A veces la naturaleza es injusta. En Corea comen perros, pero para nosotros son parte de la familia. Nunca me gustó eso de llamarlos "mascotas". En mayo de 2010, cuando nació Fondo de Olla, Nerón fue protagonista de varias notas que tenían un doble sentido. Hoy es un día de mucha tristeza.
El perro es el mejor amigo que podemos tener los seres humanos. Nunca te va a traicionar. Es fiel hasta la muerte. Se rasca para afuera, todo un símbolo de que para su amo (y la familia de su amo) somos lo más importante, la razón de ser de su vida.
El perro solo te pide que lo alimentes y que lo trates bien. Claro que hay tanto hijo de puta que lo maltrata y lo hace sufrir. Nerón tuvo más suerte.
Fue protagonista de Fondo de Olla cuando con Cali Fidalgo comenzamos a transitar esta nueva manera de entender el periodismo gastronómico. Con ironía usamos su figura, la de Nerón, nuestro labrador negro, para convertirlo en sommelier, periodista, enólogo, mozo, restaurateur. Por entonces tenía cinco años, que por esa injusticia de la naturaleza equivalían a 35 ó algo así.
Hoy lo perdimos. Nerón había cumplido 12 años que para nosotros eran muy pocos, pero para él muchos. Demasiados. Hicimos todo lo que se pudo hacer, pero la eutanasia era el único camino posible para que no sufriera. Dura decisión, pero inevitable.
La razón no logra comprender por qué motivo el perro vive tan pocos años. Cuando lo incorporamos a la familia, sabemos que lo vamos a llorar en algún momento. No queremos que ese momento llegue, pero sucede inevitablemente.
Alguien podrá decir: "pero es solo un perro". Sí, ya no habrá que sacarlo en estas noches de frío, ni escuchar su ladrido cuando alguien se acerca a la puerta, ni vendrá a ver si liga algo de comida cuando estamos cenando, ni roncará a los pies de la cama.
Hay un vacío muy grande en la casa. Falta alguien. Que tenía cuatro patas, aunque capaz de dar el amor que solo un perro le puede dar a un ser humano.
Como dice la famosa canción, "cuando un amigo se va, queda un espacio vacío, que no se puede llenar con la llegada de otro amigo". Algunos dicen que si se murió el perro, compran otro y chau. Pero no es así, como dice el tango "no habrá ninguno igual, no habrá ninguno".
Nerón nos dejó. Y la casa está muy triste, vacía, dolorosamente. Uno no puede saber hasta dónde puede querer a un animal. Pero cuando ocurre el desenlace, nos invade el dolor.
Hoy tengo un amigo menos. Me hacías renegar Nerón, pero te vamos a extrañar. Sabemos que fue un perro querido y bien cuidado. Y él nos devolvió su amor como solo lo puede hacer un perro. Tan simple como eso, va a ser una noche muy rara. Muy difícil de sobrellevar.