habitual en este restaurante. Esta vez optamos con no develar esos nombres para no quitar el factor sorpresa.
Para la degustación preparada por el chef en esta oportunidad, se eligieron dos entradas, un principal y dos postres. Son apenas una muestra de las nuevas opciones que creó Mauro Campos para el verano.
Muy interesante resultó la sopa paraguaya (que el chef imaginó al pasar por esos lugares donde venden especialidades de ese país en la calle, como el chipá). La presenta en su versión gourmet con salmón curado en hebras de té y naranja, más caviar negro de huevas de salmón, palta fresca con gremolata de menta y alioli de remolacha. Ideal para disfrutar aunque afuera agobie el calor.
Le siguió un carpaccio de Wagyu ahumado en astillas de manzano, queso Crottin Piedras Blancas, alcaparras, helado de mostaza y mix de hojas amargas.
El principal consistió en tournedos de lomo, coliflor braseada, molleja y gírgolas con emulsión de lima. Un plato que salió con la carne en su punto jugoso, que además contiene el agregado del caviar argentino, como se da en llamar a la molleja.
Y finalmente hubo dos postres: bavaroise de sidra y manzanas asadas, y crema quemada de vainilla y anís, helado de whisky e higos turcos con caramelo aireado.
La carta es bastante amplia y es tan abarcativa que demanda cierto esfuerzo para tomar la decisión.
Al mediodía hay buffet y plato caliente a elección. Y el Menú Teatro es ideal para quienes salen de ver una obra y no quieren terminar en alguna de las pizzerías de la zona. Su relación costo beneficio es óptimo.
El chef Campos lleva ya en el cargo un tiempo más que suficiente como para haberle tomado el tiempo a lo que demanda el público, así como animarse a crear platos más jugados. Eso ha optimizado la cocina de Patio, que como ya dijimos, es lo mejor que ofrece la gastronomía del centro porteño sobre la avenida que nunca duerme.
Por razón precio calidad, Cruz Omakase se destaca como un verdadero "best-buy". Sin sofisticaciones innecesarias, su propuesta permite disfrutar de una docena de pasos que van in crescendo, al tiempo que también podés optar por opciones de handrolls y una selección de etiquetas de la vinoteca vecina del mismo nombre, así como la reciente incorporación de whiskies japoneses.
"Capricho, deseo vehemente, ilusión". Así define la Real Academia Española a la palabra "berretín". Y esas tres cosas son las que llevaron a un holandés a abrir un restaurante a su propio gusto y piacere. Para ello se afincó hace un tiempo entre nosotros porque, como nos dijo, "Buenos Aires es como estar en Europa, pero lejos de todo". Se llama Nicolás Houweling y, junto a su hermana Bente (que estará a cargo del café de la planta baja de próxima apertura), abrió "Presencia", un restaurante en el que quiere también omitir todo lo que le parece inapropiado cuando uno sale a comer afuera. Para ello, convocó al chef Rodrigo Da Costa, de último paso por "Le Réve". Nuestra visita coincidió con el fin de la marcha blanca y comienzo del servicio al público. Impecable todo.
La chef ejecutiva de Casa Cavia, Julieta Caruso, renovó el menú de mediodía con una propuesta que permite pedir a la carta o bien elegir entre menús de pasos. A ello, se suma la coctelería creativa de la bartender Flavia Arroyo y una selección notable de vinos a cargo de Delvis Huck. La dirección general es de Guadalupe García Mosqueda.